Chapter V

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Oí como algo metálico rebotaba en el suelo a lo lejos, acto seguido como la puerta se cerraba. Pensé que podía ser Cinco, hasta que escuche los pasos de dos personas. Tuve un mal presentimiento, por lo que me escondí detrás de la barra, esperando poder ver quien diablos había entrado en la casa. Tan solo sus voces y pasos, eran de adultos un hombre y una mujer.

—En esta no hay nadie. —agachada y casi si respirar escuché muy cerca de mi, luego como sus pasos se alejaban.

Mis hermanos, mis hermanos se encontraban arriba. Esperé un minuto después de no escuchar sus pasos y me levanté tratando de buscar algo con lo que poder defenderme, ya había atacado a muchas personas pero siempre había sido todo con un plan y estrategia junto con la academia. Avisté el picahielos, largo y afilado, perfecto. Lo agarré sin dudarlo apresurándome todo lo posible pero sin hacer ruido hacia arriba, donde los cabrones que habían entrado estaban. Justo al subir las escaleras comencé a escuchar disparos.

Me dirigí de donde venían, hasta que divisé a alguien de espaldas, con una cabeza de algún animal rosa. Corrí hacia él o ella clavándole el picahielos en el hombro justo cuando volvía a abrir fuego. Con un grito me empujó hacia atrás, mantuve el equilibrio, pegándole una patada en la cabeza, lo cual dolió más de lo que debía. Las cabezas eran de metal. Antes de que pudiese volver a disparar, esta vez hacia mi le volví a apuñalar ahora en la pierna. Su compañero estaba en el suelo donde Diego lo había dejado así que salí corriendo detrás de mi hermano.

Le seguí hasta el salón, donde ambos nos escondimos, el me hizo un gesto preguntando si estaba bien, a lo que yo solo asentí, haciendo el lo mismo para confirmarme que él también lo estaba. El oso y el conejo llegaron y comenzaron a disparar. Traté de cubrir todas mis zonas mortales, esperando que ni a mi ni a Diego nos alcanzase ninguna bala. Los disparos cesaron, alguien golpeando a otra persona podía escucharse. Salí de mi escondite, viendo como el cabeza de oso estrangulaba a Allison. Le pegué una patada en la pierna haciendo que la soltara del cuello, Diego llegó uniéndose, recibí un puñetazo que me tiró al suelo. Vi como Luther cogía al tipo por el cuello y lo lanzaba a la otra punta, fuera de la sala.

—¿Quién demonios son estos tíos? —preguntó exaltada Allison. La imagen del la noche en el café me vino a la cabeza, podía ser por eso.

—Cinco —susurré para mi, sabiendo que ellos venían a por él, no habría ningún otro motivo por el que alguien viniese a matarnos.

—De nada. —dijo Luther mirando a Diego. Le miré incrédula, ¿se iba a poner a discutir con él cuando nos están tratando de matar?

Antes de que pudiesen hacer nada nos volvieron a disparar. Empujé a Diego para antes de que recibiera un tiro que me llevé yo. Caí encima de él, me miré el abdomen de donde procedía el dolor agudo, la herida estaba cerca de la cadera, era perfecto, dos disparos en menos de una semana.

Diego le gritó a Luther que se fuera, él y Allison habían salido del salón mientras nosotros nos quedábamos ahí. Me miró preocupado, pero le di una mirada tranquilizadora aunque ahora fuese un colador. Salimos de allí lo antes posible, gracias a la adrenalina la herida no me era mucho impedimento.

Vimos como el conejo seguía a Allison, fuimos detrás de ellos hasta la cocina, donde ella peleaba con el hijo de puta que trataba de matarnos.

—Solo queremos al chico. —habló la que ahora sabía que era una mujer.

—Sabes, el otro día maté a unos cuantos de tus amiguitos, y eran muchos más que vosotros. —le solté para después correr hacia ella y pegarle una patada en el estómago.

Caí al suelo después de ser golpeada con una barra de hierro justo en la herida. Solté un grito de dolor, esa zorra me lo iba a pagar. Me levanté la camiseta, casi empapada por la sangre que seguía emanando, no parecía que hubiese ningún órgano o arteria importante dañada, tampoco salía mucha sangre lo que era bastante bueno.

—¿Estás bien, preciosa? —Alcé la vista ante la pregunta de Diego, asentí tratando de tapar la herida para que no se distrajese, pero no quitó su mirada de mi.

—¡Cuidado! —le grité al ver como el conejo iba a por él. Pero Allison le pegó una patada que hizo que cayera al suelo.

Miró como me levantaba con algún que otro quejido con la mano sobre el agujero, tratando de que no sangrase más.

—Estás sangrando.

—Solo es un rasguño, Al. —al estar ambos mirándome el conejo aprovechó para huir.

—Cógela, me quedo con ella. —Diego miró dudoso el cuchillo que le tendía pero lo cogió y salió detrás de ella.— Siéntate, te vas a desangrar.

—No —Avancé para salir de la cocina pero me agarró del brazo deteniendo mi paso.

—Necesitas que te lo cosan, no eres inmortal, Iva. —La miré, tenía razón, pero no iba a quedarme quieta.

—Solo es un rasguño. —repliqué tratando de irme.

—Iva no-

—¡No! Esos cabrones van a por él, ya hubo otros,y al parecer estos son mejores. —concluse poniendo rumbo a matar a esa zorra.

—¿De qué hablas? —gritó mientras me iba— ¿Qué otros Iva?

Llegué al hall donde Diego se encontraba tratando de levantar a Luther del suelo, le ayudé y seguido vino Allison. Cuando ya lo había puesto en pie la lámpara que se encontraba sobre nosotros cayó. Luther nos empujó y la gran lámpara de araña cayó encima de él. Yo había sido empujada junto con Diego. Mareada y con ayuda de Diego me puse en pie. Luther comezó a levantar todo el peso que caía sobre él, llevando junto con el objeto su camiseta poco a poco.

—¿Estás bien? —yo asentí con una sonrisa de lado, sabiendo que era una total mentira.

Al dirigir mi mirada de vuelta a Luther me quedé sin habla, su torso y brazos estaban cubiertos por un pelo negro largo y fino que apenas cubría su piel, la cual parecía negra o de un gris oscuro, que escondía sus grandes y fibrosos músculos, era como si esas partes de su cuerpo se hubiesen transformado en las de un gorila sin pelo.

Al ver que todos le mirábamos con impresión salió corriendo hacia la escalera, empujando a Diego y junto con él a mi. Esa pequeño movimiento fue suficiente para que perdiese el equilibrio, ya no había adrenalina que me diese fuerzas. Sentí como me agarraba por la cintura y trataba de sostenerme de pie, pero mis piernas no podían aguantar el peso por más tiempo . Me agarré a él, rodeándolo con los brazos por el cuello, sin verlo me alzó en el aire como una princesa, solté un pequeño gemido ante el movimiento. Me llevó hasta la sala del bar, donde previamente me habían disparado y me dejó sobre el sofá.


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¡Hola! Este es más corto como os dije porque lo dividí en dos. ¡Espero que os guste!

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Remains | The Umbrela Academy |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora