8. El cuchillo carnicero

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Bien, ahora que Shane había muerto, Fernando sabía lo que tenía que hacer. Supo que no habría marcha atrás, cogería un cuchillo carnicero de esos tan jodidos que eran capaces de cortar un dedo con fácilidad , y lo hundiría en el suave y cálido cuerpo de Pikachu. Seguro que se dejaba, o de lo contrario, todo se complicaría.

-¿Adonde vas? -preguntó Yuan, que estaba pegado a la valla metálica del colegio, dónde descansaban los restos de Shane.

-Tengo que hacer una cosa, antes de que muera alguien más. -siguió caminando hacia su casa, dónde el pikachu estaría durmiendo sobre el cojín.

Toda una avenida y cuatro calles, eso es lo que tuvo que recorrer Fernando para llegar a su "hogar", y cuando llegó le abrió la puerta su madre. (Mierda, no puedo matar a Ratita con ella aquí)

-¡¿Qué haces aquí, hijo?! -preguntó mamá sorprendida. Era demasiado pronto para salir del colegio. No reparó en la sangre, él supo limpiarsela por el camino, con un cleenex usado en el bolsillo de su chaqueta. En cuanto a la ropa manchada, la sangre se disimulaba bastante bien.

-Mamá, nos han mandado a nuestras casas. Al parecer no hay profesores porque están de huelga.

-¿En serio?...anda, entra que hace frío. -dijo mamá.

Y el niño entró esforzándose para no cojear, la pierna le estaba matando, mucho más que la herida del cuello que disimulaba la chaqueta afortunadamente negra. Fernando se adelantó, la madre se quedó atrás para cerrar la puerta.

-¡¿Y esto?! -dijo mamá-Parece sangre...

-(Qué joder) ¿Pasa algo mama? -dijo Fernando, y se giró.

Miró al suelo, las huellas rojas de sus deportivas azules le delataron, dirigieron la mirada de su madre a su nuca, donde recibió aquel golpe con el suelo, cuando uno de esos zombies se lanzó encima de él. Tenía una horrible brecha sangrante que se veía a un kilometro lejos.

-¡¡Fernando!! -gritó asustada mamá. Fue corriendo al teléfono fijo de la casa, muy cerca de la puerta que da a la calle. Iba a solicitar una ambulancia.

-Mamá, no seas exagerada, estoy bien, solo es pintura roja -dijo el niño más asustado que la madre, pero aún no se vio la herida de su nuca, solo sabía que sentía escozor, y fresco, como si su cráneo quedara desnudo en la nieve. ¿Tan fuerte fue el golpe? Se tocó la herida y palpó el tremendo bulto que se le había formado.

-Mire, necesitamos una ambulancia, ¡rápido! -dijo al microfono del telefono fijo, vocalizando a la velocidad del sonido, por lo que el sonido tardó más en llegar de lo que la madre tardó en pronunciar.

La ambulancia tardó más de diez minutos en llegar. La madre estaba desesperada, le preguntaba que le había pasado e inmediatamente después exclamaba que tardaban demasiado. Fernando no se quitó el abrigo para que no viera los mordiscos, pero era consciente de que en el hospital se lo dirían. Se preguntó donde estaría Ratita, y en último minuto, cuando la ambulancia estuvo en la puerta, Ratita apareció sin emitir ningún sonido.

-Ratita...-dijo mientras caminaba,esta vez cojeando, hacia fuera. La madre intentaba cojer a su hijo, pero él no se dejaba.-No le puedo matar...no soy capaz.

Metieron en la ambulancia a Fernando y luego lo sentaron en la camilla, su madre entró después. Estaba resultando ser la tercera peor mañana de su vida, lo pensó una vez el vehículo se puso en marcha.

***

-¡¿Qué clase de persona da esos mordiscos?! -dijo la madre.

-No lo sé, señora, pero le puedo asegurar que esas heridas son mordiscos humanos...-dijo el doctor- Por fortuna, va ha poder ir a casa hoy mismo. Eso sí, cuando se acueste que no duerma mirando el techo. Es mejor que no haga ningún tipo de presión sobre los puntos que le hemos puesto, tampoco en los de los mordiscos si es posible.

Ratita, un simpático pikachu olvidadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora