5.Enfadarse por tonterías

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Pikachu no creía en absoluto aquel sueño que tuvo, pero jamás sintió dolor en un sueño, no como el que había sentido aquella vez. La vez en la que Estrella sangrienta apareció amenazando con asesinarle, y que por poco lo consigue. Pero eso era imposible, por muy real que pareciera. Si no ¿por qué había desaparecido la sangre? ¿Por qué no estaba estaba herido en lo más mínimo? Lo único extraño en todo aquello era el simple hecho de haber dormido junto aquel niño que se dirigía a él como Ratita. Qué le empujo a ir allí era el único misterio. Porque a él no le gustaba dormir fuera de su cojín en la esquina, el prefería eso a cualquier otra cosa y jamás renunciaría a ello por un sitio más amplio, o un sitio más cálido, o un sitio más cómodo...nada de eso le haría cambiar de opinión. Después de todo allí dormía cuando estaba con ella, su antigua dueña...Ojalá estuviera bien, eso era lo único que deseó una vez ante aquella estrella fugaz. Qje fuera feliz allí donde estuviera, el resto daba igual...él amaba mucho a Miriam. Los motivos eran: en primer lugar, que fueron muy buenos amigos; segundo, ella era hermosa con sus ojos castaños y su pelo color café; tercero, su voz era la más dulce del mundo. De hecho, él se acordaba de cuando cantaba la canción de aquel anime...sobre un entrenador y su pokemon. Cambiaba un poco la letra y se la susurraba: "Pikachu va a ser el mejor, el mejor que habrá jamás...(no recuerda la letra)......eres mi amigo fiel...". Sobre todo le gustaba cuando le llamaba amigo, era lo único que probablemente no se borraría jamás de su cabeza. Si tan solo pudiera escucharla una vez más, podría restaurar las partes perdidas de la letra y la melodía. Lástima que no se pudiera. Al igual algún día emitían ese anime por la tele y por lo menos conseguía aprenderse la original...aunque siempre será mejor la versión de Miriam. O mejor aún, tal vez se reencontraba con ella y conseguía que ella misma se la cantara. Pikachu no paraba de recrear ese momento, y sería tan genial poder recitarse la canción a si mismo para representar aún mejor aquella escena...

-Pikachu va a ser el mejor...el mejor que habrá jamás...(no recuerda la letra)...mi amigo fiel...-cantó la Miriam de la imaginación de pikachu sin afinar demasiado. No era fácil recrearlo-¿Quién es mi pikachu bonito? ¡Pero si eres tú!

Pikachu se acostó en el cojín de siempre y lo regó con sus lágrimas ¡Qué tonto!...ni que hubiera un jardín con flores y todo de verdad, pensó. Daba igual, el cojín absorbía las gotas que caían como si lo fuera, y daba un fruto amargo que le consumía, pero no estaba dispuesto a dejar de probar. Acabaría enloqueciendo si no dejaba de pensar en ella, porque los rastros de aquella canción nunca dejaba de sonar cerca del oído, se la cantaba a sí mismo una y otra vez. Seguro que todo eso de la Estrella sangrienta significaba que ya había empezado. Pikachu no se durmió, comenzó a dormitar reflexivo y otra vez regó el cojín, alimentado el fruto que acabaría con su sobriedad.

El caso es que el niño ese se había ido con su hermano mayor afuera, a la calle. Era domingo, y el sábado hicieron lo mismo, salieron afuera, solo que sin desayunar. Cuando volvieran, le gustaría poder preguntarle al niño ese sí había visto lo mismo, lo que había ocurrido aquella noche del...¿viernes?. Sí, debió ocurrir el viernes. Por desgracia no podría, ese niño no entendía nada de lo que intentaba decir. Si así hubiera sido, ya le abría pedido (suplicado) que dejara de llamarle de ese modo, era un mote ridículo "Ratita"...puej. Pikachu seguía dormitando, como antes, entre el sueño y la meditación. Imaginando otra vez la voz de su dueña «Pikachu va a ser el mejor...jamás...am.....amigo fiel» más lágrimas se le escapaban y pensó que era natural; no obstante, aún nada estaba del todo perdido.

***

Los dos hermanos estaban pasando aquella mañana tan agradable. Fernando no recordaba habérselo pasado tan bien junto a su hermano en años, o como poco en meses; y eso que solo caminaban por las calles de la ciudad que había odiado hasta ese momento. Eric podía ser un pesado y un poco ruin a veces, pero tuvo que reconocer que esa mañana y la anterior se había comportado genial con él. Y de alguna manera consiguió que él le mirara de una forma muy distinta, como si le acabara de conocer de nuevo tras muchos años sin poder verle. Era mucho mejor ese nuevo hermano mayor que le sacaba a pasear y hacía que se divertieran hablando de un millón de cosas.

Ratita, un simpático pikachu olvidadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora