Ratita, un simpático pikachu olvidado

PARTE II: 3. Trabajo sucio

Si hay algo que se le daba mal a Eric, era resignarse y estuvo apunto de hacerlo. Los cristales del suelo, procedentes del espejo roto, les reflejaban como si los observaran. Eric y Pikachu salieron del cuarto de baño y encontraron lo que nunca imaginaron, una especie de híbrido entre hombre y ducklett... una barbaridad repugnante. Llevaba un hacha en su mano izquierda, la única que tenía, porque en la parte derecha solo tenía una pequeña ala azul. Su rostro terriblemente deformado no era de maldad... era de profunda tristeza.

—¡Qué Joder! ¿ahora esto? —exclamó Eric.

—Yo... —sonó la voz grave de aquella cosa— No tengo opción.

—¿A qué te refieres? —dijo Eric con una mueca que era de miedo y al mismo asco.

Aquel monstruo horrible señaló a Pikachu con el hacha.

—Fernando murió, y ahora debes morir tú —dijo acercándose al, asustado como una ratita, Pikachu.

Eric no había escuchado mal, su hermano había muerto. Sintió que le flojeaban las piernas y que sus ojos se humedecían, y luego sus mejillas, pero no podía perder el tiempo... pikachu seguía vivo, tenía que salvarlo costara lo que costara, ¿Su hermano lo habría hecho?....

—Detente.

—No puedo, lo tengo que hacer...

Eric se interpuso en el camino del monstruo.

—¡Pikachu corre!

Pikachu negó con la cabeza, estaba como bloqueado. Eric no sabía si coger al pokemon y salir corriendo o no moverse del sitio y volver a insistir a "Ratita" para que se fuera. Si no reaccionaba entonces sería una estupidez, mejor la primera. Eric coge a Pikachu y sale corriendo con él entre sus brazos, al salir por la puerta de la calle vió a una vecina saliendo con el con un bolso a juego con el gorro de paja adornado con un exagerado floripondio.

—Hola Eric —dice— oye tengo un trabajito para ti muy bien pagado.

—No puedo atenderle ahora, lo siento

Detrás de los dos amigos, aquella cosa lanzó su hacha y de alguna manera Eric sintió el silvante sonido, se apartó y el hacha acertó en la mitad del pecho de la señora Floret (la vecina).

—¡Noooooooooo! Lo siento señora Floret, no podré hacerle ese trabajito —se despidió de ella y se fue corriendo, miraban atrás de vez en cuando para saber si aquello les persigue; sí, lo hacía tras arrancar el hacha del pecho de la señora, que dejaba un río de sangre que bajaba calle abajo.  La pobre señora se estiró en el suelo sin poder creerlo, se tocaba con los dedos la profunda hendidura que el hacha le había dejado entre sus senos. ¿Su marido se enfadaría? No... pensar eso era una gilipollez.

—¡No sé que podemos hacer! —dijo Eric sin parar de correr, jadeaba y lloraba a partes iguales.

—Pika...

Al final del la calle, un coche parado puesto en marcha dio a Eric una idea. El conductor estaba mirando el capó y Eric se coló en el interior del coche, fue marcha atrás, giró y aceleró a tope hacia aquella cosa que no era ni hombre ni pokemon... el monstruo horrible se percató de las intenciones de Eric y lanzó el hacha al parabrisas quedándose clavada en él. Unos segundos después el coche pasó por encima de aquello dejándolo mortalmente herido. El propietario del coche se acercaba voceando y amenazando con llamar a la policía.

—¡Señor, lo siento mucho por su coche! —gritó cuando todavía estaba alejado— Pikachu, usa onda trueno contra él.

—¡Pikaachu! —asiente y obedece, el propietario del coche queda paralizado en el sitio incapaz de moverse y hablar.

—Cosa asquerosa, mas te vale decir porqué estás aquí y que ha pasado con mi hermano.

—Lo siento... —dice, acto seguido se trasforma en un pequeño ducklett  al que le falta una ala.

Pikachu sentía algo de pena por el pokemon, porque no soportaba ver a los demás agonizar. El ducklett lloriqueaba y ellos, viendo que no llegarían a nada, se van abandonandolo a su suerte. Pikachu no dejaba de pensar en que tal vez hubieran matado a alguien ¿que posibilades había de que sobreviviera? En realidad si que las había, de hecho esa no sería la ultima vez que se encontraran con el ducklett, porque eso era, un simple pokemon.

—Maldita sea... estrella sangrienta me las pagarás —pensó sin dejar de lloriquear... nunca había sido un mal pokemon...nunca...si hubiera tenido otra opción no lo habría pensado dos veces en ayudar a esos dos.