Capítulo ocho: "Mi feliz navidad".

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"¿Cómo puedes decir que no me quieres?

Cuando hice todo lo posible para salvar el día".

In the end – Andy Gibb.

Todas las estaciones de radio repiten tanto especial de navidad, como saludos familiares con canciones demasiado comerciales, pegadizas y chirriantes. Las tonadas me remontan al tiempo de mi niñez, provocándome más frustración y rechazo a este día. Vuelvo a cambiar la emisora, y encuentro una estación con una música más tranquila. Tiene esa tonada triste, y aunque no soy de este tan fan de ello, puedo detenerme a pensar en lo sucedido hasta hoy.

La sonrisa de Alissa y su mirada dulce, es como la reproducción de un disco rayado en mi cabeza. Aunque quiera detenerlo, no lo logro... y solo consigue que siga hundiéndome en esa palpitar de mi corazón. Me maldigo, porque siento que esto me vuelve loco... y es que nunca me había sentido así. Nunca deseé flecharme en alguien, y esta vez no será la excepción.

"Esto es sólo una etapa tonta que estoy pasando".

Aunque la haya visto ayer, no puedo contener el sentimiento de echarla de menos. Sin embargo, las dudas en mi cabeza se hacen grandes cuando estaba al lado de Tommy. No sé porque tiendo a comportarme como un tempano de hielo, cuando estoy dentro de aquella situación.

 No sé porque tiendo a comportarme como un tempano de hielo, cuando estoy dentro de aquella situación

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Ella vestía un vestido floral, mientras toda su atención estaba en él. Reía de una manera espontánea, que mi mente no dejaba de maquinar en una tortura grandiosa para ambos. No comprendí la gravedad de mi situación, hasta que Vince se acercó a mí y me susurró: "Estás totalmente perdido, Nikki". Soltó unas carcajadas, antes de volver a agarrar un cigarrillo y llevárselo a los labios.

Es ahí que terminé desviando mi mirada para donde se encontraba nuestro guitarrista, quien no dejaba de reírse con muecas extrañas.

—¿Qué me ven? —Escupí mis palabras con molestia, pero eso solo hizo que Mars vuelva a reírse en mi cara—. ¡Demonios! ¡Dejen de joderme!

No me detuve y terminé pasando por el medio de esa parejita, que se encontraba cerca a la puerta de la cocina. Busqué algo de alcohol por todas las alacenas, así que cuando lo tuve entre mis manos, no pude detenerme y bebí casi la mitad de un porrazo. De verdad, que alivió mis nervios que habían crecido como una bola de nieve.

—¿Estás bien? —esa misma voz me sacó del trance, para llevarme al mismo infierno.

No quería verla, obvio que no... pero se me hacía tan dulce obviarlo de mi lista.

—Sí, ¿por qué no lo estaría? —repliqué sin más, y con un dejo despectivo. Ella lo entendió, porque alzó las manos y se alejó sin más—. ¡Maldición! ¿Por qué soy tan estúpido?

Dulce hogar. |Nikki Sixx, Tommy Lee|Where stories live. Discover now