Capítulo seis: "Quiero comenzar de nuevo".

393 85 9
                                    

"Intento detener el temblor de mis manos,

Pero hay algo en mi mente que no tiene sentido.

Ha pasado un tiempo desde que estamos solos,

Y no puedo ocultar más lo que estoy sintiendo".

Your love – The Outfield.

¿Crees que podríamos comenzar de nuevo? —Replica nuevamente, alzando un poco el tono, y así por fin, sacándome del trance que se formó entre mis fantasías más descabelladas—. Allie... ¿Puedo decirte así? —Murmura, antes de pasar una mano por su cabeza—. Mierda, no sé si la estoy cagando, ¡dime algo!

Abro levemente la boca, sin ninguna palabra que pudiera salir de mis labios.

Sin embargo, tengo una duda que me invade desde el fondo de mi mente.

—¿Eres Nikki Sixx en verdad? —pregunto estúpidamente, y él suelta una risa suave y melódica—. ¡Demonios! Me estás jugando una de tus bromas, ¿no?

Niega levemente con la cabeza, y antes que me alcance la flor, acerco mi mano hacia su frente. Es que esto no puede ser más que un sueño o pesadilla, porque tan mala ha sido la reputación de Nikki, que jamás pensé que rompería su orgullo de esta manera... y menos, cuando sentí su odio tan cerca de mi corazón.

—No tienes fiebre... ¿Te sucede algo? —cuando pronuncio estas últimas palabras, me topo con sus ojos color avellana, sumado a ese silencio tan único que no he vuelto a sentir desde ese día—. Pensé que esto era un mal chiste... Lo siento.

Sin embargo, está quieto y con la mirada fija en la mí, mientras mis nervios vuelven a incrementar de manera exponencial y mi estómago se estremece. No sé cuántos segundos pasan, pero puedo percibir cuando sus ojos se detienen en mis labios. Mis manos siguen quietas en sus mejillas, y es como si todo estuviera conspirando en contra de nosotros. No obstante, un carraspeo de su parte nos hace separar.

—No te preocupes... —rompe el silencio, mientras intenta divisar algo dentro de mi sala para pasar por desapercibido lo que nos sucede—. Me comporté como un hijo de puta, así que te dio una visión mala de cómo soy.

He desviado la mirada, pero cuando pronuncia lo último, me hace recordar todo lo que me han hablado de él y lo tan inhumano que es, del porque simplemente nunca se engancha en los sentimientos, y tiende a manipular a las mujeres de su entorno. Todo me toma tan desprevenida al punto en que debo pensar que es un chico con novia, donde no tengo ninguna posibilidad. Solo amigos podemos ser.

—Entonces... ¿Cómo eres? —mi mirada se encuentra con la suya, cuando levanto mi rostro.

Mis sentimientos dependen de un hilo de la cordura, cuando formulo tal pregunta. Ese silencio que se forma segundos después me tiene totalmente pendiente si he hecho mal o bien. Me tortura como el peor de los castigos, y al mismo tiempo, el más idílico de toda mi existencia. Es como un suave manjar que se escapa entre gritos ahogados de pasión, siendo los únicos participes de tal acontecimiento.

El sentimiento parece desbordarse de nosotros, y no sé si es por el fuerte control de emociones que mantenemos, pero seguimos en silencio como dos personas que solamente se comunican por la brisa mañanera y el latido de nuestros corazones.

—No lo sé... —responde con un tono de confusión, que es todo lo contrario a la firmeza de convicción y seguridad que sostiene—. No sé cómo explicarlo —se muestra algo agobiado—, supongo que te irás dando cuenta como soy.

Me parece tan extraño que no tenga alguna idea para describirse, como la postura seria que está mostrando para ocultar bien todo lo que siente.

—¿Por qué? —me da una mirada extraña, a lo que prosigo continuar—. Lo que quiero decir, ¿por qué no sabes cómo eres?

—Porque todos tienen una opinión diferente de mí —vuelve a mirar dentro de mi sala, dándome cuenta de que he sido muy mal educada por no invitarle a entrar—... como tú —al oír que me nombra, vuelvo a verlo a los ojos—. Debes pensar que soy un imbécil de primera, ya que... mi reputación no es buena con las chicas, ni con mis amigos.

Estoy a punto de hacerle la señal para que podamos ingresar, pero me detengo bruscamente al oír sus últimas palabras. Me quedo quieta de la vergüenza, mientras un rubor avanza por mis mejillas. Todos los rumores que creí cuando me contaron sobre él, y de la misma forma lo juzgué por verme como una groupie o una acosadora. Mi doble moral me hace ver como una impresentable frente a él.

—No quiero molestarte más —la flor desaparece de mi vista, cuando sus manos se esconden en sus bolsillos—. Debes estar ocupada, y las llamadas por teléfono no son para nada baratas.

He caído en cuenta que soy quién ha embarrado todo.

—Yo... —ahora, soy quién no sabe cómo expresarme exactamente, y lo único que se ve claramente, es la sonrisa burlesca en sus labios—. ¡Demonios! —Me irrito, y trato de ponerme firme—. Dame un minuto.

Él alza su dedo para objetar, pero ya he dado media vuelta para dirigirme donde se encuentra el aparato. Tengo los pelos en punta, y miles disculpas que debo susurrarle a Tommy por la preocupación que pude causarle en estos momentos. Veo el reloj colgado en la pared, y diviso que ha pasado alrededor de veinte minutos.

Respiro hondamente, mientras cierro mis ojos y suelto un largo suspiro. Mis dedos siguen viajando por el cordón principal, dándole vueltas sin cesar.

—¿Hola? —musito vagamente—. ¿Sigues ahí?

Sin embargo, no obtengo ningún sonido como respuesta.

El pitido muy recurrente de la línea manifiesta que finalmente ya había cortado.

Mierda.

Vuelvo a girar la cabeza, y me percato que el pelinegro tampoco se encuentra. Todo parece esfumarse como un sueño entre mis manos, volviéndose al final en una pesadilla. Suelto nuevamente un suspiro de agobio, por lo que me acerco a mi puerta para dar por terminado todo, y dejarme caer sobre mi sofá.

Aunque cuando estoy a punto de cerrar, diviso su cabellera cerca de mi motocicleta.

—¿Qué haces? —Inquiero con suspicacia y mofa, ante su mirada atónita—. ¿Te sorprende que una mujer maneje una moto? ¿O qué no sea de colores pastel?

Él hace una señal de haber sido atrapado.

—Diste en el tiro, Allie —replica con sarcasmo—. Aun así, imaginé que esto era de algún acompañante masculino.

Arrugo la frente, y entonces, escucho unas carcajadas escapar de sus labios.

—¡Eres tan inocentona, Dunne! —replica entre risas, mientras continúo con los brazos cruzados y una expresión seria. Puedo ver como su sonrisa juguetona todavía no se desvanece, así que siento que está preparando algo—. Ahora, ¿tú podrías jalarme a mi casa en esta grandísima maquinaria?

Un clic resuena en mi cabeza, mientras una idea grandiosa aparece como un letrero gigantesco frente a mi nariz de lo que puedo demostrar.

—¿Por qué no? —Le devuelvo una sonrisa de lado, al mismo tiempo que mi cabello cubre parte de mi rostro—. ¡Prepárate, Sixx!

Me muestra el pulgar al aire, provocando que mis sentimientos den revuelo como el cantar de los pajarillos.

"No estoy enamorada, solo es una etapa tonta que estoy pasando", me repito insistentemente a mí misma, cuando siento su aroma cerca a la mía y sus manos viajar por mis cabellos para colocar la flor de mi jardín.

—Te queda muy bien, Allie.

Tan cerca estamos, pero tan lejos a la vez cuando su mirada se desvía y recuerda que no ha llamado para nada a Vanity.

Es como el nuevo comienzo de una historia sin base para nosotros.

Dulce hogar. |Nikki Sixx, Tommy Lee|Where stories live. Discover now