Capítulo trece: "Ella es mi todo".

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"Uno de nosotros está llorando,
uno de nosotros está tumbado
en su cama solitaria,
mirando fijamente al techo,
deseando estar en otra parte".

One of us – ABBA.

Entre mis pasos lentos y el juego que hace mis dedos con los palillos de la batería, puedo distinguir que mi furia está lejos de cesar. Mi drama matrimonial es tal cual una mediocre comedia inglesa, porque no tiene sentido y gracia. Es un infierno que te consume de a pocos, y donde las cadenas no te sueltan por nada. Los minutos siguen avanzando, y no sé cómo calmar mis ganas de romper todo, ya que toma posesión de mis impulsos más primitivos, y me vuelve un ser inservible.

La pantalla del teléfono no muestra alguna señal de llamada entrante, y lo único que parece tan real son los latidos fuertes de mi corazón. Así que, cuando oigo el sonido del timbre de la puerta, corro como un loco desesperado que tiene la maniática fantasía de que sea su esposa añorada. En aquel momento, la odio y la amo al mismo tiempo, en la mezcla perfecta de nuestros últimos días.

—Tommy...

Sus ojos marrones me ven con mucha ansia, y lo único con cual puedo responderle es con una expresión de desconcierto. Ella lo entiende muy bien, porque me devuelve una sonrisa de lado y quita con suavidad los instrumentos de mi mano. Aun así, no puedo quitar la maldita idea de que Heather pueda aparecer cuanto antes, por lo que siento que fue una terrible idea llamarla.

Antes de que le pudiera decir algo, salgo del marco de mi puerta y trato de observar por ambos lados de la acera, si es que hay alguna señal de su presencia. Sin embargo, la negativa como respuesta abunda en el ambiente, y el cual me rompe de a pocos. De pronto, siento unas manos que viajan por mis hombros e intenta calmarme.

—¿Qué ha pasado?

Me doy una media vuelta, y esta vez, si la puedo reconocer como es. Ella es la única que se muestra tan real frente a mí, y ha demostrado que puedo confiarle hasta mi propia alma. En medio de toda la soledad, creo poder ver un brillo tan característico en sus ojos que me llaman mucho más la atención, como la dulce expresión de preocupación que flota en su rostro.

Lo único que sale de mí para responderle, es un abrazo que necesito demasiado.

Ella me está engañando.

Sus manos sostienen mi rostro, y es como si intentara inspeccionar mi actual situación psicológica. Sin embargo, las lágrimas parecen apoderarse del momento, porque van saliendo tan pronto como intento detenerlas. A pesar de su corta estatura, ella se mantiene firme y en cuclillas para abrazarme esta vez, por mi cuello.

—Lo siento tanto...

Solo atino por susurrar lo siguiente: "No lo sientas, por favor".

No me gusta dar pena, y menos que me traten como un pusilánime.

No vuelvo a dirigirle la mirada, por lo que la desvío mi atención hacia el suelo y le hago un ademán para entrar a mi casa. A lo que ella entiende sin decir alguna palabra más, mientras toma con más fuerza su maletín negro. Ambos al estar dentro, soltamos un largo suspiro, y al notar que ambos hemos tenido la misma reacción, soltamos una leve risa.

—¿Cómo te sientes ahora? —Murmura, al mismo tiempo que pasa su mano sobre su mechón desordenado para colocarlo detrás de su oreja—. Sabes que estoy para ayudarte en lo que sea, Tommy.

Me doy vuelta, y camino hasta el sofá de mi sala para dejar que el peso de mi cuerpo se hunda, como mis sentimientos que toman posesión de mi cuerpo.

—Me siento como si me hubiera arroyado un tractor —replico, mientras busco un cigarrillo en mi pantalón.

Escucho más cerca sus pasos, pero opto por no verla.

—¿Estás seguro de lo que supones?

Coloco el porro entre mis labios, pero no encuentro el encendedor en ninguno de mis bolsillos. No obstante, ella parece llevarme siempre la delantera, porque ha sacado uno entre sus cosas y lo ha prendido delante de mí.

La llama se ve tan esperanzadora, como el brillo de sus ojos cristalinos. Es tan extraño que, en tan corto tiempo, hayamos conseguido tener una confianza arrolladora en el cual mantenemos, esa conexión especial en nuestra amistad. Es como si nos conociéramos por muchísimo tiempo, a pesar de que la realidad sea distinta.

—Sí —murmuro en un hilo de voz—. No quise verlo por mucho tiempo, pero estoy seguro de todo.

En verdad, la necesito.

—No entiendo —responde, frunciendo el entrecejo—. Me contaste de tu reconciliación, y todo parecía marchar tan bien como una segunda luna de miel. Además, siempre se ven de maravilla en las revistas y sesiones de fotografía.

—Diste en el clavo, Alissa.

Ella me mira confundida, a lo que suelto una risa irónica en vacilación a la afirmación.

—Suena doble moral que me indigne, de verdad —encalo un poco del cigarro, antes de continuar—. Yo he sido infiel en las giras, pero...

—Jamás creíste que ella te haría lo mismo, ¿no?

—Sí... Nunca pasó por mi mente que sucedería —nuestras miradas se conectan, y es como si todo lo que pensáramos encajara—. Cuando regresé, todo se volvió tan indiferente entre nosotros. Siento que se dio cuenta que nuestra relación era tan superficial, y que solo vivimos de los recuerdos de los primeros meses —de alguna manera, me percato que estoy llorando, cuando las lágrimas caen sobre mis rodillas—. Yo no puedo vivir lejos de ella... Es mi todo, lo juro.

Un silencio se produce entre nosotros, cuando he marcado la intensidad de mis sentimientos al final de mi declaración de amor por Heather. Nunca me había percatado que, después de todo, soy quien ha revivido la chispa cuando parecía todo perdido en mi matrimonio.

—¿No crees que eres demasiado dependiente de ella?

—¿Dependiente? —alzo una ceja en señal de no comprender.

—Sí, porque todo tu mundo se centra en ella, y no en ti, Tommy —se acerca lentamente, hasta sostener mi mano e intentar quitarme la colilla—. Eso no es bueno, ¿entiendes?

—¡Yo siento que lo único malo es que ella me mintió! —Replico con fastidio, mientras quito su mano y lo alejo de su propósito—. ¡Necesito saber cómo me engañó, y me hizo creer que estaba en una estúpida película! —la furia se apodera de mí, al punto que tiro la colilla y lo piso con fuerza—. ¡Necesito saber cómo me encontró un reemplazo! ¿Fue durante la gira? ¿Algún compañero de su elenco? ¿Algún productor o director? —me vuelvo loco con cada segundo que pasa, y ella se ha alejado de mí—. ¡Necesito saberlo, y capaz pueda perdonarla!

Estoy a punto de levantarme porque la frustración me ha invadido completamente, y necesito romper cualquier cosa que me recuerde a mi esposa. Sin embargo, el agarre fuerte de Alissa, en mi brazo, me toma desapercibido. Ella sostiene una inyección en su mano derecha, y es como si me hubiera encontrado en mi momento más vulnerable, porque no sé cómo reaccionar. Lo coloca cerca de una vena, y el líquido trasparente se introduce tan perfectamente en mí.

—No pensaba hacer esto, pero estás demasiado exaltado —responde suavemente, cuando aún la sigo viendo perplejo—, y no quiero que te hagas más daño, o que le puedas hacer a alguien.

Un clic se oye dentro de mi cabeza, y las piezas encajan en su lugar. Me dejo caer despacio sobre mi sofá, mientras mis músculos se sienten más relajados y mis parpados se vuelven cada vez más pesados.

—Te traeré una manta.

—¿Te irás después? —susurro, mientras la observo en su dirección. Ella se ha detenido en su marcha, y se ha volteado para verme a los ojos—. Por favor, solo quédate conmigo un poco más.

—No me iré, Thomas —al pronunciar mi nombre sin ningún diminutivo, me hizo sentir mucha seguridad—. Tranquilo. Descansa, ¿está bien?

Sus pasos se van alejando un poco más en busca de mi habitación, y no sé en qué punto pierdo la claridad de mi visión, porque todo se vuelve negro y borroso. Mi mente me pide un poco de descanso a mi martirio, pero la imagen de mi rubia no se desvanece con nada... como su voz risueña.

Es como si aún pudiera oír su voz a la lejanía.

Dulce hogar. |Nikki Sixx, Tommy Lee|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora