Noche memorable.

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El rugido de la motocicleta se apagó suavemente mientras Tom y Tord llegaban a la casa. El sol aún brillaba con fuerza, indicando que apenas eran las cuatro de la tarde. A pesar del tiempo que habían pasado juntos, Tom ya se sentía más cómodo viajando con Tord, como si hubieran hecho esto mil veces antes. Sin embargo, al desmontar de la moto y quitarse el casco, una sensación de decepción lo invadió; no quería que el paseo terminara tan pronto.

Tord, por su parte, bajó de la motocicleta con la misma calma de siempre, recogiendo el casco de Tom como si fuera parte de una rutina diaria.

- Alístate - ordenó Tord, con esa seguridad que a menudo confundía a Tom.

Tom frunció el ceño, ligeramente desconcertado. - ¿Cómo así? - preguntó, observando a Tord acomodar ambos cascos sobre la motocicleta.

- Es tu sorpresa. Vamos a salir - respondió Tord, tan tranquilo como si estuviera anunciando una simple cena.

Tom lo miró con curiosidad, una ceja alzada mientras intentaba descifrar el plan de Tord. - ¿Cómo una cita? - aventuró a decir, sintiendo un leve calor en sus mejillas al pensar en la posibilidad. - Creí que yo te invitaría primero.

Para su sorpresa, el rostro de Tord se sonrojó de manera casi imperceptible, y en sus ojos grises, normalmente fríos y calculadores, apareció un destello de pánico. - ¡No! - exclamó rápidamente, casi con desesperación.

Tom parpadeó, confundido por la respuesta tajante. - ¿No? - repitió, la decepción filtrándose en su voz.

Tord se apresuró a corregirse, agitando las manos como si intentara dispersar la tensión. - O sea, sí, pero no ahora. Es después de... - titubeó, buscando las palabras correctas, antes de retomar su compostura habitual. - Tú solo alístate, que tienes un concierto que dar y estaré en primera fila, así que me tienes que impresionar.

Tom lo miró fijamente, su mente intentando procesar las palabras de Tord. - ¿Cómo? No entiendo - admitió, rascándose la nuca con confusión.

- Te dije que te conseguiría un contrato, ¿no? - respondió Tord con una media sonrisa, como si todo fuera obvio.

Tom se quedó inmóvil, procesando lo que acababa de escuchar. El recuerdo de aquella conversación lejana, cuando Tord había mencionado algo sobre ayudarlo a avanzar en su carrera musical, volvió a su mente como un eco. No había tomado en serio las palabras de Tord en ese momento, pero ahora, con la realidad frente a él, todo cobraba sentido.

Tord dio un paso más cerca de Tom, su expresión más seria, pero sus ojos revelaban una mezcla de orgullo y expectación. - Este es tu momento, Tom. Quiero que lo disfrutes. - Dijo Tord, su tono firme pero con una sutil calidez que pocas veces mostraba.

Tom lo miró, sintiendo una mezcla de gratitud y nerviosismo, pero sobre todo, una chispa de emoción. Tord había cumplido su promesa, como siempre lo hacía, de manera inesperada y sin alardes. Y aunque el británico no lo admitiría tan fácilmente, esa sorpresa lo había tocado más de lo que pensaba.

Con una sonrisa que intentaba ocultar su apuro, Tom se dirigió hacia la puerta de la casa, deteniéndose un momento antes de entrar. Giró la cabeza y, con un tono casi desafiante, dijo:

- Más te vale estar ahí a tiempo, porque pienso dar el mejor concierto de mi vida.

Tord sonrió, satisfecho, mientras lo veía entrar. - No esperaba menos de ti.

PORK SODA ∬ TomTordWhere stories live. Discover now