— Acompáñame al patio trasero. — expresó con furia en sus palabras, agarrándome del brazo. — ¿Me puedes explicar que pasa entre Dimitri y tú? Carajo... ¿A caso lo prefieres a él? — susurró exaltado buscando las respuestas en mis ojos.

Me quedé mirándolo, el frío me calaba los huesos, pero la rabia que se sentía en el ambiente no era normal .

— No es eso, no sé que le sucede a tu amigo. Tú lo conoces... — dije entre ademanes para poder tranquilizarlo, parecía que la vena de su cuello iba a reventarse y llenarme de sangre.

— Perdón, no puedo compartirte. — dijo sujetando mi nuca, enredándose algunos cabellos en sus dedos. — No puedo... — juntó mi frente con la suya, la besó.

En cada beso que daba repetía las mismas palabras "No puedo."

Se despegó de mí y me empujó desde la espalda baja, haciendo que retomara camino adentro de la casa.  Cerrando la enorme puerta de vidrio detrás de sí.

Estiró la mano y sujetó mi cabellera entre sus dedos, solamente por unos momentos antes que esta cayera de nuevo en mis hombros.

Nos reubicamos en la mesa en un silencio enorme, las velas del centro seguían prendidas, algunos vecinos disfrutaban de la pirotecnia en la calle.

— Quería empezar yo, si no es molestia. — dijo Dimitri, levantándose de la silla,quedando en el mismo lugar. — Creo que necesito decir esto, y dar las enormes gracias al universo porque este lugar me parece maravilloso y una de las razones por las cuales viajé a Vermont fue para mudarme, estaré a la vuelta de la manzana. — elevó su copa al aire.

Anthony se tragó sus ganas de cortar su vientre en ese mismo momento. Agarrarlo de la cabeza y estamparla en la mesa, luego agarrar el cuchillo con el que cortamos la carne y rebanarle la cara, los dedos y mutilarlo. ¿En dónde quedaría su cuerpo? Quedaría en nuestros estómagos, ¿Los huesos? Volverán a la tierra.

Miraba a Dimitri serio, pero era toda una farsa, esa mierda no la iban a creer.

— Me alegro mucho con eso Dimitri, me hace feliz saber que tengo a un amigo cerca de mí. — sonrió de medio lado.

O puedes tener al mismo demonio en tu villa, pero lo malo de tener dos demonios en un mismo lugar por una misma presa es que... ¿Quién se queda con ella?

Los miré a los dos, mi cabeza no dejaba de darle vueltas a las diferentes situaciones desagradables en las que me vería envuelta. Esto me llevaría a una muerte anunciada, una muerte que se avecina en este mismo momento.

Pero no haré nada, si este auto sin freno se estrella, moriré.

— A mi me alegra saber que hay una familia a donde acudir, y una niña a quién consentir. — sonrió aún con la copa en alto, bajando la vista a través de su brazo hasta mis ojos.

Luego de eso bajó la copa y se sentó en la silla nuevamente, no bebería hasta que todos demos nuestras gracias.

Anthony se paró con su copa en la mano y nos miró a ambos. — Espero que te vaya muy bien en lo que sea que hagas en este hermoso pueblo de Vermont. Woodstock está feliz de tenerte. — elevó más la copa en el aire, mantuvimos contacto visual — Quería decir otras palabras, pero no sé como empezar. Gracias a las personas que me dejaron conservar a esta bella dama de aquí, Christine Bloom, mi hija. — sonrió — mi tesoro, mi alma, mi vida y lo más valioso que tengo en este mundo tan cruel, la única luz de paz que hay. Lo único puro.

No sabía que decir, lo miraba con expresión seria mientras tomaba asiento dejando su copa de lado. ¿Esperaban que dijera esas mierdas cursis? No puedo, jodanse.

Lo más valiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora