Capítulo 7

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—Acabamos por hoy, muchachos —les dijo Boyd—

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—Acabamos por hoy, muchachos —les dijo Boyd—. Recojan sus cosas y disfruten el resto del día.

Sirhan y Wyatt estaban bañados de sudor, pero aun así deslizaron una sonrisa de satisfacción. Boyd había aumentado la exigencia al ver la gran capacidad de sus corredores y el resultado había sido un intenso entrenamiento de más de dos horas. Ahora era el momento de descansar.

—Mi propuesta de invitarte a almorzar sigue en pie —le dijo Wyatt ni bien alcanzaron los vestuarios.

—Créeme, no lo olvido. Mi estómago cruje hace más de media hora.

Se dieron una ducha para quitarse la transpiración y acomodaron sus pertenencias en los casilleros. Cuando todo estuvo listo, abandonaron los cambiadores y se despidieron de Boyd. Pensaron que los dejaría ir sin decir palabra, pero estaban muy equivocados. Su jefe no tardó en alzar la voz.

—¡Wyatt! —gritó y el joven se volteó—. Recuerda acostarte temprano para estar con fuerzas mañana.

Desde que Wyatt había clasificado a las carreras del domingo, Boyd no había dejado de decirle que durmiera nueve horas diarias para estar descansado, y su recomendación empezaba a cansarlo. Wyatt tuvo el impulso de contestar que ya lo sabía, que le había refrescado la memoria demasiadas veces, pero se limitó a asentir.

—Disfruten. Y cuidado con lo que comen. Nada de calorías ni grasas en exceso.

—Ni me lo digas.

Caminaron un par de cuadras y alcanzaron el edificio de Wyatt. El guarda de la entrada les dio la bienvenida y Sirhan se sorprendió de su amabilidad. Memorizó la dirección de su amigo —edificio E444, departamento 4F— y la recitó en todas direcciones. Recién cuando pudo decir sin titubear «F4 otnematraped, 444E oicifide» y «fdioEic 44E4, tetmaodpnara F4» se aseguró de que no la olvidaría.

—No sabía que vivíamos tan cerca —le dijo mientras subían por las escaleras.

—Es genial, ¿no crees? —contestó Wyatt. Y luego de unos segundos añadió:— Bienvenido a mi nuevo hogar.

El departamento de Wyatt tenía un estilo minimalista que rompía con la opulencia de Boyd y el ordenado desorden de Doron y Stone. Había una mesa de madera rústica en el medio de la sala, un televisor de pantalla curva y un estante con elementos de musculación. Sobre las paredes verde agua había un único marco digital que mostraba fotos de corredores famosos. Sirhan los reconoció a todos: Gay, Blake, Griffith Powell, Fraser-Pryce, Gatlin, Bolt, Ingram...

—Toma. —Wyatt le entregó una parva de ropa—. Cámbiate la ropa sudada para no enfermarte.

—Gracias.

Sirhan salió de la habitación de su amigo y sonrió al ver que Wyatt tenía un delantal negro amarrado a la cintura que decía Mr good lookin' is cookin'. «Tiene una autoestima importante» pensó, divertido, mientras se acomodaba a su lado. Wyatt le indicó que lo ayudara a poner los vegetales sobre la mesa y Sirhan asintió.

Sin retorno © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora