Capítulo 34

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~«Salí a la calle y no entendí qué ocurría: el cielo estaba lleno de drones que, en lugar de atacar, nos defendían»

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«Salí a la calle y no entendí qué ocurría: el cielo estaba lleno de drones que, en lugar de atacar, nos defendían». (Testimonio de Amy Johnson, ama de casa, al Herald Scotland, 28/2/2018).
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—¡Mierda! —masculló Sirhan al notar que su teléfono vibraba.

Una sirena —tal vez, la misma de antes— resonó a lo lejos y acompañó su camino rumbo a la cocina. Sirhan dejó que el teléfono vibrara unos minutos para ver si su interlocutor se cansaba, pero el otro no dejó de insistir. Se detuvo junto a la mesa y observó el celular con tintes de superioridad. Sus piernas flaqueaban y su mano derecha se ceñía con fuerza a un cuchillo de cocina.

Número desconocido.

El prefijo era de Moy. Se trataba de alguien que estaba más cerca de lo que Sirhan creía. El sonido era incesante y su contraparte no cedía. Sirhan rogó que el teléfono se quedara sin batería y se apagara de una maldita vez.

De pronto, en un ataque de temeridad, atendió. Se topó con un ruido blanco, como el de una remachadora. Las inhalaciones de su interlocutor llegaban a sus oídos y lo hacían temblar. El silencio se prolongó más de lo necesario. Sirhan bufó y esperó que el otro diera el primer paso.

—¡Sirhan! ¿Me oyes?

Suspiró. Era la voz de Wyatt. «No cantes victoria antes de tiempo», se recordó.

—Te oigo bien, aunque con interferencia. Casi me das un susto con el número desconocido —lo reprendió.

—¿Susto? ¿Por qué? —replicó Wyatt, sin darle tiempo para contestar—. ¿Dijiste algo? No te oigo bien. Te llamo desde un bar y el mozo está al lado mío con la máquina de moler café.

Sirhan consiguió serenarse y tomó un poco de agua. Sus piernas se habían tranquilizado y su pulso estaba calmo. Buscó una silla y se sentó.

—¿Pasó algo?

—¿No has visto la televisión? —preguntó Wyatt entre gritos.

—Intentaba entrenar —mintió—. ¿Qué ocurrió?

Wyatt bruñó para obligar al mozo a hacer menos ruido. Sirhan sonrió y dio un nuevo trago.

—Acaban de pasar los titulares. Es sobre Stone.

Una oleada ácida hizo que su corazón sucumbiera. Sus latidos se detuvieron, y la imagen de la ambulancia volvió a aparecer en su mente. De seguro, Wyatt no le daría buenas noticias.

—Creo que abrieron su ataúd.

Sirhan abrió los ojos más de la cuenta y verificó que su reloj aún funcionaba. Todo era real. Podía sentir las pulsaciones en su cuello y cómo el aire huía de sus pulmones. Se puso de pie de golpe y casi se lastimó la entrepierna en el intento.

Sin retorno © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora