Capítulo 15.- Esperando tu llegada

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—¿A qué hora será tu muerte?

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—¿A qué hora será tu muerte?

—¿Disculpa? —Rodrigo no entendió aquel comentario de su prima— No tengo ni la más remota idea de qué hablas.

—Menso, te estoy preguntando a qué hora crees que venga Eloy a matarte por lo que le hiciste.

Nora dejó a Sultán en el sillón más cercano a ella. Se encontraban en la sala de estar de Rodrigo.

—No lo sé, ¿por qué me haces preguntas tan tontas? —Replicó con molestia.

—¡Es que tengo hambre! —Exclamó haciendo un puchero— No me alimentas, no tienes más que cereal en la cocina. Tengo tanta hambre que ya hasta las croquetas de Sultán se me hacen apetitosas.

—Meow.

El recién nombrado maulló captando la atención de los otros y luego los ignoró bajando del sillón y caminando hasta perderse de la vista.

—Eres una exagerada, bien podrías irte a tu casa. Nunca pasas tanto tiempo conmigo aquí.

—¿Y perderme la llegada de Eloy? —Negó con la cabeza— Olvídalo, esto es más emocionante que las novelas de la televisión.

—Ya basta —el pelinegro buscó un par de billetes y se los dio a Nora— ve a comprar comida y deja de atormentarme.

—¡Sí! —Se emocionó— Y si Eloy llega antes de que yo regrese, trata de no morir tan rápido para que yo lo pueda ver.

—No me ayudes tanto —Rodrigo rodó los ojos.

—¡Love you, Primix!

Guiñando un ojo, Nora se dio la vuelta y se fue.

—Solo quiero estar en paz.

Un minuto después de que su prima se fue, el timbre de la entrada comenzó a sonar con mucha insistencia.

—Joder, Nora ¡Si perdiste de nuevo las llaves del portón no volveré a darte una copia!

De pésimo humor, salió de su casa y caminó al portón de entrada. Allí afuera estaba Eloy, mirándolo como nunca antes, aquel gesto de coraje, era difícil de explicar con palabras.

Parecía en extremo molesto, el odio relucía en sus ojos, respiraba agitado, sus dos manos estaban hechas un puño y la vena en su cuello resaltaba como si estuviera próximo a explotar.

—Joder Eloy, no me mires así. No es mi culpa que las cosas resultaran de esta manera.

Mientras decía aquellas palabras, utilizó las llaves para abrir el portón. Una vez hecho esto, quedaron frente a frente.

—¿Sabes algo, Alan? —Pronunció con voz amenazante— Te voy a mostrar, cómo es tener enfrente a un poseído por el espíritu maniático de un asesino en serie.

Ladrón de MichisWhere stories live. Discover now