Capítulo 24.- Ho bisogno di te

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Nostálgico, Gio abrió la puerta del automóvil que Dorian le había obsequiado hacía un mes atrás

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Nostálgico, Gio abrió la puerta del automóvil que Dorian le había obsequiado hacía un mes atrás. Subió, encendió el motor y puso la reversa para salir del estacionamiento.

En ese momento, de improvisto se sacudió la unidad. Al hacerse hacia atrás, chocó contra una camioneta negra que se colocó justo en su camino.

No se hizo daño, sin embargo la otra persona pudiera haber resultado herida. Se asustó y bajó tan rápido como pudo para ver al conductor.

—¡Lo siento mucho! —Exclamó preocupado— ¿Está usted bene?

Su corazón golpeó tan fuerte que dolió su pecho, el conductor era el señor Donovan. Estaba algo aturdido, tallando su frente. Al parecer se había golpeado la cabeza.

—Dorian! Non ti ho visto! —Exclamó en pánico— ¿Te hice daño? Rispondetemi!

—No te asustes, estoy bien.

—Non ti credo!

Al darse cuenta de que no podría abrir la puerta para que Dorian bajara, Giovanni se apresuró hacia su automóvil para moverlo hacia el frente.

Una vez hecho esto, corrió de nuevo hasta Dorian. Con apoyo de los empleados del restaurante lo ayudaron a bajar de la unidad. Uno de ellos incluso pidió una asistencia médica.

En poco tiempo, la ambulancia llegó y atendieron al señor Donovan. Afortunadamente se encontraba bien, solo tuvo un golpe que no era de gravedad.

Dorian no quiso hablar a la aseguradora de ninguno de los vehículos, dijo que se encargaría de ello después. Tampoco quiso asistir al hospital a que le dieran una mejor revisión médica. Pronto, se encontraba a solas con Giovanni en el estacionamiento del restaurante.

—Estoy bien, Gio. Quita esa cara de tristeza.

—Mi sento male. Cuando moví el automóvil no te vi, pude hacerte mucho daño.

—No te sientas mal por eso, me puse detrás de ti a propósito. No podía permitir que te fueras.

—¿Fue intencional? ¡¿Cómo te atreves a hacer tal cosa?! —Su gesto preocupado se esfumó y se mostró alterado de inmediato— Sei stupido, Dorian!

El chico se dio la vuelta dispuesto a irse, enojado con el otro y al mismo tiempo avergonzado de haberle gritado que era un estúpido. Sin embargo el mayor lo tomó del brazo y le impidió marcharse.

—Lo siento, niño. Los Donovan somos muy imprudentes para conducir, por eso necesitamos de un chofer que nos lleve a donde necesitamos. Es un defecto de familia.

El chico lo miró con enojo, incluso dio un tirón a su brazo para poder soltarse.

—Non sono un bambino. Todo esto pasó porque no querías venir a enfrentarme. Te conozco lo suficiente para saberlo. Arrivederci, Dorian. Esta situazione deve finire.

Ladrón de MichisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora