Capítulo 9.- También quería leerte

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Rodrigo llegó en un taxi a su casa, en cuanto entró, sonrió al ver a su prima durmiendo abrazada a Sultán

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Rodrigo llegó en un taxi a su casa, en cuanto entró, sonrió al ver a su prima durmiendo abrazada a Sultán.

No quiso despertarla, pero al ir a la cocina por un vaso de agua fría, hizo ruido y Nora despertó.

Sultán solo abrió los ojos momentáneamente y despreocupado se estiró sobre una mullida almohada y siguió durmiendo.

—¡Rodri, llegaste! —La chica corrió hasta donde estaba su primo y en el camino observó la hora en el celular— ¡Pero si apenas son las once de la noche! ¿Por qué llegas tan temprano?

—Porque mi cita se fue después de darme un golpe en la entrepierna.

—¡¿Qué?! ¡Esas cosas están prohibidas, voy a reportarlo y le quitarán su membresía!

—No lo hagas —Rodrigo sonrió un poco al recordar el rostro sonrojado de Donovan— se molestó porque hicimos una apuesta y perdió un beso.

—¡Pero si él era tu cita perfecta! —Nora hizo un puchero— Y tú eras perfecto para él. Hice el análisis cinco veces. Son muy compatibles, estoy súper segura.

—Eso es muy tonto, Nora. Ya olvídalo no tiene importancia.

—¡Claro que tiene importancia! —Nora corrió a abrazar a Rodrigo— ¡Eres mi primo favorito!

—No necesitas conseguirme un novio, ya cálmate. Estoy contento con el resultado de esta noche, el tequila estuvo delicioso y ese golpe que recibí valió la pena.

La chica lo soltó y lo miró a los ojos.

—¡Entonces sí te gustó! —Se emocionó— ¡Podemos hacer otra cita con él!

—¿Ver a Donovan de nuevo? —rió negando con la cabeza— No es una buena idea. Desde que nos conocimos en la cafetería todo salió mal. Por su culpa perdí mi trabajo nuevo en la cafetería.

—¿Entonces ya lo conocías?

—Sí, por discutir con él en público me despidieron.

—Que mal —hizo otro de sus tiernos pucheros— te buscaré a alguien más.

—¡No! —Fue muy firme al decir aquellas palabras— No voy a volver a ir a ese club.

—Pero...

—Ya te dije que no.

—¡Eres un aburrido! Por eso no tienes novio —Nora se dio la vuelta— Ya me voy a dormir, te dejo el sillón.

—¡Gracias por ser tan amable de hacer lo que quieras en mi casa!

—De nada —Nora le guiñó un ojo y cerró la puerta de la habitación del chico.

Una vez solo, se quitó los zapatos y los dejó tirados por el camino. Iba con destino al sillón grande, pero encontró a Sultán durmiendo allí.

—¿No se supone que estabas invadiendo mi cama? Lo siento amiguito, pero yo voy a acostarme aquí —con cuidado lo tomó entre sus manos y lo llevó hasta el sillón más pequeño— sin problemas puedes dormir ahí.

Una vez hecho aquello, se dejó caer boca abajo en el sillón. Un par de segundos después, con un brinco, Sultán se subió a su espalda y allí se acomodó.

—Sultán ¡Quítate!

Insistió, pero el minino lo ignoró.

—Le voy a mandar mensajes a Eloy y le voy a decir que tú no me miras como a tu niñero ¡Piensas que soy tu esclavo! —Rodrigo palpó entre la ropa el bolsillo donde tenía su celular— Tengo un teléfono y no dudaré en mandarle mensajes a Eloy acusándote.

Sultán se movió un poco, pero solo para acomodarse mejor sobre la espalda del chico.

—Bien, tú lo pediste.

Rodrigo desbloqueó su teléfono y se le olvidó por completo la discusión con Sultán pues se sorpendió al encontrar mensajes y llamadas perdidas de Eloy.

—¡Ay no! Eloy vino a buscar a Sultán y yo no lo sabía, qué vergüenza.

—¡Ay no! Eloy vino a buscar a Sultán y yo no lo sabía, qué vergüenza

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Ladrón de MichisWhere stories live. Discover now