Capítulo 23: Sacrificio de Amor

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Navit

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Navit

Intentaba mantener la postura, aquella que era la más antinatural que he podido tener. Sentada en el trono, que a pesar de que es precioso es muy incómodo. Con una ropa "digna de una Reina" o eso me dijo mi padre, pero me tiraba del cuello y me apretaba del pecho. Intentaba no moverme y a la vez respirar lentamente, aunque necesitaba con urgencia una buena bocanada de oxígeno.

—Princesa ¿quiere descansar? — me preguntó Kanae, la pintora del Rey.

—No, es sólo que el vestido ... no puedo respirar — dije intentando no hiperventilar.

Kanae se levantó lentamente, caminó hacia mí y se puso detrás. Noté como cortaba los tirantes que me oprimía el cuello y seguidamente me hacía un nudo. Lo ató suelto para que no me ahogara. Se lo agradecí con todo el corazón.

—Gracias — le dije sincera — ahora si puedo quedarme quieta.

—No se preocupe — dijo volviendo a coger el pincel para seguir pintando — las ropas ceremoniales son para deslumbrar, pero no para ir cómoda. No diga que he sido yo quién lo ha roto.

Le miré con picardía, pero le sonreí, levanté mi mano y lo puse en mi boca señal de que no diría nada. Kanae me devolvió la sonrisa, pero rápidamente volvió a sus quehaceres.

Mientras me pintaba no dejaba de pensar en los últimos días que había pasado en Kiau. Charles había sido un cielo conmigo. Me trataba con respeto y con un amor ... casi fraternal. Parecíamos más hermanos que prometidos. Dormíamos juntos sí, pero nunca me tocó y ni siquiera vi alguna intención en ello. Durante el día me dejaba el aposento todo para mí, el casi no aparecía por allí. Ignoraba completamente dónde se cambiaba de ropa, pero supongo que en éste castillo tan grande tendría varias recámaras.

El Rey me respetaba en la intimidad, pero también en público. Me llevó en varias ocasiones a montar a caballo, me dejó practicar tiro con arco algo que sólo se dejaba practicar a los hombres. Cuando vi a sus soldados practicar, fui corriendo para probar. Irat, mi padre me lo quiso impedir, pero Charles al ver mi cara de emoción, pidió un arco infantil y me dejó practicar. Se me da bastante bien a pesar de que era mi primera vez.

Otras de las actividades que me llevó Charles, fue a ver al pueblo vestidos de plebeyos. Me llevó por sus calles, comimos la comida típica que lo hacían en los carros los vendedores. Ese día comprobé porqué el llamaban el Rey el justo. Toda la población hablaba bien de él, dado que siempre hacía lo correcto, decía la verdad y daba justicia a los que tenían sed de ella. El pueblo parecía que no pasaba hambre y eran ricos en felicidad y amor.

Pensando en esto último, me relajé y bajé la cabeza un poco. Kanae rechistó y al escucharla la levanté enseguida. Había cosas que no entendía de Charles. No mostraba interés amoroso por mí, pero tampoco sexual ¿Tendría una mujer en su vida? Sólo faltaba cinco días para nuestra boda y él nunca me había besado. Mentiría si no dijera que no me importa. No estoy enamorada de él, pero sí siento algo. No sé si es amor, cariño o gratitud, pero me pasa algo con él. Su bondad no tiene límite y es un buen Rey, cualquiera quisiera tenerlo como esposo ¿Por qué iba a ser yo la excepción?

Saga Dones: Catarsis (Tercer libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora