Capítulo 36: Oscuridad vs Luz

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Kaliska

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Kaliska

Trotaba a lomos de mi león blanco. Se había convertido en mi fiel compañero y confidente. Tengo que confesar que le cogí la idea a Esmeralda, de tener una mascota felina. Lo que más me gustaba de mi mascota era el color. En mi bosque destacaba de gran manera, en cambio donde nos dirigíamos, pasaría desapercibido.

Estábamos en la frontera que conectaba Kiau con Samán. Me había parado dado que había una hilera de Lux protegiendo dicha frontera. Pero como la mayoría de los habitantes de Naélium, se mostraban congelados en el tiempo. Así que animé a mi mascota a que pasara por su lado muy lentamente.

Me impresioné al sentir nostalgia por lo que era antes ésta nación. Siempre era la más oscura, la más lúgubre, la más temida pero también la más misteriosa. Muy pocos han osado investigar y explorar la tierra. Antes para mí, era un alivio, dado que se mantenía el resto de la población alejada a la tentación de la oscuridad.

En ese instante el león pisó la tierra blanca, característica de la nación de Samán. Rápidamente sentí esa sensación de dolor, de asfixia, el aura de oscuridad, de maldad... Mi cuerpo instintivamente repelía el aire del lugar. Alrededor de mí se mostró como un escudo transparente que alejaba las sombras del lugar. Esas sombras de las almas que habían sido vendidas a Aini.

Suspiré al verlas manifestadas y sentí tristeza por ellas. Sabían quién era cada una, su pasado y presente. Conocía las decisiones que habían tomado para llegar hasta aquí. Algunas vinieron a mí en busca de consejo y como se podía intuir no me habían hecho caso.

Intenté desviar la mirada y seguí animando a mi mascota que siguiese caminando. Durante nuestro viaje vi los escasos árboles con las hojas muy extrañas. De sus ramas, las almas colgaban y jugaban. El contacto del alma con el árbol, parecía que contagiaba la rama y ésta se volvía de un color negro o grisáceo.

Con esa imagen, mi león llamado Musa*, intentó retroceder dado que su instinto de supervivencia le decía que era peligroso. No se equivocaba. Le acaricié suavemente y le envié imágenes preciosas a cambio para que se animara a continuar. Funcionó y por fin llegamos a la puerta del castillo de Aini.

Me bajé del león y me aproximé a la puerta. Musa se tumbó al suelo y le ordené que me esperara aquí. Suspiré fuerte al notar la presencia de Aini dentro del castillo. Resulta que el hechizo de Esmeralda lo trajo hasta aquí. Tenía la esperanza que estuviera en la tierra, así mi trabajo era más fácil pero no sería tan divertido sin duda.

También sabía que mi hermano nunca me dejaría entrar a su hogar. Digamos que no me tenía mucha estima. Sólo nos unía la sangre de nuestra madre, pero nunca tuvimos un apego emocional. Así que tuve que hacer cosas difíciles para ganarme una entrada vip al castillo.

El edificio no admitía la luz noble, como sería Yutai o la mía. Noble se refiere a que defiende la luz y reprende a la NADA. Pero sería cuestionado aquel ser que tenía la mitad de ambos mundos. Necesitaba a alguien que estuviera en ese lugar de su vida emocional y sentimental. Dónde ha experimentado la luz y ha visitado la oscuridad.

Saga Dones: Catarsis (Tercer libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora