Luna De Miel

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La fiesta había sido un evento impresionante, lujos por doquier, Frank se había pasado toda la noche conversando con Sebastián y el Omega se sintió muy cómodo a su lado, Frank era algo mayor que él, tenía 20 años y habían jugado juntos siendo niños en la mansión de la abuela de Noah, en ese entonces ninguno de los tres se presentaba como alfa u Omega así que eso no era importante para ellos. Frank seguía siendo tan gracioso como recordaba, se la había pasado haciendo bromas y animando a Ramses y al pequeño Omega que a pesar de intentar siempre guardar la compostura se sentía morir ante todo lo sucedido con Mateo.

Leo y Alice estaban al otro extremo de la mesa, la Omega tratando de llamar su atención de cualquier forma, el alfa con unas ganas locas de intentar asesinar al otro alfa que se había convertido en el centro de atención, lo que más odiaba era el rostro burlon de su hermano. Ahora Paul era un Omega seguro, sabía que Leo no se atrevería a tocarlo, antes de algo así Ezra se le lanzaba encima, pero además de eso Paul estaba seguro de que tenía la razón.

Los invitados se dirigieron a sus habitaciones ya que la mayoría de sus vuelos salía al día siguiente por la mañana, el abuelo de Noah le había dado un fuerte abrazo, sabía las emociones que pasaban por la cabeza de su nieto, pero todo él estaba muy convencido que todo saldría bien.

Los novios se van juntos a una parte privada del castillo, un espacio que había sido acondicionado para ellos en ese momento especial, Noah sentía que le había bajado la presión, no tenía idea de cómo enfrentar ese momento, pero estaba seguro de que no se quedaría callado, sabía que no podía. En una de las torres estaba la habitación, Noah ya la conocía pues ahí se había instalado para prepararse para el matrimonio, sentía el aroma de Silas detrás de él, sentía más que eso: su calor, su respiración pero sobre todo, sentía una fuerte contradicción en su pecho.

Al entrar a la habitación Silas se quito la chaqueta y se aflojó la corbata, Noah dio unos pasos adelante y miró la amplia cama, miró la gran mampara que separaba la lujosa habitación del balcón. Se sentó a los pies de la cama y se quitó los zapatos.

- Ahora eres mi esposo - dijo Silas dando un paso al frente.

- Si - respondió Noah.

- Yo... - el Omega lo interrumpió.

- ¿Como pudiste callar todo este tiempo? - acusó Noah que se había vuelto a poner de pie, descalzo hundiendo los pies en la suavidad de la alfombra.

- ¿Callar que? - respondió el alfa intentando acercase.

- Que eras tú.

- No lo sabía - dijo tomándose la cabeza, Noah tenía el don de desesperarlo.

- Silas no mientas por favor siempre lo supiste - Noah tenía el ceño fruncido.

-No, yo no supe nada hasta el día en que viajé- respondió el alfa.

- Estas mintiendo de la forma más ruin, y te metiste con Aytana - Noah había empezado a vociferar.

-Ese fue un error pero yo no sabia... - intentaba de explicar Silas

-Nosotros estábamos juntos y tu te portaste como un miserable - Noah estaba furioso, lo miraba con toda la ira contenida reflejada en sus ojos.

- No es así - contestó Silas reuniendo toda la paciencia que tenía.

- Si lo es, me humillaste delante de todos - trataba de recuperar el aliento - me sumergi en la más profunda de las vergüenzas.

- ¿De eso se trata? - Silas se le acercó, Noah no se amilanaba - de la vergüenza.

- Claro, tuve que bajar la cabeza ante tremenda situación

- ¿Y lo que sentías por mí? - cuestionó el alfa acercándose más aún.

Los Tres Reyes : DestinoWhere stories live. Discover now