85. También el mar es muy cambiante

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Frunzo el entrecejo por ese mensaje por una única razón: yo jamás le dije que saldría con Liam y no creo que él tampoco le haya dicho. Sin embargo, no digo nada al respecto. Le agradezco a mi amigo, le envío uno a mi mejor amiga para saber de ella y bajo a desayunar.

Me encuentro a toda mi familia en la cocina junto a Judith. Ella y mi primo desayunan, mientras conversan con mis padres sobre un tema al que deciden darle fin cuando ingreso a la habitación.

—Hola —saludo confundida.

Ellos me responden con entusiasmo al unísono, incrementando mi confusión.

No entiendo su actitud, pero tampoco les digo nada y me siento junto a la rubia para comer. Me sirvo un único waffle y lo como sin añadirle ningún otro ingrediente, porque así acostumbro a hacerlo para el desayuno, y luego tomo una manzana verde.

Hablamos de los regalos con mis padres durante un rato luego de desayunar, ellos nos entregan a Rugge y a mí los suyos y nosotros a ellos, y después espero a que pase el tiempo mientras veo a mi primo lucirse como niño.

Después de unos minutos todavía me encuentro en la sala, ahora revisando las fotos que nos hicimos la noche anterior, y en ese momento se me acercan todos, excepto Judith, porque su padre vino a recogerla hace un rato.

—Llevas todo, ¿verdad? —pregunta mamá cuando se sienta a mi lado. Asiento como respuesta, luego despego la vista del celular para mirarla. Ya estoy acostumbrada a esta situación en la que se preocupa de más—. Perfecto. Ya sabes lo que tienes que hacer entonces, debes...

—Lo sé, mamá, ayudar a Anna con todo, ser educada y gentil —interrumpo con un tono de cansancio.

—¿Qué? —cuestiona confundida, negando con la cabeza—. No, hace tiempo no te pido eso, sé que lo tienes bastante asimilado. Me refería a que mañana me llames cuando vengas para acá, no salgas de allá sin antes hacerme esa llamada.

—Claro, lo sé —aseguro, porque no se me hace extraño que me pida eso. Es para llevar el control y asegurarse de que todo en el camino vaya bien y de ese modo evitar preocuparse.

Papá también me habla sobre cómo debo actuar en caso de determinadas situaciones, me exije buen comportamiento y Rugge me advierte que vigile las manos de Liam. Me río, pero a los dos hombres no parece causarles mucha gracia.

Les prometo que todo estará bien y subo de vuelta a la habitación para buscar la mochila, porque ya falta poco para las diez y Liam debe estar por llegar. Él siempre se aparece minutos antes de la hora pautada.

Antes de irme, tomo la cadena que me dio como regalo y cojo el dije del giratiempo, porque es mi favorito. Camino en dirección al espejo para colocármelo, pero una llamada en el celular me frena en medio del camino y me regreso para ver que se trata de él, con cinco minutos de diferencia. Me anuncia que me espera abajo y cuelgo.

Guardo la cadena en el bolsillo de mi chaqueta de mezclilla, tomo la mochila junto a la bandolera marrón claro y bajo dando trompicones hacia la primera planta, donde lo encuentro riendo con Rugge. Hablan en susurros cuando me escuchan acercarme y luego se despiden, cosa que también hago antes de que los dos nos encaminemos hacia afuera.

Lo noto nervioso de camino a la calle, pero ya que me asegura que todo está bien cuando le pregunto el motivo, no insisto en el tema. No es la primera vez que salimos juntos, pero sí lo es con su familia y por más de un día, así que supongo que debe tratarse de eso.

—¿Vamos a tu casa ahora? —interrogo cuando llegamos al auto, mientras que él guarda en el asiento trasero la mochila que me quitó antes de salir de casa.

Canela ©Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu