CAPITULO 10

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CAPITULO 10

Mery

El dolor de una resaca era horrible, pero aun peor era el dolor en mi entrepierna sumado al dolor que habitaba en mi corazón. Me sentía destrozada.

La infidelidad de mi ex novio parecía algo imposible de superar.

El hecho de experimentar por primera vez varias cosas me hacían sentir decepcionada de mi misma. Por ejemplo:

- primera vez que me enamoraba

- primera vez que tenía un novio patán.

- primera vez que me eran infiel en mi cara por bastante tiempo.

- es más, era la primera vez que me eran infiel.

- y en mi primera vez me acosté con mi mejor amigo.

Solté un montón de maldiciones que ni conocía al sentir el dolor entre mis piernas por recoger los tacones encima de la encimera. No tenía idea de cómo llegó ahí.

Tomé una chamarra y vaqueros que gracias a dios había dejado ahí una de las tantas veces que vine y salí mientras cerraba el cierre hasta mi mandíbula.

Había dejado a un desnudo James dormido por vergüenza.

Al subir al ascensor un golpe de realidad me hizo dar cuenta de mis emociones en ese instante. Sentí mi visión opaca, y la humedad en mi mejilla.

Me sentía traicionada, dolida y avergonzada. Mi corazón necesitaba con urgencia una cubeta de helado para dejar de sangrar como lo hacía.

Jake me había traicionado. Me había sido infiel y no solo una sino demasiadas veces.

Lo amé y lo sigo haciendo a pesar de todo. Pero el dolor era incomparable, no podía perdonar una traición así. Me hizo sentir menos.

Apreté mis manos en puños hasta sentir la humedad de mi propia sangre en ella. Todo mi rostro estaba hinchado y enrojecido por las lágrimas. Me parecía a un mapache por la mascarilla de pestaña corrida a los lados de mis ojos. Subí la capucha hasta tapar por completo mi rostro.

En cuanto las puertas del ascensor se abrieron fui caminando directo a casa sin mirar a mis costados.

Tuve suerte al no toparme con ninguno de mis padres pero no podía decir lo mismo de Ruby.

─ Te vez horrenda.

Solo caminé a mi habitación a desplomarme en un mar de lágrimas a mi cama.

Toda la vergüenza llegó después.

***

Desperté cubierta de mis sabanas, confundida.

Los truenos me hicieron acurrucarme en la bola de lágrimas y maquillaje que era. El clima estaba de acuerdo a mi humor y a mis ánimos.

Todo el dolor regresó sin piedad ni oportunidad a recomponerme. Mire la fotografía en mi mesita de noche. Jake me abrazaba desde atrás y sonreía a la cámara como yo lo hacía. Me sentía tan enamorada en esos instantes, ajena al dolor que siento ahora.

Además que mi primera vez fue con mi mejor amigo. Mi cuerpo dolía a horrores. Aún más en mi entrepierna y en la parte de mis pechos. Parecía que había estado en combate cuando nunca en mi vida pelee a puños.

Pasé horas llorando y pensando en que había hecho mal hasta que llegó el momento en el que ya sentí asco de mi misma al ver cómo me encontraba. Al ducharme ahogue un grito. Tenía hematomas por todas partes. Pero las más intensas estaban alrededor de mis pechos, en el lado inferior de mis muslos y mordidas a la altura de mi vientre. Los chupones marcaban gran parte de mi cuello y clavícula.

James dejó marcas por todo mi cuerpo.

Tapé las más notorias con maquillaje, y las demás las deje estar. Suspiré, al menos esto mantenía mi mente ocupada y alejada de Jake Hamilton.

Volví a mi cama tal cual zombi limpio. Vivo y muerto a la vez pero limpio.

─ ¿Por qué eres tan estúpida? Tenías que notar cómo era al instante en el que entró en tu vida.─ me reproché. ¿Qué más iba a hacer?

Pasaron días que no salí de casa, nadie de mi familia lo notaba pero James sí que lo notó.

Tenía más de cincuenta llamadas perdidas de él. Y más de veinte por parte de Jake. Mi mensajería estaba repleta de sus mensajes.

Ambos vinieron a mi casa obviamente, y obviamente no los atendí. Estaba siendo inmadura lo sé. Tenía que hablar lo sucedido con James pero no sé porque pero tenía miedo. Con Jake no tenía nada de qué hablar así que no había nada de malo ignorándolo.

El lunes por la mañana asistí, más temprano que de costumbre para evitar toparme con ciertas personas que me incomodaban. Lo logré pero no podía decir lo mismo de la salida.

Estaba cerca de la salida principal, cerca de estar fuera de peligro de extinción. Ya veía mi libertad rozando mis dedos pero al instante se escapó de mis manos al chocar con un cuerpo fornido. Ya que la altura no me permitía ver su rostro, su perfume era lo que me hacía reconocer quien estaba frente a mí.

Jake

Demonios.

─ Mery, mi amor tenemos que hablar.

Casi me rio y a la vez lloro.

Levanté la vista y lo que encontré me dejó descolocada. Sus ojos estaban inyectados en sangre seguramente por llorar toda la noche. Aunque también estaba la posibilidad de que se haya lastimado en el dedo chiquito del pie.

Lo sé, mis opciones son patéticas.

Tomando toda mi fuerza de voluntad me aleje de él e ignorarlo olímpicamente.

Pero como Dios no estaba de mi parte hoy ya que me dejó completamente abandonada, Jake sujetó mi brazo impidiendo mi patético intento de huida.

─ Nena...

Sentí como mi cuerpo era jalado violentamente hacia atrás chocando con un fornido pecho. Su aroma a café y a nicotina me dijo quién era.

─ Dime Hamilton, ¿se te perdió algo?

James

─ Suéltala ─ dijo entre dientes. Bajé la mirada porque dolía verlo.

─ ¿O si no qué? ─ el tono de mi amigo era burlón, solo cerré los ojos deseando que esto acabara de una vez ─ Mira Hamilton, tu nueva novia te está esperando. Tal vez ya quiere abrirse de piernas y que la folles como lo puta que fue en esa discoteca.

Levanté la mirada y tal y como dijo James, ahí estaba Lizbeth, mirándome con odio puro. Sus manos estaban acariciando la espalda de Jake y el que no la apartara fue otro puñal a mi corazón. Me acurruque en los brazos de James. Era el único lugar en el que me sentía protegida.

─ James ─ me miró ─ vámonos por favor. Sácame de aquí.

Sonrió de tal manera que me tranquilizó. Ignorando a Jake me sacó llevándome directo a su auto.

─ Tenemos que hablar sobre lo que pasó esa noche, Mery.

Aunque no estaba preparada asentí. Para bien o para mal la incertidumbre tenía que acabar.


no dire nada, solo CHAO CHAO

Obsesión CrecienteWhere stories live. Discover now