Su corazón aún no podía negar y pretender fingir que no estaba contento por poder llamarle Deku.

Ya que, de alguna manera le hacía sentir un gran avance. Y no podía evitar hacerse las grandes expectativas de que el pecoso ya casi recuperaría la memoria.

Entonces fue cuando sus granates brillaron esperanzados, mientras se fundían sobre aquellos labios suaves que se mantenían descansando sobre su pecho.

Y susurró un: —Ya casi...

Sus dedos acariciaron su rostro y parte de sus cabellos, deslizándose con suavidad.

Segundos después, su mirada se tornó intensa y decidida, y de un movimiento brusco lo dejó caer sobre el sofá y a su vez sentándose en este mismo.

Izuku estampó su rostro contra el sofá en cuanto el empujón llegó hasta su brazo, mas era tan suave que apenas y logró que se removiera con molestia entre sueños, quedando acurrucado en contra el respaldo de este mismo.

Pero a Bakugou no le importó.

Fue por ello que tomó de su muñeca y la estampó en contra el sofá, obligándole a dar la vuelta y quedar recostado frente a él. Además, apoyó su mano libre cerca de la cadera del pecoso sobre el sofá y lentamente, comenzó a inclinarse hacia él.

Izuku se remueve aún dormitando e incluso lanza un quejido, ya que quiere continuar durmiendo y no entiende muy bien del todo el qué sucede.

Y en ese momento, Bakugou le besa.

Sus labios chocan en un movimiento suave y gentil, e Izuku despierta.

Unas enormes esmeraldas se abren y de sus labios escapa un pequeño gritito inesperado.

— ¿¡K-Katsuki-san!?

Aquellas escarlatas le miran y se separan con lentitud de él. Entonces Izuku se sienta sobre el sofá y con un notorio sonrojo se remueve en este mismo, mientras baja su mirada tocando sus propios pies con calcetines azulados.

Bakugou se sienta y cruza sus brazos mientras le ve con seriedad. — ¿Qué? Fuiste tú quien se durmió sobre mí. —responde. Entonces dejó pasar largos segundos mientras observa el sonrojo decorar las pecas de Izuku.

Y, luego de ello, aclara su garganta. Aún si sus granates se ven exigentes, su voz refleja un poco de preocupación. — ¿Te incomodé? —inquiere girando su rostro y clavando su mirada ahora en el suelo.

Su pecho había comenzado a doler un poco y los amargos recuerdos de su "aparente sueño" llegaron a sus memorias.

¿Y si había cometido un error una vez más?

E Izuku se levanta con rapidez para entonces tocar las mejillas de Katsuki y girarlo frente a él. — ¡Claro que no! —exclama con sus cejas aceitunadas fruncidas y sus ojos decididos, mientras que las granates de Bakugou se abren perplejas. —De ningún modo esto podría incomodarme, es decir... —añade esta vez bajando su voz, mientras procesa qué rayos es lo que está diciendo en esos momentos, dejándole sus mejillas libres. —E-es decir, uh, ¡t-tan solo me sorprendió mucho! —exclama cerrando sus ojos con firmeza y el tinte rojizo lentamente aumenta sobre sus mejillas pecosas.

Y de pronto, todas las dudas que pudieron surgir en Bakugou se esfuman con velocidad, como si jamás hubiesen existido en su mente.

Entonces el rubio ceniza le mira sereno y aprecia con enamoramiento aquel rostro pecoso sonrojado en contra la luna.

De alguna manera, él realmente se veía hermoso.

Y, en esa noche en particular, se veía mucho más deseable de lo que ya era para él.

¡Ah! Katsuki-sensei ¦Katsudeku¦ Onde histórias criam vida. Descubra agora