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Ya era un nuevo día, Harry estaba incómodo en esa jaula pensando en cómo estará su mamá, no entendía como no había hecho nada como para que se quedara, sabía que debía de haber una solución. Louis por su parte quería ver a Harry sonreír, ayer pudo ver un hoyuelo en la mejilla izquierda del rizado y quedó encantado.

Realmente quería verlo sonreír, pero no sabía como. Frustrado dio un suspiro y se levantó de su cama. Esa noche había dormido con unos pantalones cortos, su torso estaba desnudo.

Fue hasta la jaula de Harry y la abrió.

—Buenos días, prisionero —Louis sonrió

Una sonrisa malditamente hermosa.

Harry abrió los ojos y miró al demonio, sin ánimo ni ganas de nada. Sentía que le habían robado toda su energía, ya no quería estar ahí.

—Quiero dormir todo el día —murmuró el rizado

—Vamos estúpido, sal a despejarte —gruñó Louis mientras paraba a Harry a la fuerza

Harry gruñó. Odiaba no poder estar encerrado en su habitación todo el día. Odiaba no poder salir a caminar solo mientras escuchaba música. Odiaba tener que ser esclavo del hijo del diablo. Suspiró resignado y caminó a la siga de Louis.

—¿Qué vas a querer desayunar hoy? —preguntó Louis en un tono llegando a ser amable

Y realmente el ojiazul no sabía que hacía, había sido criado de dos manera tan diferentes que siempre terminaba contradiciéndose.

—Té —respondió Harry

—¿Algo más? —le sonrió Louis

Harry negó, lo que hizo que Louis frunciera el ceño.

El demonio tronó sus dedos y apareció una taza de té.

—¿Qué quieres hacer hoy? —preguntó el ojiazul mientras se sentaba al frente de Harry

—Nada

—Harry por favor, vayamos a recorrer, tengo ganas de torturar un alma —insistió Louis

—No es no —dijo Harry fríamente

Louis alzó sus cejas, se sorprendió ante la actitud de Harry.

Ese día el ojiazul quería hacer sonreír a Harry, verlo feliz, pero algo le pasaba.

—Harry, ¿Qué sucede?

Harry negó.

—Nada, déjame en paz

Louis asintió.

Realmente estaba preocupado por el menor, pero claro está que el no quería nada. Enojado salió de la casa, si es que a eso se le puede llamar así. Por dentro era como una mansión, con demasiadas cosas y muchos juguetes pero infernales, por fuera solo era una cueva.

Cada cadáver o cada Alma que entrara en ese lugar era diversión para Louis, desde pequeño le ha gustado torturar y hacer sufrir a aquellos que vagan por el inframundo, sobre todo a aquellas almas que merecen arder en las llamas del infierno.

Louis se fue hasta el canal en donde navegan las almas perdidas y sin esperanza alguna, su mirada demostraba odio, frustración y rabia.

Los cadáveres que pasaban bajaban la mirada para no desafiar al príncipe del infierno.

Miró a una persona que vagaba por ahí, seguramente alguien que no cumplió con el pacto. Se acercó hasta el.

—¿Por qué estás aquí? —preguntó con una sonrisa que llegaría a ser amable pero que escondía mil maldades

—Por algo en lo que no te incumbe —respondió el hombre brutamente

—No debiste contestarme así —murmuró Louis y soltó una sonrisa ladina

Lo tomó del cuello de su camisa y lo elevó.

Por otro lado Harry estaba aburrido, no quería recorrer la casa porque sabía que se encontraría con algo que le disgustaría. Salió y empezó a caminar sin rumbo, esperando no encontrarse con Louis. Solo quería estar solo.

Caminó unos minutos y la escena que encontró no le agradó.

Un nudo en su estómago se hizo presente, pues no era fan de la violencia. A metros veía como Louis golpeaba a un hombre.

Louis no era el chico que aparentaba, bajo todo eso solo había un demonio, aquellos ojos azules hermosos ocultaban un negro oscuro y profundo en el que podías ver tu Alma.

Harry horrorizado giró sobre sus talones e intentó huir.

Louis por instinto miró a su alrededor, no había nada, solo una persona con rulos caminando lejos de ahí. Sabía que era el.

Louis sin saber que sentía en su pecho siguió golpeando al hombre.

La furia seguía en el, pero quería ir en busca de Harry.

Necesitaba hablar con él.






El Diablo Me Visita [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora