Capítulo 23

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Lan Zhan observó atentamente a Bichen que todavía seguía en sus manos y de nueva cuenta volvió la mirada a la espada de Wei Ying, este pareció adivinar lo que pensaba y le mostró la empuñadura para que pudiera ver el sello.

Habían llegado a la residencia privada y aunque usualmente por las mañanas se veían para tomar el té, ahora mismo eso había quedado olvidado, pasaron el resto de la madrugada pensando en los acontecimientos hasta que pronto salió el sol y ellos seguían ahí, uno junto al otro.

—Tal vez se deba a que usaste un sello de tu secta para curarla...—comentó, mientras acariciaba la mano de Lan Zhan que estaba libre, este se apresuró a negar una vez que Wei Ying terminó de hablar —El propósito de los trazos es mantener la forma y la resistencia de la espada, abrir el canal entre el arma y el espíritu. Nada más.

Ante esto Wei Ying inclinó la cabeza, continuó pensando en alguna otra posibilidad. Bajó la mirada para ver la espada y su brillante empuñadura, tomándola de nueva cuenta entre sus dedos como para confirmar que de hecho sí se trataba de la misma arma.

—¿Wei Ying..?— Escuchó a su Lan Zhan llamándole así que se giró para poder ver el rostro de este. Pronto se encontró con sus ojos cristalinos..

—Wei Ying—dijo de nueva cuenta —¿El conjuro que has usado..? ¿Existe la posibilidad de que se deba a eso?

Wei Ying apretó los labios y Lan Zhan se dio cuenta de esto, colocó su mano sobre uno de los muslos de Lan Zhan mientras pensaba.

—Fue algo simple. La transmutación no agregaría elementos a la espada.

Lan Zhan no pudo evitar abrir ligeramente los ojos de más por la manera en que Wei Ying habló, llamar simple a una transmutación era escandaloso. Con ese hechizo cambió a voluntad la composición de la espada y aún así lo decía de manera tan casual que ni él mismo podía creerlo.

Wei Ying palmó su muslo y acarició la mejilla de Lan Zhan segundos después —Vayamos a descansar, pensemos esto con la cabeza fría— se levantó y le extendió la mano para que la tomara —¿Si?

Lan Zhan pensó que quizá tenía razón, tal vez estaban pensando demasiado en ello así que decidió que no forzar las cosas sería lo mejor, tomó su mano y se levantó, caminó a su lado al área de las habitaciones. Se deslizó sobre el piso de madera a través de los amplios corredores y sonrió al recordar las veces que recorrió este lugar del meñique de Wei Ying aún si este no sabía quién era en realidad. El gesto no pasó desapercibido para Wei Ying el cuál le devolvió la sonrisa, encantado.

—Mmh...— Los ojos de Lan Zhan se perdieron en los suyos y como quedaba un vestigio del gesto, Wei Ying no pudo evitar sentir un hormigueo en su cuerpo, su estómago contraído por la energía que había tomado de Lan Zhan horas atrás, todavía la sentía recorriendo por su cuerpo alimentando su núcleo, en resonancia con la vitalidad de su ser que ahora estaba dentro del otro.

Lo hubiera besado de no ser porque a través de sus agudos sentidos, pudieron escuchar los pasos de los sirvientes que iban llegando así que Lan Zhan lo dejó ir, soltando su cintura poco a poco, recordándoles que aún por mucho amor que sintieran el uno por el otro su relación no era formal todavía y por tanto debían guardar las apariencias.

Las mejillas de Wei Ying estaban enrojecidas todavía y ambos estaban a medio vestir pero procuró un beso fugaz para Lan Zhan antes de alejarse de él unos cuantos pasos —Ve a descansar, veámonos más tarde ¿sí?— ante lo dicho, Wei Ying se giró hacia las puertas de su habitación a sus espaldas y entró en ella, dándole una última mirada a Lan Zhan antes de desaparecer detrás.

Lan Wangji, continuó por el corredor y caminó sin prisa hacia su propia habitación.

Wei Ying le había asignado un confortable lugar en un área silenciosa cercana a la suya. A la usanza de las mansiones que él había visto ya, esta también se conformaba de dos estancias: una para leer, para tocar el guqin y tomar el té, de un lado tenía ventanal circular desde donde se veía el patio con sus colinas como fondo, otra de vista al jardín y en la siguiente estaba la cama con sus almohadones y sábanas blancas estampadas, los floreros tupidos de peonías rosas recién cortadas junto al tocador le daban una imagen suave a la habitación. Estas flores le recordaban las veces que habían sido testigos de sus ilícitos cariños uno para el otro, tenía la sospecha que esta era también la intención de Wei Ying.

Más allá de los acordes del guqinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora