Capítulo 40

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Dos figuras prístinas surcaron los cielos de Gusu muy temprano esa mañana sobre sus espadas resplandecientes, desde el recoveco de la Secta Lan en lo alto de la montaña.

A la cabeza iba Lan JingYi de nacimiento Lan GuoAn segundo hijo varón de la rama médica de los descendientes de Lan An y quien fue entregado desde temprana edad a la rama principal, después de la caída en gracia de Lan Wangji.

Aunque por mucho tiempo fue considerado el sucesor de Lan Xichen y en consecuencia se le educó con rigurosidad y disciplina, como su padre y antes de eso su abuelo, Lan JingYi resultó inconvenientemente honesto, testarudo hasta la médula e incapaz de esconder lo suficiente las emociones en su rostro cuando alguien comentaba algo ridículo o detestable. 

Por mucho tiempo el tema de la sucesión preocupó en gran medida a los mayores, sin embargo, con la llegada de Lan HaoRan, este aspecto de Lan JingYi resultó sorpresivamente conveniente, pues era el único que entre los discípulos más jóvenes que podía estar alrededor del primer amo, sin ser abrasado por su personalidad.

En un mundo donde la gente estaba harta de las sectas y había tomado en su mano la destrucción de una de ellas, Lan HaoRan, hijo único del líder de secta Zewu Jun, que desgarraba el aire mientras volaba, era respetado en gran medida y alabado por su sentido de la justicia, más de una vez había salvado la cara de la secta Lan y por tanto incluso los ancianos guardaban silencio a su alrededor.

No había nadie que pudiera decir que la Gran Flama Helada no era un heredero digno.

—Después de pasar la barrera deberemos caminar—indicó Lan JingYi, señalando adelante el muro de energía que rodeaba la frontera en la distancia, aunque esto estaba más que claro pues aunque el conflicto armado había cesado semanas atrás, las tensiones todavía subsistían y por ello los cielos habían sido sellados. Cualquiera que se atreviera a volar en territorios ajenos se arriesgaba a ser derribado en el acto y Yunmeng con sus arqueros de excelencia, eran especialmente peligrosos en este aspecto.

—Lan HaoRan ¿Qué planeas hacer al llegar a Yunmeng?

Su sobrino continuó avanzando en silencio durante un rato, el gesto blanco en su cara y la suave sonrisa que se asomó después, desconcertaron a Lan JingYi por un instante.

—Ya lo verás—le dijo con simpleza —El líder de la secta Jiang no puede proteger para siempre a Jin RuLan.

Lan JingYi volvió los ojos adelante sin estar seguro de cómo tomar estas palabras, Lan HaoRan no haría algo descabellado pues de ser así el líder de secta no le hubiese permitido venir...

¿O si?

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Tieng Fang Xin, el Primero de la legión se encontraba a las afueras de la muralla que protegía la mansión del norte, caminando de un lado a otro como un animal enjaulado a la espera del comerciante que había citado aquí para presentar a su señor. 

Era inevitable sentirse nervioso ante la posibilidad de que el hombre no fuera a venir y por lo bajo, maldijo al segundo quien le había metido en este problema y que con su simpleza de siempre, le había sugerido encerrar al hombre antes de esta reunión.

Cerró los ojos y dentro de sí, comenzó a plantearse las excusas que le diría al Príncipe si es que el hombre había decidido fugarse.

Después de este día definitivamente renunciaría a la bebida ¡Para siempre! Ya podía escuchar a su camarada riéndose de su desgracia.

En eso estaba cuando el sonido del metal de las armaduras de sus hombres contra la tierra se escuchó llegando escaleras abajo y sólo bastaron unos segundos para que finalmente, pudiera ver al comerciante que venía escoltado. Detrás de él estaba también una mujer que debía ser la esposa llevando a un niño pequeño en brazos y una jovencita que de la mano traía a otro pequeño, supuso que el retraso se debía a que el hombre traía a su familia y entonces se sintió aliviado.

Más allá de los acordes del guqinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora