Capitulo 32

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El sonido del viento siendo rasgado por el filo de la espada fue tan sutil como el batir de las alas de un ave en vuelo y sin embargo, Lan Wangji fue capaz de percibirlo con sus agudos sentidos evitando así un golpe directo; respondió inmediatamente con una estocada pero cuando Bichen alcanzó el lugar, ahí ya no había nadie.

Por el rabillo del ojo, el segundo jade de Lan pudo ver la hoja blanca de una espada, se apresuró a darse la vuelta y cuando las armas se encontraron, intentó empujar a su oponente ejerciendo presión.

En ese momento vio los ojos grises de Wei XianWu ardiendo; empuñaba su espada con total firmeza, muy a pesar del poco poder espiritual que él príncipe vertía en ella.

A diferencia de la primera vez, Loto Negro ya no llevaba la carga del resentimiento, por tanto la situación era más equilibrada y sin embargo, pareciera como si el hombre quisiera dar por terminada esta pelea cuanto antes pues cada vez sus golpes eran más brutales.

-Estás muy agitado-dijo, sin apartar la vista de él -Concéntrate.

Hacer esto se convirtió en una rutina después de que Wei Ying se quejara abiertamente de no haber entrenado con Loto Negro ni una sola vez, pues los compromisos externos incluyendo las lecciones en los modos y etiquetas de la Tierra de Wei, habían ocupado la mayor parte del tiempo de Lan Wangji desde el día en que retornaron de la mansión del tigre y a Wei XianWu, de alguna manera le habían surgido compromisos irregulares seguramente para mantenerlo lo más alejado de su prometido antes de la celebración de su matrimonio.

¿Por qué más tendría que acudir personalmente a presenciar el encurtido para el invierno o a inspeccionar las embarcaciones en el astillero del área sur?

Cuando retornaba a casa, muy apenas tenía tiempo de cruzar palabra con su prometido o si quiera una mirada pues, como era típico del jade en tiempos de antaño, el hombre escuchaba diligentemente la oratoria del enviado del ministerio de asuntos reales y repetía sin equivocación sus deberes y conducta como consorte del príncipe cuando le era solicitado. Recitaba los pilares de la nación, las analectas del fundador sobre la gobernabilidad bajo la ley de benevolencia e incluso entonces, mientras el príncipe observaba en la distancia, un sirviente acudía a él para retirarlo del salón con la excusa de algún asunto supuestamente urgente.

La hora del té se hizo entonces un momento sagrado, esperado, pues sólo entonces podían verse cara a cara, hablar sobre las trivialidades del día. Fue en una de esas ocasiones que se citaron para entrenar y desde esa noche en más, se encontraron en el bosque detrás de la casa. Lan Wangji lo esperaba junto al claro.

Poco sabía en aquel momento que Wei XianWu se aseguraría de llegar de forma inesperada cada vez, que agitaría el terrible filo de Loto Negro en su contra y que sólo gracias a la vibración de su núcleo dorado lograría evitar sus ataques por poco.

En cualquier caso, esto era bueno. En primera instancia porque Wei Ying deseaba probarse así mismo, qué tan diferente sería su defensa y su ataque al utilizar un arma espiritual y hasta ahora, aunque era indiscutiblemente más liviana ciertamente le cansaba; tomaba de él su energía al punto de qué tan sólo podía mantener el ritmo por algún tiempo antes de agotarse y esto, aunado al escozor que recorría su cuerpo y entumecía sus dedos, pronto entendió que Lan Wangji no tardaría en reducirlo pues Loto Negro le estorbaba.

—Tranquilo—Lan Zhan le recordó una vez que notó el pecho de su amor subiendo y bajando debido al esfuerzo, su respiración cada vez más pesada; hasta su semblante estaba diferente.

Wei Ying lo atacó de nuevo, llevándose más troncos de bambú en el proceso y, decidido a seguir intentándolo, blandió el arma tan rápido como pudo, se alejó de la brillante hoja de Bichen cuando esta pasó a centímetros de su rostro y hubiera continuado así hasta agotar su energía si un golpe en el extremo de su muñeca no hubiera hecho que la energía vital abandonara sus dedos momentaneamente.

Más allá de los acordes del guqinKde žijí příběhy. Začni objevovat