—¿Porque simplemente no termina con esto? —Pregunto y la voz que me sale, está cubierta de resignación.


—Creo que le gusta verte así, destruida.


No tuve palabras para decirle, no podía negar algo que hasta yo misma sabia, él solo quería verme sufrir tanto como sea posible, antes de tomar cartas en el asunto.


—Pero no le gusta nada, tener a esos dos por aquí—Vi cómo mientras lo decía miraba a nuestro alrededor, tal vez esperando ver a alguno.


—Solo son otro par más que pasa por aquí, no tardaran mucho en moverse a la gran ciudad—Murmuro—. Son algo descuidados, pero no creo que duren mucho por aquí.


—¿No lo sentiste? No son simples cachorros, el hedor que sueltan llega hasta la manada, los dos, son alfas y sabes que los problemas siempre vienen con ellos.


* * *


No pude dejar de ver fijamente al pequeño cachorro que cruzaba la calle, a veces tener sentidos casi muy desarrollados era un poco bueno, solo un poco.


—Creo que hemos encontrado a otro de tus hermanos—Murmuro mirando al perro en mis brazos, la tristeza que hay en su mirada me hacer querer llorar.


Ignoro eso y me acerco al pequeño que mira todo con miedo y desconfianza, no puede haber peor abandono que este, tirar a criaturas que no saben cómo vivir, es muy feo.


Es algo reconfortante y se siente cálido, cuando veo como los dos se olfatean entre sí, antes de lamerse un poco y rosarse. La felicidad que se instala en ellos por volverse a ver y la esperanza que tal vez vuelven a tener, me hace sonreír un poco.


—¿Cuantos de ustedes podría haber? —Aunque mi pregunta es más para mí, el que ambos me miren me da ternura.


En algún momento el reencuentro queda atrás y solo soy una persona llevando a dos perros por toda la ciudad. No le prestó atención al dolor de mis piernas de tanto caminar o al cansancio que me agarra cuando caiga la noche. Solo deseo poder ayudar a estos pequeños abandonados.


Miro con indecisión a las calles concurridas cuando me doy cuenta de que estoy en alguna parte que no conozco con exactitud. Mis brazos empiezan a doler, aun cuando hace una hora dejé de cargarlos y los puse en una caja, creo que es igual de incómodo.


—¿Estas perdida, pequeña?


Volteo a ver y los brillantes ojos azules me miran con fijeza, por un momento pienso en que no me es extraña su presencia, al siguiente me asalta la desconfianza porque se perfectamente que las coincidencias no existen, no tantas veces. Al tercer pensamiento me embarga una ola de aturdimiento, aun por más que sea un extraño, no lo reconozco como tal, aun cuando no se quién es, mi cuerpo no reacciona como lo haría con un desconocido.


Es raro.


No puedo creerme que el encontrármelo sea una simple casualidad, no después de saber que estuvo indagando. Pero solo por un segundo, deseo que si fuera solo casualidad y no simple curiosidad.


—¿Qué quieres? —Pregunto y solo cuando termino noto que hable muy bajo para mi gusto.


—Ayudarte—La respuesta le sale con naturalidad—. Te vi, perdida.


Por como sus ojos se entrecierran mirándome, sé que no solo es eso, más de una vez me han visto así.


—¿Solo perdida? —Por un momento me doy el lujo de decirlo sarcásticamente.


—Perdida—Por unos segundos me pierdo en su mirada al ver como se torna más oscura—. Triste, sola, cansada, rendida.


Quiero decirle que la palabra exacta es destruida, así como Zeth lo dijo. Pero me lo guardo, primero porque es un desconocido y segundo, porque quiero darme un mínimo de esperanza creyendo que no estoy rota, sino que poco a poco me voy perdiendo, pero que todavía no completamente. Quiero darme esa satisfacción interna, de no sentirme cien por ciento acabada, sino solo un noventa.


—¿Porque han estado preguntando por mí? —Cuestiono mientras intento dejar atrás sus palabras.


—El estado en el que estas y como vives, debería ser una vergüenza para ellos. Es su responsabilidad cuidarte y te han abandonado.


Quiero decirle que no siempre fue así, aclararle que un día fui una de ellos, no completa, pero si fui parte. Si tuve un hermoso hogar, tuve mucho apoyo de ellos, mucho amor, protección y comprensión, todo lo que una manada podría darme, lo tuve.


—No me conoces y tampoco a ellos, así que no puedes solo hablar de algo que no sabes—Digo abrazándome mas a la caja que cargo.


—Entonces, quiero hacerlo—Cuando me sonríe, me hace sentir muy confundida—. Quiero conocerte y saber de ti, saber tu situación—Lo miro cuando quiere tomar la caja de mis brazos, hace el pequeño tirón, pero no se la doy—. Y también la de estos pequeños—Dice usando un poco más de fuerza y quitándomela—. Me llamo Isaiah ¿Y tú?


Seguramente me veo muy confundida, pero la sonrisa que no deja de darme es algo abrumadora, aun más lo es la situación en la que estamos.


—Lynette—Respondo cuando vuelve a preguntar—. Soy Lynette. 









SuyaWhere stories live. Discover now