La Bendición De La Paz

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Ases de luz eran arrojados contra el maestro Octavius, pero el Black Hound bloqueó estos con su arma, otros consiguieron golpear su cuerpo. La figura de Thomas era casi consumida por la luz, con ello me era más fácil mandar atacar con una mayor cantidad de luces, los movimientos del títere del maestro eran más torpes, su condición empeoraba con el pesar de los constantes golpes, el dolor y su debilidad no le significaba nada a Thomas quien seguía mandando su ráfaga, ni siquiera pensaba que podría ser una víctima y no otro miembro de la secta. El maestro decidió tomar mayor importancia por el cuerpo del mago capturado, intrigado de como podía resistir a su bendición, Octavius mordía su labio inferior ante está intriga.

Octavius antiguamente era el encargado de administrar que todos pagarán los impuestos, un hombre quien pese estar cerca de la tentación del oro no sucumbió a ella, no por tener una voluntad inquebrantable sino porque su mente estaba ocupada al ver cuándo los mago humillaban al señor al que servía, incluso era testigo de como maltrataban a los pueblerinos y su mente no comprendía cómo estos quienes se suponían estaban al servicio del pueblo hacían tales barbaridades, irritándolo hasta confrontar a uno de los magos, su señor no lo apoyo, sino que lo castigo mandándole al exilio, donde se encontró con la secta, quienes oyeron de su hazaña, al mostrar su utilidad para estos fue ascendido a maestro y le otorgaron la bendición de la paz.

—¿Cómo puedes oponerte a mi bendición? ¿Qué te hace tan tenaz? Flaquea, flaquea debe ser agotador aguantar este canto de sirenas — le hablo al oído intentando hacerlo caer en su dominio — no seas malo, entrega tu mente tu camino ya debe ser pesado, déjame cargar ese peso.

“¿Crees poder?”

Existió una respuesta de Faustus en la mente del maestro, quien se contento de su progreso, con cada paso que daba estaba más cercas de tener el control absoluto de todos los magos, únicamente debía descifrar al que tenía en su poder para conseguir la forma apropiada.

—Si, entrégame el peso que cargas — apenas acepto una interminable secuencias de imágenes abrumó la mente de Octavius.

Una cabaña en pésimas condiciones, en su puerta estaba una niña con una demacrada apariencia, inmediatamente aparecía una torre de donde temibles gritos resonaban aquejando cualquier alma desprevenida, incluso el maestro se estremeció ante el dolor palpable, con ello quedó arrodillado, desarmado al ser un testigo más de aquel hecho contempló el cuerpo inmóvil de Faustus.

“¿A dónde vas? ¿No ibas a cargar con todo el peso?”

Las palabras de Faustus advertían que apenas rozaba con la superficie, ello hizo palidecer al maestro quien estaba acostumbrado a un fácil manejo de la mente de sus adversarios, nunca tuvo que esforzarse por tener una fortaleza mental, volviéndole un frágil hombre quien ya le era imposible imaginarse el dolor, el tormento experimentado por el alma dentro de la torre se volvió suyo, múltiples cortes, golpes, incluso experimentos eran llevados acabo sin miramientos por más ruegos que diera, la noche estrellada junto los muros eran lo único que podía ver en su cautiverio debido a sus extremidades sujetas al suelo, miradas heladas se posaban sobre él no mirándole como un ser humano, sino como un mero objeto de estudio.

—¡Basta! ¡Basta! ¡Paren! ¡Suficiente! — imploraba sumiéndose de poco a poco en la posición de la víctima.

El martirio se extendió gracias a qué sus captores se decidieron por extender su vida para conseguir mayor resultados, dándole soporte vital de rato en rato evitando que desfalleciera en medio de sus estudios inhumanos, su voz se fue quebrando hasta que su mente se perdió en el anhelo de la muerte, perdiéndose en la oscuridad estrellada, dejando su cuerpo, antes de alcanzar dicha libertad fue retenida nuevamente por sus captores, sabiendo que su tormento no llegaría a su fin.

Blue Mage: Tod Lender And The OtherWhere stories live. Discover now