El Fuego

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—¿Cómo salimos de aquí? — Darren no estaba dispuesto a darse por vencido, aún pese la ausencia de su magia.

—Ya debiste haberte dado cuenta de la limitación de magia — señaló Faustus quien parecía evitar hablar — ya estamos en ello.

—¿Qué significa eso? ¿Puedo ayudar en algo? ¿Necesitan que mueva piedras? Solo necesitan pedirlo — empezaba Darren a sacar cuántas preguntas podía.

—¡Darren! — exclamó Dennis, quien no deseaba que esté siguiera hablando.

—¡¿Qué?! ¡Solo quisiera apurar las cosas! — vociferaba intentando hacerle entender su situación.

—¡Solo cállate! — sonó una voz femenina en la oscuridad — ¡No tienes idea de cuan difícil es buscar y destruir los sellos en ese plano!

—¡Espera! ¿Tú estabas en el plano astral? — el mago quedó boquiabierto, solía saber de magos capaces de lograr tales proezas, pero nunca conocido ninguno en persona.

—¡Solo calla! — le exigió la mujer con poca paciencia.

—Oye Faustus ¿Ella es de la Orden De Magos? — le susurraba Darren, queriendo saber más de ella.

—No, ella es Felicia, es una maga quien no está afiliada a nuestra institución — le explicó intentando hablar en voz baja.

En el exterior Tod logro estabilizar los orbes de fuego, para disparar los contra los seguros de las jaulas, apenas libero a cinco de ellos, prosiguió por los siguientes cinco, los liberados rápidamente fueron a las armas para proteger su reciente libertad, los hombres de la secta lidiaban con ellos y con el desastre de los saqueos, pero no se daban abasto para lidiar con ello. La violencia domino el mercado con suma rapidez, mientras más liberaba más rápidamente se esparcía los altercados, impidiendo colocar los sellos faltantes y requiriendo a los hombres que bloqueaban la salida.

—¡Lo conseguí! ¡Ahora yo..! — miraba la salida alentado, pero en su mente vagaba la tonta sonrisa confianzuda de Darren — yo debo encontrar a mi maestro.

Pasando por la multitud el mago llegó a la puerta donde su maestro ingreso, para derretirla con sus llamas, pero no encontró a Darren, solo a Bhoris quien lo miraba con bastante interés, los otros encapuchados se retiraron por otra salida, conducidos por el resto de los miembros de la secta, dejando a solas a Tod y al maestro del credo, el niño pudo ver cómo sobre ellos existían varias jaulas, alcanzaba a ver dónde estaban las cadenas que las sujetaban.

—¡Esto es perfecto! Tú maestro se volverá loco cuando le lleve lo que quede de ti — se fascinaba ante la idea de ver a Darren herido.

—¡¿Dónde lo tienes?! — le exigió el niño, notando que el hombre delante suyo era un oponente al que no podía vencer.

—En breve te llevaré con él — su torcida sonrisa adorno su rostro lechoso.

Abrumado por su tormentosa presencia el niño castaño dio forma a un orbe de fuego, a este no la limitó, Bhoris se contento al ver qué su tamaño igualó su estatura, este extendió sus brazos listo para aceptar esa magia elemental, ante esa actitud solo se dejó llevar atacándolo, la risa burlona de Bhoris fue consumida por el gran orbe y el infierno se desató en la habitación, el fuego comía y dañaba la estructura, las rejas anteriormente usadas para proteger a los hombres de poder se derretían, en ese lugar no existía nada capaz de aguantar el tremendo calor, todo se incineraba sin remedio alguno, al ya no ver la figura del maestro del credo pudo tranquilizarse, su cuerpo temblaba ante el desesperado método al que tuvo que recurrir, el nunca antes le había arrebatado la vida a ningún otro ser humano.

Blue Mage: Tod Lender And The OtherOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz