Gilffher El Maestro Maldecido

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Alicia resentía lo ocurrido con Nadia, a quien ya habían dejado bastante atrás, sus lágrimas se dejaban caer como si desearan acompañar a la difunta muerta, Lancelot VI seguía tirando de la maga, ahora sin un plan, lo único que le restaba era esperar la señal de algún otro de sus compañeros para ir a ayudarle.

—¡Esto no se supone sería así! ¡Guerreros nos aguardaban para liquidarnos! —pensaba mientras corrían entre la maleza y los árboles — creí que serían mercenarios, de igual forma no los herimos, solo huimos en dirección a la fortaleza, pero descubrimos que la aprendiz de Thomas fue asesinada por los hombres del lugar.

Lancelot miro fijamente a Alicia y le parecía imposible que ella fuera una traidora, tenía demasiado corazón para ello.

—¡¿Cómo ella podría traicionarnos?! ¡Cualquiera con magia es un blanco para la secta! — renegaba a su deber creyendo haberla conocido bien.

Un zumbido irritaba el oído del guerrero quien de inmediato tiro de Alicia, en ese momento la hoja de un arma apareció donde estaba la maga, el ataque enemigo comenzó.

—¿Un arma extensible? — Alicia jamás conoció esa clase de peligros, pero su compañero si.

—Esa es un arma peligrosa — indico Lancelot, quien vio como Gilffher aparecía de entre las maleza dispuesto a arrebatarles la vida.

—¡Déjame les muestro el peligro del que es trae! — exclamaba Gilffher quien no se contendría pese su edad.

—Quise decir el peligro que representa para ti — expresó Lancelot con una actitud más calmada al conocer el tipo de arma — ustedes no son de usar armas mágicas, pero está no lo es, es algo que toma algo y lo transforma, creo que es algo como alquimia, no estoy muy seguro, creo que tú hoja de espada consume tu sangre.

Tanto Gilffher como Alicia se vieron asombrados al saber lo bien que sabía del tema, pero no parecía suficiente para flaquear la voluntad del maestro de la secta.

—Se nota que conoces bastante para tu corta edad — le alago señalándolo con su espada en su estado normal.

—Mi maestro tenía interés en que pudiera tomar su manto lo más pronto y que durase lo suficientemente para asegurarse un retiro satisfactorio — contó Lancelot quien sacó una vara plateada la cual al sentir fluir la fuerza mágica cambio su apariencia creciendo e incluso anchándose adquiriendo la apariencia de una lanza de justas de tono plateado y un cordel rojo en el extremo opuesto a la punta — tristemente no está completa mi técnica, pero creo tener la ventaja en una batalla de aguante.

—¡Mírate tan osado al conocer el efecto de mi arma! — sin desaprovechar la oportunidad se arrojo al combate, pero es detenido al ver venir la lanza, su escudo bloquea el impacto de lleno pero le vuelve a tener a distancia, donde su espada carece de peligro — bien pensado, arrinconarme para obligarme a depender de la extensión del arma.

—Algo no va bien, está demasiado tranquilo, debería agitarse — concluía el lancero temiendo no contar con todo dote del hombre de la secta.

—¿Ustedes son lo mejor que posee la Orden De Magos? Esperaba encontrarme con ese tal Darren, pero no lo he visto — meditaba en voz alta Gilffher demostrando lo poco que se tomaba enserio al par.

Haciendo gala de su fuerza y vigor se proyecto con una estocada al hombre, quien sin problema interceptó con su escudo, pero pese está acción sintió como el filo del arma penetrara su torso, estrellándose contra algunas ramas que limitaron el impulso, pero algunas se quedaron enterradas en su piel.

—¡Consiguió derribarlo! — Alicia estaba impresionada ante la hazaña que parecía imposible hace unos segundos.

La espada volvió a extenderse, ahora en un momento inesperado, Lancelot tenía los ojos en su compañera, desprevenido ante el inminente peligro. Todo tomo un ritmo lento a la vista de Alicia quien parecía apta para intervenir en aquel entonces, ella estiró su mano y formando una espada de doble filo frente a sus ojos, trayéndolo a la vida con un resplandor que el mismo Lancelot describiría en su reporte como un destello dador de calidad y calma. Ambas espadas impactaron entre si, evitando el trágico desenlace.

—¡No esta vencido! ¡En guardia! — advirtió la maga quien apenas resistía el embate.

—¡Demonios! Si tan solo mi técnica estuviera completa.. — se lamentaba al ver cómo Gilffher estaba dispuesto a entregarlo todo de su parte, luciendo como el ser aterrador que era.

—No me queda muchas fuerzas, pero creo que aún puedo llevarme a este par — su sed de sangre se vio disparada, aterrando al inexperto dúo, vociferando — ¡León de Moira entrégame tu don!

El cuerpo de Gilffher se vio engrandecido y cubierto de pelo dorado, transformándose en una media bestia, su rostro se vio convertida en la de un felino, sus ojos apenas mantenían el raciocinio, sus manos y pies tenían garras las cuales no dudaría en emplear, la espada volvió a su forma usual, siendo liberada por su propietario solo para ir por ellos con sus propias garras. Su velocidad inhumana tomo por sorpresa a Lancelot quien recibió un par de zarpazos los cuales expusieron parte de sus órganos, el guerrero no podía creerlo, pero se atemorizó al ver cómo la bestia humanoide se preparaba para un último ataque.

—Soy conocido como Gilffher el maestro maldito, aquel como hombre enfrentó al espíritu de Phantera Leronó, una antigua entidad longeva a la que se le acuñaba dotes casi imposibles — rememoraba Gilffher al estar en aquel estado, dónde todo estaba bajo un manto carmesí — en mi juventud fui osado, iba en búsqueda de peleas y reconocimiento al desear una vida llena de placeres terrenales, pero conocí mi límite con un hombre quien con facilidad me humilló, el simple recuerdo de mi ser tirado en el suelo con el cuerpo cubierto de moretones y temblando al no poder incorporarme me hace hervir la sangre, así que fui al Alius Silvam, el sitio donde residía la majestuosa bestia.

El cuerpo de Gilffher ardía como si el fuego le consumiera al recordar cómo se atrevía a poner un pie dentro de aquel sitio anormal, dónde los árboles se curvaban de forma antinatural, incluso los colores que expedían los objetos y cosas “naturales” eran imposibles en ellos fuera de aquel sitio, los árboles proyectaban un tono blancuzco, sus hojas venían bajo un color violeta y bordes rojizos, incluso al andar por la zona le hacía perder el sentido de la orientación, de pronto no sabía si estaba arriba o abajo, incluso si el propio suelo se había torcido, ni siquiera la distancia recorrida, todo era abrumador y mientras más tiempo estuviera allí todo empeoraba, sin embargo no podía irse con las manos vacías, debía encontrarse con aquel ser magnífico, del cual se rezaba inverosímiles cuentos de contratos por poder y que únicamente seres excepcionales podían dar con ella en el infierno retorcido de Alius Silvam.

—¡No puedo flaquear! ¡Debo seguir! ¡S-si caigo ahora moriré! — se percataba que su propio cuerpo empezaba a desconocer sus propias órdenes, se entorpecía en su andar, sus pies tropezaban con la nada, su vista se perdía en una bruma blanca a la cual no podía asegurar si era real o no.

Su cuerpo tras días de andar sin rumbo fijo se desplomó exhausto de su travesía y sin haber ingerido alimento para reponer sus fuerzas, incluso desconocía si llego a dormir, hasta si llego a ver la noche de tan confuso sitio.

—Debo encontrarlo.. no me queda más que encontrarlo — murmuraba aún con su deseo en mente.

Su cuerpo parecía deshacerse con lo que el pensaba era el viento que soplaba, sin percatarse que era lamido por un gigantesco león albino con una infinidad de crestas en el lomo como si estos fueran una clase de corona que demostrarán su alcurnia.

“Anda niño perdido, levántate y parte de este lugar”

Hablo la bestia otorgándole fuerzas para incorporarse, sorprendido de descubrir a la bestia casi divina este se arrodilló sin pensarlo.

—No puedo, yo, yo vine a conocerlo y pedirle su poder — le pedía sin mirarlo intentando demostrar su diferencia casi abismal de categoría.

“Muchos vienen por ello y pocos son los afortunados. ¿Qué te hace pensar que eres uno de ellos?”

Esas palabras resonaron como una amenaza si no portaba la respuesta indicada, achicando al joven guerrero quien podía notar que el era nada al lado de este ser con capacidades extraordinarias.

—Yo, yo — sentía como el aliento de sus enormes fauces se acercaba indicando su final — Deseo erguirme como el mejor al resto, respeto, reconocimiento, quiero sentir la sangre de mi enemigo en mis manos.

Escupió la verdad al sentir la muerte merodeando, Gilffher al levantar la mirada se encontró con sus fauces y múltiples colores que resplandecían en el fondo cautivándolo pese el peligro, para luego ser engullido de par en par. El humano hizo un viaje extendido que parecía una eternidad viendo venas multicolor resplandecientes, incluso memorias de encuentros previos con otras personas en las cuales terminaban con un zarpazo que terminaba con la existencia del mortal, hasta llegar a una imagen de la Phantera Leronó acercándose a un foso de agua verde con un peculiar resplandor y algo en el fondo similar a una serpiente, pero era casi imposible al tener una dimensión descomunal junto a un color blanco que parecía resplandecer de forma asombrosa, era como si se tratase de su mera existencia haciendo denotar al resto de su existencia, algo tan impactante que te hacía notar lo insignificante que eras. Gilffher volvió a abrir los ojos descubriendo que estaba afuera de Alius Silvam.

“Tienes lo que deseabas, pero el costo es tu alma, será mía luego de dar uso de toda tu fuerza cinco veces o más de veinte minutos, ahora disfruta de este don, mientras puedas.”

Gilffher no dudo en poner en uso dicho poder contra el hombre que le humilló, destrozándolo empleando todo su poder que le transformó en la bestia semihumana, pero al acercarse al límite pudo sentir el ronroneo de Phantera Leronó, quien parecía estar a su espalda, inmediatamente volvió a su forma humana, comprendiendo el costo de su acto.

Entonces apareció el maestro del credo Bhoris quien le hablo de la salvación y de aquella figura a la que seguían como la verdadera salvadora, aquella inquisidora de la vida, la Dama del Perdón, se le aseguro el resguardo de su alma mortal al seguir las enseñanzas de la Secta de la señora del enorme corazón, pronto demostraría su gran aporte a la causa siendo un maestro en corto plazo a comparación al resto, este grupo le entrego la espada y escudo los cuales se aprovecharían del don de la bestia, pero no siendo la fuente estás armas, ni mucho menos un inconveniente para su portador, únicamente eran un medio.

—Puedo sentir un pacto, un juramento a un ser de gran poder y en ello yo soy buena — replico Alicia quien no dudo en intervenir.

Alicia usando la magia para interponerse entre Gilffher y el debilitado Lancelot VI no se limito en únicamente aparecer entre ambos sino que atacó cortando la garra del maestro maldito, esto dejo sin palabras al enemigo, sabía que ninguna espada podía atravesar su piel, pero aquella espada cortó su extremidad sin dificultad, eso le hizo llevar a preguntar por ella, cosa inusual en él al estar en ese estado, dónde el frenesí era usual.

—¡¿Quién eres?! — ciertamente era algo imposible de comprender para este y necesitaba darse aunque sea una idea de lo que ocurría.

—Soy Alicia, la maga que ayuda — contesto, pero sabía que eso no despejaría la verdadera duda de este ser maldecido, cambiando de semblante por uno más severo continuó — pero también me conocen como la mata demonios.

Blue Mage: Tod Lender And The OtherWhere stories live. Discover now