Capítulo 7

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"Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño: que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son" *, era la cita marcada en el libro que yacía en la mesita de noche, una fría madera que recordaba a las antiguas arquitecturas de la vieja Inglaterra. Ese no era el único libro cerca del cuerpo dormido, la casa entera parecía una reliquia viviente de épocas pasadas, años que siempre dicen las almas que fueron mejores que los de hoy. El estante principal no se hallaba en ese cuarto, sin embargo, la enorme cantidad de piezas literarias daban la impresión de que se encontraba en una biblioteca y no en una habitación de invitados.

Si aquel hombre de cabellos castaños y lacios estaba cómodo en el lecho ¿por qué habría de dejar su calidez? Aquellos hombres que son felices viviendo en su ignorancia serán los dichosos. Para lamentar del chico, no había ignorancia suficiente que le librara de la dolorosa realidad en la que vivía atrapado hace ya tantos meses.

Bajo los sueños de la almohada estaba aquella figura, alta y de mirada profunda, seductora, tan aterrizada a la tierra que daba miedo, una persona que sabía lo que quería; la persona perfecta para él. En su imaginario subconsciente, esta figura la acogía entre sus brazos y le susurraba que estaba dispuesta a quedarse junto a él, a renunciar a sus privilegios y amarle como deseaba.

Pero un suave remezón le aquietaba de las fantasías que su cerebro creaba mientras descansaba. Era esa figura que amaba y que le carcomía el corazón todos los días. Llevaba una elegante bata de seda color mocca que dejaba ver ligeros retazos de su piel, además de sus gafas negras y redondas de descanso.

- Siempre eres tan bueno para dormir hasta tarde... odio tener que despertarte, pero tengo cosas que hacer

Su voz pese a que le alejaba de su valioso hogar, era un deleite de escuchar. No hizo mucho ruido, le sonrió a su cliente y se vistió para salir de allí con rapidez, antes de que fuese más difícil separarse.



Su mejor amigo estaba atrapado en sus propios embrollos, así que no abriría la boca a vislumbrar sus sentires. Qué poco honesto se sentía darle consejos y ver que se atrapaba en sus propias palabras.

Una llamada entrante en su teléfono celular logró despabilarlo de sus emociones.

"¡Hola! Lamento llamarte para decirte algo como esto, pero necesito que pagues el alquiler dentro de estos días, mi padre tuvo un accidente de auto y necesita..."

A decir verdad, el castaño de ojos almendrados prefería escuchar los problemas ajenos antes que sumergirse en los propios, una de las principales razones por la cual escogió su trabajo. Si había algo que detestaba mucho eran los superiores. Desde la infancia había tenido problemas para enfrentarse a sus profesores, aunque solo se tratase de corregir una tarea simple. Él prefería hacer todo a su modo, y si la cagaba sabía que no decepcionaría a nadie más que a sí mismo. Motivó más de una movida escolar en sus últimos años antes de graduarse, y rebeliones importantes en los empleos en los que había estado. Si para el japonés promedio revelarse al jefe era un imposible, Kouyou Takashima lo hacía posible.

Su mejor amigo Akira Suzuki llevaba semanas, meses probablemente, actuando extraño. No se entrometía porque ya tenía suficiente consigo, sin embargo, no paraba de observarlo por el rabillo del ojo siempre que se iba con una sonrisa después de hablar por teléfono en voz baja. "Este imbécil nunca ha sabido guardar un secreto", pensó para sí. De pronto y casi como por configuración previa, recordó los sueños que tuvo con su cliente, Yuu Shiroyama.

Había estado quedándose en su casa demasiado seguido, y estar rodeado de sus lujos más que entusiasmarle, le daba escalofríos. No quería recurrir a las excusas tan a menudo, si bien era buen mentiroso, no es una cualidad de la cual se enorgulleciera de usar. Su cliente era un bibliófilo, y uno de sus panoramas favoritos era recitarle poemas extraños o frases complejas en otros idiomas para que Kouyou le diese su opinión. Kouyou jamás se consideró el más letrado, pero era bastante directo para decir cuando algo no le parecía, y esa franqueza era la tan admirada por el empresario. Quizás fue de tanto escuchar las rimbombantes frases de amor pronunciadas por su particular voz las que encantaron a Kouyou.

MOSHI MOSHI LOVE DESU? - ReitukiWhere stories live. Discover now