Capítulo 07

88 12 10
                                    


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


 - ¡Te digo que no puede ser! – insistió Finn, inclinando inconscientemente el cuerpo hacia la puerta y alzando la voz para que Rose pudiera escucharla desde la bodega central del Orbak 1 – ¡Lo oíste mal!


Un suspiro de pura frustración resonó en los pasillos de la nave, antes de que unos pasos cortos pero decididos se dirigieran hacia la cabina. Finn se asomó ligeramente por encima del hombro, sin levantarse del asiento del piloto ni soltar los mandos, solo para encontrarse con Rose en el umbral de la puerta con los brazos cruzados y los labios apretados.


- Y yo te digo que no – dijo con tono firme, como si le retara a volver a contradecirla.


Y de alguna forma lo hizo, porque no pudo evitar que se le escapara un gruñido de la garganta. Supo que había sido un error en cuanto Rose abrió los ojos como si no pudiese creérselo y avanzó hacia él señalándolo con el dedo. Finn tampoco podía creerse que volvieran a tener esa conversación.


- ¡Tú no estuviste ahí, así que no me digas lo que oí o no oí! - exclamó Rose.


Finn apretó la mandíbula y se volvió de nuevo hacia el panel de control, mirando con insistencia la pantalla que debía de darle la autorización para aterrizar en el sistema Nakadia. Sabía que Rose no lo había dicho con mala intención, pero desde que había recibido su mensaje de que Rey estaba enferma en Dathomir, no había dejado de sentir una punzada de culpa por no haber estado ahí con ella. Algo que no había mejorado al verla correr hacia él pálida y temblorosa, como si hubiese visto a un fantasma.


Pero la explicación que luego le había dado Rose de todo lo que había pasado, fue demasiado. Por más que quisiera, era incapaz de imaginarse a Rey, la misma Rey que había escapado de sus captores en la Base Starkiller sin ayuda, la que los había salvado en Crait y había matado al Emperador, completamente rota de la forma en la que Rose la describía. Retorcida de dolor en una cama desvencijada mientras balbuceaba el nombre de alguien que nunca iba a acudir a su lado porque la había dejado, la había dejado sola, muerto. Delirando, diciendo que lo había visto allí, estaba allí con ella cuando era imposible, llorando cuando se daba cuenta de ello... Finn se debatía entre el deseo de haber estado allí para ayudarla y el alivio de no haber visto a su amiga derrumbarse de ese modo. Porque si era sincero consigo mismo, le asustaba. Si Rey no era capaz de sobreponerse a todo, ¿quién iba a hacerlo?


Rose parecía igualmente afectada. Aún recordaba el rostro de la ingeniera lleno de preocupación e impotencia por su amiga, palpable incluso a años luz a través del holoproyector, preguntándole si podía ir porque ya no sabía que más hacer. Le había costado mucho convencer a Poe de que le diera el permiso para ir a por ellas en medio de todos los preparativos que estaba haciendo la Alianza, pero no quería posponer más el verla, el comprobar que estaba bien. No le había tranquilizado lo que había visto, ni lo que Rose le había contado de camino a Nakadia.

Y temblarán las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora