Capítulo 13

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Por un momento no hubo nada. Ni sol, ni lunas, ni estrellas que iluminaran el vacío que las había tragado cuando entraron en el templo de Lothal. Y aún así, Rey no caminaba en total oscuridad, porque Hija estaba delante de ella guiándola, resplandeciendo con su propia luz, blanca y cálida. Era la luz que una madre pondría a sus hijos por la noche para que no les asustase la oscuridad, la luz del sol tras una tormenta. Rey se encontró envuelta por ella, reconfortada de una forma que no había conocido nunca.


Pero eso duró poco. Sus sentidos se pusieron en alerta cuando empezó a ver como la negrura se llenaba de pequeñas chispas de colores. Como luciérnagas que revoloteaban agitadas cuando Hija pasaba a su lado, emocionadas por su presencia. A sus pies, las motas de luz empezaron a alargarse, a convertirse en hilos que se retorcían en espirales de colores. Hilos que como pintados por una mano invisible dibujaban formas en el aire. Árboles y flores hechos de luz que crecían ante el paso de su señora, y que volvían a apagarse a espaldas de Rey, cuando la lejanía de Hija era demasiada como para seguir insuflándoles vida. Rey observaba el espectáculo de luz sobrecogida en un silencio sepulcral, ni siquiera roto por el sonido de sus pasos.


De repente, Hija se detuvo. Delante de ella, Rey pudo ver como se elevaba otra puerta blanca, hecha de la misma luz que el bosque que crecía su alrededor, igual a la primera que había encontrado al llegar allí, salvo que en esta, la vegetación crecía y se enroscaba alrededor del marco. Un convor blanco y verde las esperaba posado en la parte superior, perfectamente equilibrado aunque la puerta no tuviera grosor.


- Lo he visto antes – comentó Rey, devolviéndole la mirada al pájaro. Podía verse reflejada en sus orbes esmeralda.


- Son mis ojos y mi voluntad allá donde yo no puedo ir – respondió Hija.


"¿Hay sitios a los que no puedes ir?", pensó Rey. La idea de que un ser que emanaba tanto poder en la Fuerza no pudiera hacer algo le parecía algo difícil de creer. Casi inconcebible.


- ¿A dónde vamos? - preguntó en su lugar.


Hija no respondió. Simplemente avanzó con gracia y atravesó el umbral desapareciendo ante sus ojos. Rey la siguió, mejor eso que quedarse bajo la incisiva mirada del convor.


El mundo se convirtió en un espejismo tembloroso cuando atravesó la barrera de energía. Empezaba a acostumbrarse a eso, y de alguna forma esperaba encontrarse con un escenario completamente nuevo y lleno de color. Pero cuando la ilusión se volvió sólida de nuevo, le sorprendió su aspecto siniestro.

Y temblarán las estrellasWhere stories live. Discover now