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—¡¿Por qué mierda te cruzaste?! ¡Lo tenía justo donde...!

—¡Te habría arrancado la garganta si no me hubiera metido!

—¡Y un carajo! ¡Tienes la cabeza tan enterrada en el culo que crees ser más fuerte que todos nosotros! ¡¿Pues sabes qué?! ¡Si eres tan superior ve y caza por tu puta cuenta!

—¡Basta! —gritó Eskel a sus hermanos, quienes guardaron silencio pero siguieron mirándose con rivalidad y las respiraciones agitadas. Él suspiró viendo disimuladamente a Vesemir, quien se había apartado con una mirada decepcionada.

Todos estaban cansados de ésto. No había un sólo día en que no tuvieran una discusión y, muchas de esas veces, terminaban en peleas. Eskel era el más tranquilo, pero no se quedaba afuera, su naturaleza alfa también le hacía perder el control en ocasiones y era cegado por su instinto territorial, sobre todo cuando Lambert molestaba a Lil' Bleater.

Cerró los ojos para reunir paciencia, y optó por abordar de nuevo el tema que todos evitaban: —Me imagino que son lo suficientemente inteligentes como para darse cuenta de que esta discusión es absurda, así que voy a insistir con la propuesta que nos hizo Vesemir; necesitamos un omega.

—Vete a la mierda —gruñó Lambert, escupiendo al suelo y sentándose para afilar su espada. 

Geralt simplemente lo ignoró, limitándose a montar en Roach y alejarse del grupo hacia quién sabe dónde, por lo que sólo le quedaba tratar de dialogar con su hermano menor.

—Lambert —suspiró—, sé que no...

—Ya hablamos de eso —masculló ejerciendo más fuerza de la necesaria.

—Sí, y cada día demuestran necesitarlo más —intervino Vesemir, acercándose con mirada severa—. Todas las manadas tienen como mínimo un omega, eso mantiene el equilibrio, Lambert, yo esperaría que a tu edad lo entendieras.

Se quedaron en silencio varios segundos, hasta que el brujo mayor se cansó y volvió a alejarse negando con la cabeza, caminando en la dirección que Geralt se había ido.

Eskel hizo una mueca y se sentó junto a su hermano, aún esperando razonar con él.

—¿Qué es lo que te molesta? —murmuró mirándolo, sabiendo que el castaño sólo fingía estar concentrado en su espada.

Lambert suspiró, y detuvo sus movimientos para erguirse y mirarlo de vuelta.

—Los omegas son debiluchos, Eskel, y ya perdimos suficientes de los nuestros —gruñó volviendo a su tarea. 

Eskel asintió, bajando la cabeza. Aunque nadie lo expresara demasiado, sabían el dolor por el que cada uno pasaba con la muerte de un compañero, y todos temían el día en que otro más cayera. Lo más probable es que Geralt pensara lo mismo que Lambert, pero si no integraban un omega a la manada, posiblemente alguien moriría mucho antes de lo deseado.

—Entonces busquemos a alguien fuerte —insistió volviendo a mirar al menor, quien suspiró negando con la cabeza—. Uno que nos siga el ritmo, Lambert, alguien que pelee a nuestro lado sin...

—Somos brujos —gruñó—. Encontrar un idiota que nos siga el ritmo y esté dispuesto a viajar con nosotros es casi imposible, y los brujos omegas ya están en las manadas de sus escuelas.

El mayor asintió de acuerdo, aunque no estaba dispuesto a rendirse.

—¿Al menos intentémoslo?

Lambert bufó hastiado, pero finalmente asintió y Eskel por fin dejó caer la tensión de sus hombros. Sólo necesitaban convencer a Geralt, pero tres a uno ya podía considerarse una victoria.

The Bird and the Wolves | GeraskierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora