Capítulo 10 - Anything

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El salón que les recibe es relativamente pequeño. Probablemente si no lo ocupase una sola mesa con sitio para más de treinta comensales parecería más amplio. Pero de igual manera, es un lugar modesto dentro del ayuntamiento, que era justo lo que andaban buscando tras el éxito en el operativo Dvali.

La operación había salido según el plan. El CNI había solicitado la ayuda del CNP porque no tenían suficientes efectivos en sus filas y ahora era el momento de celebrar su victoria. Aunque era una victoria con reservas, claro. Todavía tenían que acabar con The Union para poder dar por zanjado el tema de los atentados. Pero, de momento, esto era algo que merecía ser celebrado.

Los agentes toman asiento donde el papelito con su nombre impreso les indica. Volkov y Conway se sientan juntos siguiendo y Horacio y Gustabo, como Dan y Fred, tienen asignados los asientos de enfrente.

Volkov pasea su mirada por la sala y reconoce a todos los agentes que formaron parte de la operación. Aunque es más una cena entre compañeros que un acto oficial, todos visten con bastante formalidad. Uno por uno, los observa en sus asientos, charlando de forma distendida mientras los camareros empiezan a servir las bebidas. Sus ojos se vacilan cuando su mirada alcanza a los agentes que tiene enfrente: Gustabo y Horacio. Ambos llevan el rostro cubierto por el pasamontañas y comentan algo entre risas. Las conversaciones del resto de asistentes le impiden escucharlos.

Es la primera vez que los ve vestir de manera tan formal y, aunque le sorprende la visión de Gustabo vistiendo un traje azul oscuro que parece estar hecho a medida, sus ojos viajan irremediablemente hacia Horacio. Como no podría ser de otra manera, es el único de los asistentes que ha optado por un traje de color burdeos, el único que destaca entre todos los azules, negros y grises - como el suyo propio - que llenan la sala. Volkov había escondido una sonrisa cuando lo había visto llegar y en su mente se había materializado un 'Cómo no' que sonaba casi orgulloso.

La cena comienza y Volkov permanece en silencio, como tiende a hacer en situaciones con demasiada gente. Conway le hace algún comentario ocasional, pero pronto se une a la conversación que mantienen Dan y Fred con Greco. Volkov se limita a observarles, no tiene nada que aportar y, en cierto modo, le relaja observar la naturalidad con la que se comunican.

A la izquierda de Conway, Michelle se pone en pie y levanta su copa para llamar a un brindis cuando retiran los segundos platos y esperan el postre. La sala entera se gira para mirarla.

En su breve discurso repasa el éxito del operativo y da la enhorabuena a todos aquellos que participaron. Volkov mira a Horacio entonces, con una sonrisa dibujada en la cara, y la situación le hace desear que no tuviera que ocultar su identidad bajo el pasamontañas, porque así podría haber visto su cara de orgullo ante las palabras de Evans.

Sin embargo, a Volkov se le queda corto. Se le queda corto el discurso y los agradecimientos. Porque los flashbacks del operativo se reproducen en su mente una y otra vez mientras escucha hablar a Michelle y siente que se le acelera el corazón cada vez que lo revive. ¿Dónde está su mención especial? ¿Dónde está su reconocimiento? Horacio había liderado aquel operativo sin que nadie se lo hubiera pedido y seguía teniendo que minimizar sus victorias.

Había sido un trabajo de equipo, sí. Y todas las partes fueron necesarias. Pero fue Horacio el que propuso la estrategia de entrada. Y fue Horacio también quien se asignó la ruta más complicada dentro del lugar.

Cuando llegaron aquella noche, se separaron en grupos para flanquear la nave donde sabían que estaban todos reunidos aquel día. La información que tenían era casi inequívoca y los equipos de vigilancia habían estado controlando la zona para confirmar las identidades y los movimientos de los miembros. Conway había encabezado el grupo y había abatido a varios de ellos, sí. Pero, cuando las cosas se pusieron feas y uno de ellos aprovechó un punto ciego para disparar a Conway, fue Horacio el que le apartó de la trayectoria de la bala y el que, con precisión militar, abatió al tirador casi al mismo tiempo. Conway le había mirado sorprendido entonces, en parte por su propio error y en parte por la rápida reacción del inspector, pero Horacio había continuado la operación como si no hubiera sido nada.

Between the Devil and the Deep Blue Sea (+18 | Intenabo & Volkacio)Where stories live. Discover now