Veintiséis

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Todo empezó cuando el progenitor de la niña abrió la puerta. No nos quería dejar pasar.

—Pero hombre, ¿no quedamos en algo? —preguntó Rob, había colocado su pie entre el marco y la puerta para que el señor no la cerrara.

—¡¡Ustedes solo quieren llevarse a mi hija y a mí a la cárcel!! ¡¡Quieren matarme!! —nos gritó alarmado, sus ojos estaban algo desorbitados, parecía estar salido de sí.

—¡Que no! —intervine. —No es verdad, le prometo que solo queremos conversar con usted para que el dueño de la disquera no lo denuncie de verdad.

—¡¡Me llegó esto!! —Nos lanzó una carta y cayó cerca de mis pies. La recogí para leerla.

Al parecer, era la carta de una «fan» que los amenazaba de muerte. No podía creer lo que estaba leyendo.

—No, eso no es nuestro, señor. De verdad queremos solucionar esto por las buenas, déjenos pasar para conversar con usted —pedí mirándolo, y así, poco a poco; fue dejando de hacer fuerza y miró al piso.

—Bien, pasen —murmuró y abrió la puerta.

—¿Cómo cambió tan rápido de humor? —pregunto Chase entre susurros, yo solo le pedí silencio con una seña.

El señor, aún desconfiado, nos pidió que nos sentemos. Cuando estábamos por hacerlo, apareció la niña. Se quedó petrificada en los escalones, yo no dije nada, solo miré a otro lado.

—Julien, yo...

—Ve a tu habitación, Susan —ordenó su padre, volví a observarla. Ahora con luz. Aparentaba unos quince años, no se veía precisamente como alguien que podría haberme arruinado la carrera musical. Incluso se veía inocente.

Ella asintió y volvió a subir las escaleras, me pareció verla llorar, pero ya no estaba en mi radio visual para comprobarlo.

—Bueno, a lo que vinimos —Rob llamó nuestra atención golpeando un poco su pierna, los tres pares de ojos se dirigieron a él. Kevin nos esperaba afuera en la puerta (que estaba medio abierta). —Quiero que sepa que mi jefe, el dueño de la productora, ya había hecho la denuncia, pero Julien lo detuvo. Él no quiere más problemas y decidió «perdonarlos». ¿Por qué las comillas, se preguntará? Pues le dejo la palabra a él para que lo explique.

—Sí —aclaré la garganta y me senté derecho—, pienso que es importante buscar ayuda para su hija, estoy enterado de que usted no cree en la psicología y no quiere llevarla a terapia ni nada parecido. Pero considerando la situación, ¿no le parece que sería bueno intentarlo? Tal vez, solo tal vez podría ayudarla a salir de todo esto. Le juro que no quiero más problemas, he pasado uno de los peores días de mi vida y no lo quiero repetir. Lo único que quiero es hacer música y ya —expliqué. El hombre se negó rotundamente, lo hizo desde que empecé a hablar, y quería replicar, pero alguien entró junto a Kevin mientras gritaba que él no era nadie para estar en su casa.

—¿Se puede saber qué está pasando aquí? ¿Por qué mi hija está en noticias internacionales, y por qué nadie me contesta el teléfono? ¡Tuve que tomar un vuelo de diez horas para venir a averiguar qué está sucediendo con mi familia! —les gritó a todos. La señora en cuestión tenía los ojos inyectados en odio y no dejaba de vociferar frases al aire. —Arnold, ¿quién es esta gente? —Nos observó de forma directa.

—Somos representantes Hook Records y este es Julien Garnier, si se sienta con nosotros, señora, podemos explicarle lo que está sucediendo. Pero, ¿podría decirnos quién es usted? —preguntó Rob, estaba calmado, yo estaba entrando en crisis.

—Soy la esposa de este inútil —Señaló a Arnold—, también soy la mamá de Susan. Explíquenme qué está pasando, ahora mismo. —La señora se sentó frente a nosotros, justo donde segundos antes había estado su esposo.

Luces, música y acciónOù les histoires vivent. Découvrez maintenant