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동영

    Kim KyungHu estiró las piernas

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Kim KyungHu estiró las piernas.

Como ocurre con la mayoría de los estudiantes, la asignatura favorita de KyungHu era el recreo.

KyungHu solía quedarse dormida sobre su pupitre, exhausta por su desgaste mental - aunque se pasaba la mayoría de las clases durmiendo a pierna suelta-, y se negaba a entablar una conversación con nadie.

Ella disfrutaba de su pequeña siesta aunque, al estar dormida, pasaba por alto las curiosas miradas de sus compañeros de clase, quienes se preguntaba cómo podía llegar a dormirse tan rápido.

A veces, tras despertar de su siesta, el estómago de KyungHu rugía como un león, y aquello le había costado más de una disculpa en clase de literatura y matemáticas.

Era obvio que su madre era igual de despistada que ella y, por ese mismo motivo, la rutina las obligaba a olvidarse de su almuerzo, cosa que a la chica no le importaba lo más mínimo; las dotes culinarias de su madre eran aún peor que las suyas, y eso ya es decir mucho.

KyungHu bostezó con dejadez, chasqueando la lengua al escuchar los fuertes repiqueteos de las gotas de lluvia contra el cristal.

Parecía ser que aquel día iba a ser toda una excepción para ella, y aquello la sacaba de quicio; KyungHu amaba su rutina sobre todas las cosas, y se estresaba cada vez que esta se alteraba lo más mínimo.

Era martes. Estaban en pleno verano pero, aún así, llovía a cántaros.

Torció la boca, levantándose de su asiento en un vago intento de despertar a su pierna derecha, la cual cosquilleaba de forma molesta.

Sus ojos escanearon el aula; Yoon Mee chillaba, envuelta entre su grupito de amigas chismosas, y Park Hei, Choi Shin y Kim Bon-Hwa comentaban el partido de fútbol que se disputó el fin de semana.

KyungHu dejó escapar un suave suspiro. Todo parecía medianamente normal.

De repente, su mirada se encontró con su mochila. Se sorprendió al encontrarla entreabierta, puesto que ella era una persona de extremos; o la dejaba abierta o la cerraba al completo.

Fue por ese mismo motivo por el que alzó una ceja y, decidida, colocó su mochila sobre el pupitre, abriendo la cremallera con cautela.

Kim KyungHu entreabrió los labios, y el mundo de alguien se puso patas arriba.

─ Oh... ─ sus dedos se enzarzaron en una batalla contra un ruidoso plástico.

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