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Tus manos temblaron pero, aún así, fuiste capaz de captar de reojo la sonrisa de aquel chico, quien se encontraba justo delante de ti, con las manos sobre el mostrador y un brillo tímido en sus ojos negros.
Parecía ser un par de años mayor que tú. Vestía ropa elegante y cuidada, de la misma forma que su pelo, de un castaño oscuro que relucía entre la oscuridad de las estanterías de la biblioteca en la que trabajabas.
Solía aparecer tarde, sobre las cinco de la tarde, justo después de que la gente más mayor acabara de leer el periódico. Se sentaba cerca del mostrador, y lo más divertido era que cada día te pedía libros nuevos.
Por su apariencia, aquel chico no parecía ser un alma lectora, pero su enorme sonrisa, sus ojos concentrados y el roce de sus delgados dedos sobre los pesados volúmenes que devoraba decía todo lo contrario.
Llevabas meses observándolo con una media sonrisa, preguntándote cómo un chico tan guapo podía haber acabado en aquella biblioteca, la cual solo los niños pequeños y los residentes de la residencia cercana frecuentaban.
Ser bibliotecaria no era el trabajo más excitante del mundo, pero las historias escondidas entre palabras siempre habían atrapado tu corazón, el mismo que, en aquellos momentos, latía desbocadamente.
一 Hay tanto que leer... 一 sus palabras, dulces y melódicas, acariciaron tus orejas de forma divertida.
Asentiste, escondiendo el rostro bajo el mostrador para impedir que aquel desconocido se percatara de la rojez que brillaba sobre tus orejas de soplillo.
一 Tienes mucha suerte de trabajar aquí 一 musitó mientras hacías ver que ordenabas los libros que él acababa de devolver.
一 Supongo... 一 susurraste, saliendo de tu escondite con una media sonrisa surcada por los nervios.
Él te dedicó una mirada fugaz, llena de sentimientos que desconocías por completo.
Como suelen decir, la noche está llena de misterios. Y sus ojos eran iguales que la noche; penetrantes, oscuros y relucientes como las estrellas.
一 ¿Qué libro me recomiendas? 一 su mano danzó alrededor de su largo y esbelto cuello.
Tragaste saliva, notando que un papel caía al suelo.
一 ¿Alguna preferencia? 一 musitaste, aún con las mejillas relucientes.
Negó con la cabeza.
一 Seguro que tienes buen gusto 一 ladeó la cabeza, aún con la mirada fija en tu rostro.
Titubeaste y, antes de realizar torpes movimientos, le diste un corto título de un libro que se encontraba justo en la otra punta de la biblioteca.
" Soy una estúpida " pensaste.
Cuando el chico desapareció, dejaste escapar un suspiro exasperado y nervioso, y te agachaste con la intención de recoger aquel papel.
" Tú y yo nos encontramos frente a frente de forma rara. Es un momento extraño, pero a la vez familiar. Estemos juntos en esta noche eterna "
一 M. T
Apretaste la nota contra tu pecho, deslizando la mirada a lo largo de la pequeña biblioteca de la que te encargabas, intentando captar una sola ojeada de aquel chico tan misterioso.
Desde que apareció la primera vez, notaste que dichas dedicatorias siempre aparecían en el interior de los libros que él se leía.
Te gustaba soñar, por eso querías creer que las escribía para ti.
De repente, el mismo chico apareció por entre las altas estanterías, sujetando el libro que le habías recomendado.
Sus labios, relucientes como los melocotones más brillantes y suaves al tacto, se estiraron, formando una pequeña sonrisa tímida que despertó las aceleradas pulsaciones de tu corazón, el cual parecía querer abalanzarse sobre él.
Disimuladamente, cubriste tus orejas con ambas manos, intentando ocultar tu notorio sonrojo.
一 Toma 一 te tendió el libro.
Te quedaste unos segundos en silencio, perpleja.
一 ¿Ya te lo has leído? 一 él dejó escapar una melodiosa carcajada, que rompió el silencio que reinaba en el lugar.
Negó con la cabeza.
一 No me equivocaba. Tienes un buen gusto. Mi parte favorita se encuentra en la página 145 一 achicó sus ojos al sonreír 一 . Por cierto 一 musitó, justo al darse la vuelta, dispuesto a abandonar el local 一. Mi nombre es Moon TaeIl 一 se dio la vuelta mientras sus dedos acariciaban la puerta de salida 一 . Espero que tengas un buen día 一 y, diciendo esto, se fue.
Con el corazón en un puño, abriste el libro por la página que él había dicho.
Un párrafo estaba subrayado con lápiz, de forma casi imperceptible:
[ 📝 ]
"Seré tuyo todo el tiempo. Un segundo, dos minutos, tres días, cuatro meses. Llegaré hasta ti, cinco años. De esta manera, para siempre, siempre Para siempre, siempre. Si es un sueño que nunca va a pasar, nunca despertaré. De este dulce sueño. "
