Dejame a mí y mi cafecito en paz

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Narrador omnisciente:

José María se limpiaba el sudor de su frente, causado por el calor tan fuerte que hacía en la ciudad. El sol le daba en la cara quemándolo y haciéndolo sufrir mientras caminaba. Tomó un respiro por unos segundos y siguió caminando, tratando de no tirarse al suelo por el cansancio.

Tenía meses sin ver a María Angélica, quería darle una sorpresa bonita; pero llego a la casa de Centroamérica y no la encontró. Su hermano Benjamín le avisó que estaba en una de sus ciudades, San Pedro Sula.

Lo que no se imaginó fue que estuviera tan caliente. Era marzo, y hacia una temperatura de 40°C con un 75% de humedad. Era un verano completamente normal en San Pedro Sula, todos estaban acostumbrados a este tipo de temperaturas. Bueno, todos menos él, claro está. Lo mataba la humedad, antes pensó que el calor no sería para tanto, total en sus tierras también habían días que llegaban a esas temperaturas.

Ay José María, estás en San Pedro Sula en pleno verano, esa temperatura no es solo algunos días...

Es todos los días.

Por fin, llego a la casa en la que supuestamente estaba Mari Angel. Eran casi las tres de la tarde, sentía el sol quemarlo en la nuca junto con una gota de sudor corriendole por el rostro. Él una vez le dijo a la hondureña que seria tan blanca como Martín o Manuel sino tuviera ese bronceado color canela. Ahora entendía su tono de piel, quién no se quema en tremendo solazo.

Tocó. Espero un rato y le abrió un muchacho de su misma altura que se miraba de unos 18 años. Tenía pelo y ojos café, su piel era de un color canela un poco más oscuro que Mari Ángel, era de contextura un poco delgada pero fuerte, cejas pobladas y pómulos notorios. Vestía jeans, una camisa color mostaza y tenis negros. Él no era para nada feo y eso molestó un poquito a José María ¿Qué hacía ese muchacho ahí?

-Busco a una chava llamada María Angélica - dijo José María serio, como dando órdenes, sin importarle lo agotado que se miraba por caminar en el sol de mediodía. Él joven solo levantó una ceja analizándolo, ignorando por completo que se lo pidió como orden. Con que este era el gran José María Sanchez, personificación de México y el que logró capturar el corazón de su madre. Era fácil distinguirlo por las facciones de su rostro, por la forma que se estaba muriendo del calor y que no era de los que usualmente visitaban San Pedro Sula.

Pero al sampedrano su presencia no le causaba tan buena espina. No sabía el porqué, pero no le gustaba mucho que justamente él fuera el novio de su madre. No le agradaba.

-Buenas tardes, vos debes ser José María, pasa le diré a ella que ya llegaste- dijo mientras le abrió la puerta y el mexicano pasó. Había un prominente olor a café y a pan dulce recién hecho. Jose María dio un brinco cuando escuchó al sampedrano gritar -Mami, ya llego tu novio- ante esto Chemita se sorprendió. El hombre frente a él era uno de los departamentos de su novia, curioso. Ahora debía causar una buena impresión.

-Decile que venga- se escuchó la voz de Mari Ángel desde el comedor. Siendo guiado por el otro, José María caminó a la cocina y se encontró a su amada novia, tomando café recién hecho en un calor del infierno.

-¿Cómo tomas café caliente con este calor?- le dijo mientras aceptaba el vaso de agua fría que le ofreció el sampedrano; que lo vio con una cara de 'Que te importa' antes de irse a su habitación, no le apetecía estar ahí.

-Hola a vos también- dijo Mari Angel bajando su taza de café- Este es mi café de la tarde- respondió la pregunta mientras metia un pedazo de semita en el café para después llevárselo a la boca y degustar semejante manjar caído del cielo.

Ya sentado, José María se puso a hablar con su novia. Hablaron un buen rato hasta que el mexicano le dijo a la catracha- Eres adicta al café-

- No lo niego, me encanta- dijo con los ojos turquesa brillantes, como si solo pensarlo la emocionara. - A mí me gusta sin azúcar-

- Uuuy, eso es para gente con huevos- dijo divertido el mexicano. - Pero estas loca por tomarlo con este sol wey- José María le mostró es sonrisa ladina, esa que tanto le gustaba a la hondureña.

-Dejame a mi y mi cafecito en paz- dijo Mari Angel sonrojada ignorandolo, volviendo a tomar de la taza.

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¿A alguien más le gusta el café sin azúcar o solo a mi?

Comenten que les pareció y si les gustó:):):)

Bye~♥︎

(EDITADO)

¡¡¡Tienes Un Carácter!!!(Honduras X México)Where stories live. Discover now