CAPÍTULO 1. Llegada

10.1K 412 78
                                    

Lo último que viene a mi mente es mi cabeza reposando en mi almohada.

De momento a otro un estruendo de madera rompiéndose y un disparo nos alertó a cada residente del escondite.

Nos han descubierto

Escucho los gritos de mis familiares al ser forcejeados.

-¡Qué esperas por salir inmundicia judía! -gritan al entrar a mi pieza.

Retengo las lágrimas porque el asombro no me deja pensar claramente.

Ana, no digas nada que podamos lamentar.

-No tenemos todo el día, escoria. -dicho esto, siento como me agarra del cabello y me alza. Camina conmigo jalandome el brazo y el pelo.

Me tumba con el resto de mi familia y dejan una pistola al frente de nosotros, para hacernos el favor de acabar con nosotros antes de irnos al infierno.

Veo a Ana, aterrorizada y enumero a mi familia y falta mi madre.

Y viene a mi mente el disparo que escuche al romperse la puerta.

Volteo hacia donde está debería estar y la veo tirada en el suelo.

Lleno mis pulmones de aire para no empezar a hiperventilar.

Mi padre agarra la pistola del suelo y se suicida, a sangre fría.

Me abandonó, a mi, y a Ana.

Después de que saquean todas nuestras prendas de oro, mis trofeos y dinero. Nos sacan a patadas de la cual fue nuestro hogar durante 1 año de guerra.

-

Sentí el sol en mi cara al bajar del último tren a Auschwitz.

Sólo al tener la incomodidad del sol en mis ojos y piel es que Percibí como me apretaba mi pequeña hermana, aferrada a mi cintura.

Nos separaron a hombres y mujeres. Y a los niños les fueron a dar un baño de bienvenida.

Nos encaminaron a unas habitaciones.

Donde nos desnudaron y abusaron al manosearnos más de la cuenta.

Descarrilaron nuestro pelo, y tatuaron en nuestra piel un número.

-

3 semanas después

-¿Por qué no hay Judíos en Júpiter, hermana?

-Porque es un planeta gaseoso, querida Ana

Hoy resonar varias risas de las judías a mí alrededor al escuchar tal chascarrillo.

A lo largo de estas semanas he descubierto que las fosas que cavamos a diario son para enterrar nuestros propios cuerpos.

Y lo mejor que te podía pasar era no tener sarna.

Que ironía.

Por encima se veían a varios Wehrmacht, con diversos perros ladrando para que hiciéramos rápido nuestro cometido.

Me distraigo viendo como una mujer cae de rodillas por falta de aliento.

Corro hasta ella, y un disparo fulminante la azota en la cabeza.

Me espabilo de inmediato.

Otra que muere, sólo faltas tú...

Unos gritos me sacaron inmediatamente de mis pensamientos.

-¡BASURA JUDÍA! ¡VUELVE A TU TRABAJO O QUIERES QUE TE MATE EN ESTOS INSTANTES! –

Al terminar de decir eso el sargento entro en la fosa...

Ya valió madres...

Sus ojos color miel me penetraron de inmediato, me examino de pies a cabeza y río al instante.

- Me estás escuchando, BASURA– recalcó bastante lo de basura, tanto que todas se le quedaron viendo firmemente

Un si salió casi como murmuro de mis labios.

Ya me morí, listo

- Dime tu nombre ahora mismo –todavía utilizaba ese tono firme que le pondría los pelos de punta a cualquiera

-Kramer... Danna Kramer

Al decir mi nombre escuche muchas exclamaciones de asombro a mi alrededor.

El color llegó a mis mejillas rápidamente.

Sentí la mano de mi hermana por detrás mío.

Ana, te quiero.

-Bien, Kramer, espero no cause más molestia porque si no, la fosa que cava será suya – el tono autoritario que salió de sus labios haría morir a más de 20 judíos sin necesidad de disparo.

Desde lejos gritaron su nombre.

Christoph Lerer, mi pesadilla.

De verdad ese hombre tenía algo que no podía dejar de pensar en él... y en el miedo que hacía se me metiera hasta en los huesos.

Un coronel se le acerca y le informa de algo que hace cambié su semblante, como una estrella fugaz.

*

¿ESTA BIEN LA EDICIÓN?

DIGAN QUE LES PARECE

El Nazi se ha fijado en miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora