7. La primera trampa

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-¡¡Socorro!! -dijo

Nadie acudía a ayudarle y entendió que si no hacía nada, moriría allí mismo. Otro mordisco en la pierna le hizo reaccionar, no podía dejar de empujar aquel rostro tan cerca del suyo, pero no necesitaba hacerlo para mirar el techo. Pensó y nada...seguía sin hacer nada por salvar su insignificante vida. Le vino a la cabeza la nota de sus padres cuando fueron a buscar al pikachu, estaba puesto en la nevera con un imán. ¿Que tenía que ver? Pues nada. Si estuviera Ratita, sería más fácil. Le ayudaría a salir de ese atolladero y luego se dejaría asesinar pacíficamente. Era así, eso pensaba él...se dejaría hacer cualquier cosa, esa rata era lo más tonto en el mundo de los roedores eléctricos. Se le cansaban los brazos, y dejó acercarse un poco más aquel rostro, ahora estaba cubierto por esos, debía de estar quedándose sin carne. Pero daba igual, que disfrutaran, él deseaba estar muerto, no tenía derecho a tocar un pelo a esa rata. No, no lo tenía.

-¡¡Oh Dios!! -dijo Yuan, debió haber vuelto al ver que Fernando no salía.

-¡Yuan, salgamos de aquí cuanto antes! -gritó Shane- Oh, por Dios. ¿Ese montón de gente que están sobre Fernando? ¡¡Mierda, Yuan!!...¿Eso es sangre?

Fernando no podía ver nada, estaba casi sepultado en zombies, o lo que fueran. Y sí, se sentía como una montaña con miles de riachuelos de sangre. No hablaba, eso era demasiado. Lo mejor era que no iba a matar a Ratita nunca, aunque si no recordaba mal las palabras de la estrella, moriría de todas formas. ¡Claro! No era lo mismo. Es mucho mejor no tener que hacerlo uno mismo, sería demasiado duro. Y el adorable Pikachu se entregaría para morir si hiciera falta, así como lo hacía Fernando con los zombies, si es eso lo que eran. Entonces se parecían, los dueños acababan pareciéndose a sus pokemon, siempre. Pero al revés no, sería tristisimo que se corrumpieran como los humanos. ¿No? Pero...¿En realidad es así en todos los casos? No siempre...

-¡Adelante Machoke! -gritó Shane lanzando la pokebola-¡Corre, salva a ese niño!

-Machchoc choc. -dijo el pokemon.

Estoy salvado, pensó Fernando. El peso de los cuerpos que le oprimían contra el suelo se volvía más ligero. El sonido de los golpes de Machoke le reconfortaba, y pronto se liberó y pudo ponerse en pie. Su pierna ahora era como un palillo mordisqueado después de una comida, se le veía el hueso y notaba la gelatina dentro de él salir. Su cuello también estaba herido y ensangrentado, pero a pesar de todo, pudo ser peor. El machoke solo había acabado con unos cuantos de los muertos, el resto aún seguían "dormidos", sin atacar; pero todos supieron que no tardarían mucho en levantarse e ir a por ellos. Sin decir nada, se fueron, Shane apremiando a Yuan para que acelerara; Fernando cojeando, se quedó unos metros por detras; y Machoke se quedó en el gimnasio para retrasarlos si comenzaban a moverse esos cuerpos vacíos. Shane no se acordó de Machoke por el miedo que pasaba, pero él no le habría permitido quedarse solo allí ni en un millón de años. Los tres jovenes por fín encontraron salida al exterior por aquel pasillo donde les había llevado la puerta con aquella señal de salida de emergencia. Sin embargo, no les permitió salir del recinto escolar. La verja que limitaba el patio rodeaba todo el colegio, y la hallaron la puerta metálica cerrada. En lo más alto de la cerca, había una decoración acabada en punta hacia arriba.

-Habrá que escalar -dijo Fernando.

-¿Puedes?, estás muy mal -dijo Yuan.

Shane los miró a los dos como si estuvieran hablando cosas sin sentido. ¿Para qué molestarse a trepar si Machoke podía hacerla añicos si quería? Se acordó de Machoke, él no estaba con ellos. No...se había quedado allí, lo supo porque no estaba por ninguna parte. Miro a su alrededor y no quedaba otra, estaba en aquel enorme y terrorífico gimnasio. Tenía que volver. Con la fuerza de sus brazos, asió de las ruedas y se desplazó un par de metros hacia atrás. Hasta que Yuan le detuvo.

-¿Dónde vas? -preguntó Yuan.

-Machoke no está, tenemos que rescatarlo cuanto antes. -respondió Shane.

-No. Tú no sabes el peligro que corremos allí, Machoke estará bien, él es fuerte, mucho más que las personas. -dijo Yuan.

-Tiene razón, Shane. No tienes de que preocuparte -dijo Fernando.

-Pero sin él no podré pasar al otro lado de la verja, no podré...-alegó Shane llorando.

-Tú te agarrarás a mi cuello y te llevaré en mi espalda mientras trepo. -dijo Yuan- ¿Seguro que puedes trepar, Fernando?

-Sí, creo que sí.

-Pues, vamos a darnos prisa. -dijo Yuan.

Shane se negó. No quería dejar a Machoke solo en ese gimnasio, en cualquier momento podrían despertar esas personas y hacerle daño. Se secó las lágrimas y le salieron otras nuevas.

-Yo no iré con vosotros, me da igual lo que me digais. Iré a salvar a machoke. -dijo.

Más muertos aparecieron por la derecha y la izquierda de la verja. Estaban rodeados, y tendrían que darse prisa en salir, toda la que pudieran.

-No quiero desanimaros, pero vienen a por nosotros. ¡Shane, haz lo que te dice Yuan, joder! -dijo Fernando- ¡Ya vienen!

-Fernando ves trepando tú. -dijo Yuan.

-Eh...sí, claro. Lo iba a hacer de todas formas. -dijo Fernando

Después de asentir comenzó a escalar la verja metálica lentamente y con un dolor horrible. Por un momento pensó que no sería capaz, que la pierna herida se le partiría y caería de espaldas al suelo, pero no.

-¡Ya estoy! ¡Corred, no queda tiempo! -exclamó Fernando con más tranquilidad estando allá fuera.

Ellos dos, los que Fernando todavía pensaba que eran hermanos, hablaban en voz baja y al final parecía que Shane aceptó ir a las espaldas de Yuan. Con suavidad, Yuan lo sacó de la silla de ruedas; Shane rodeó su cuello con sus brazos y se deslizó hasta situarse detrás, en su espalda, como el caparazón de una tortuga. Yuan comenzó a escalar la verja, y el esfuerzo debía ser sobrehumano.

-Lo estás haciendo bien -dijo Yuan a Shane, no pudo retener la saliva que cayó cuando dijo aquello. Apretaba los dientes con fuerza.

Fernando se tapaba la boca abierta con las manos, aquellos muertos vivientes estaban ya cerca. Yuan alcanzó ya la mitad de la verja, pero reconoció que aún quedaba mucho. Algo tiró de Shane y este cayó hacia el montón de humanos que se había formado debajo de ellos. Fernando gritó, pero agradeció no estar allí. La sangre de Shane salpicó las piernas y las deportivas blancas de Yuan, no lo podía creer. No dejó de escalar, y con lágrimas pasó al otro lado. Los alaridos de Shane invadían el silenció de todo aquel sitio, Yuan veía aquel lamentable espectáculo y quiso morir. Fernando seguía con las manos tapando su boca abierta, no asimilaba todo aquello que estaba pasando. Aquel niño de 12 años había sido el único amigo de Yuan, y eran como hermanos, solo que en el frío calculador de aquel centro no se notaba; aquel dolor era inefable.

-¡¡Parad ya, Hijos de puta!! -gritó Yuan en un gemido roto y furibundo. Un hilo de moco caía de su nariz y le bajaba por sus labios- ¡¡Os mataré, juro que os mataré cabrones!!

Yuan se arrodilló en aquel sitio, frente a la verja, y estalló en lágrimas. Fernando seguía en el mismo estado, no se había movido ni un milímetro.

Los alaridos de Shane ya no se escuchaban, afortunadamente ya había muerto, por fin...

Ratita, un simpático pikachu olvidadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora