Quiero recordarte (Luciale)

Capítulo 37

POV: Lucía

—Está de aquí, es nuestra fiesta de graduación— Alex dice y apunta una de las miles de fotos que cuelgan allí, voy hacía él y miro el cuadro.

Es imposible no sonreír ante una versión más joven de Alex y mía, juntos. En la foto estoy sentada de lado en su regazo, Rivera está con la cabeza reclinada en mi regazo, sus ojos están cerrados y sonríe. Mi sonrisa en la imagen no es menor que la de él, parecemos felices.

—¿Fuimos juntos?— pregunto, soy muy curiosa.

—Sí— No dejo de mirar la imagen, trato de obligar a mi mente a recordar ese día, pero no pasa nada —Alquilé una limosina gigante, casi te infartaste cuando la viste— él cuenta y ríe, lo miro, soy contagiada por el sonido de su risa. Su cabeza se balancea de un lado a otro, Alex se muerde el labio inferior y mira hacia abajo.

—Ese es tu tipo— él levanta la cabeza ante mi comentario —Recuerdo bien cómo eras de exagerado en el colegio, ¿Crees que no recuerdo tu moto gigante?— bromeo.

—Ni siquiera era tan grande— se queja.

—Lo era. El día que me diste un aventón, casi morí, pensé que saldríamos volando con esa cosa— confieso.

—Que exagerada, amor— me muerdo el labio inferior y le doy una pequeña sonrisa al oírlo llamarme de esa forma —Yo-yo... Salió sin querer— se justifica.

Lo miro, que está con las mejillas sonrojadas, junto las cejas, estoy confundida.

—¿Qué?— preguntó sin más.

—Te llame amor... Fue un accidente— aclara, ve la expresión suave en mi rostro, vacilante doy un paso más cerca de él. Alex me mira casi sin parpadear, no se mueve.

No puedo decir si está respirando, pero no lo creo. Acerco mi rostro y cuando estoy a punto de juntar nuestros labios, su celular comienza a sonar. Saltamos alejándonos del otro por causa del susto.

—¡Por Dios!— exclamo poniendo una mano en mi pecho.

Rivera deja escapar una risita nerviosa y busca el dispositivo en sus bolsillos, cuando finalmente lo encuentra sólo contesta la llamada.

—Hola papá— me recupero del susto lentamente —No, vine a dar una vuelta con Lu... Sí, nos encontramos aquí en el sitio— él me mira y sonríe mientras escucha lo que dice su padre —Nos vemos, okay— se despide antes te cortar la llamada.

—¿Ya nos vamos?— preguntó.

Es imposible no notar la decepción en mi voz, con certeza Alex lo noto.

—Sí, pero podemos volver mañana o tal vez dormir aquí...

—¿Aquí?— interrumpo.

—No aquí en la casa del árbol, pero en la casa de enfrente sí— explica a toda prisa, acabo sonriendo al verlo tan nervioso. Rivera se aleja de la pared y arregla su ropa —¿Vamos?— me llama y simplemente asiento, estamos casi fuera de la casa cuando lo tomo de la muñeca.

Alex me mira sin entender, antes de que pueda decir algo, lo agarro de su barbilla con la mano libre y junto nuestros labios. Él suspira con fuerza, el aire golpea contra mi cara. Siento a Rivera apretar mi cintura y luego profundizar el beso. Nuestros labios se mueven lentamente, como si estuviéramos bailando un vals.

—Sólo para dejar claro, me gusta cuando me llamas amor— confieso después de parar el beso, me alejo un poco de el ojiverde, lo veo con una enorme sonrisa.