83. No pienses que te esperaré toda la vida

Start from the beginning
                                    

La voz de mamá me detiene.

—Estoy segura de que aceptarán. Ellos también confían en ti, mi amor —habla para intentar tranquilizarme en vano.

Asiento como respuesta y me retiro a mi habitación, llevando conmigo la incertidumbre y los nervios. Sé que los Russo confían en mí, pero esto es más grande, es más que pedir permiso para ir al cine.

Me urge hacer esto y necesito que salga bien, tener el control de mis emociones se vuelve una tarea difícil entonces.

Subo las escaleras de dos en dos y me adentro a la habitación para descansar un rato en la cama, mientras reviso un libro al que no soy capaz de ponerle atención por más que quiera, porque tengo una idea que no me deja ni por un segundo.

Todo el día de hoy he estado ocupado, sin embargo, no he podido detener estas vueltas que me da la cabeza, que ahora usa toda mi imaginación para encontrar un modo de hacer pasar un buen cumpleaños a Arya. Y poder finiquitar el cronograma con detalles en mi mente me costó un poco de trabajo.

En la mañana ayudé a papá a limpiar el patio y pasamos bastante rato allí, porque él no quiso molestar al jardinero de confianza. Es navidad en pocas horas, y entiendo que el hombre debe estar compartiendo con su familia y sumergido en sus propios problemas y asuntos que ya de por sí se presentan en estas fechas, a pesar de que sabía que el señor aceptaría con gusto como lo hace siempre.

Yo no me molesté por trabajar con mi padre porque estas actividades las hacemos muy pocas veces y nos sirve para conversar solos, ya que generalmente él no tiene mucho tiempo por su trabajo y cuando hablamos, es juntos en familia.

Nunca ha sido un padre descuidado y jamás me ha puesto alguna excusa cuando necesito hablar con él sea el momento o la hora que sea, pero a veces evito molestarlo porque entiendo que puede estar cansado. Tampoco es que suela necesitarlo mucho y de cualquier modo, tengo a mamá. Sin embargo, no puedo negar que siempre me hace falta tener este tipo de contactos y estas conversaciones más profundas que él podría entender mejor que mi madre.

Durante esta mañana interactuamos bastante. Hablamos de cosas triviales, de fútbol, del abuelo, de nuestra presente tarea y más. También le pregunté con interés sobre su trabajo en el estudio jurídico y me respondió con mucho entusiasmo todas las interrogantes que le hice con respecto a esa profesión que le hace feliz desde hace tantos años. Él, por su parte, me habló de lo orgulloso que está de mí por el comportamiento que he tenido este último año, mis calificaciones que se mantienen y el buen desenvolvimiento de mis actividades extracurriculares.

Me sentí satisfecho de saber que no lo he defraudado.

Ver su cara de decepción siempre que hacía algo mal, realmente me dolía, por eso me propuse actuar con madurez. Me di cuenta de que no fue tarea difícil y de que ni siquiera tuve que esforzarme para conseguirlo.

En medio de nuestras conversaciones, también surgió el asunto de mi relación con Arya. Él se mostró muy interesado en saber si ya tenemos algo formal y no dudó en hacerme saber que está feliz por la elección que hice con respecto a ella.

Sonreí ante sus palabras y me detuve a pensar en ellas para darme cuenta de que en ese caso se equivocó. Pese a eso, no se lo negué y me guardé mi análisis para mí, más que todo porque en ese instante fue que comprendí. Sus declaraciones me ayudaron a percatarme de que yo jamás elegí a Arya. No digo que no la habría elegido nunca, al contrario, lo haría una y mil veces de saber que ella era tan especial, pero el asunto va más allá.

Es cierto que todo el tiempo me pareció preciosa, incluso desde niña, pero tomando en cuenta nuestra situación de siempre, probablemente jamás me habría acercado a ella aunque quería por temor a sus reacciones y ese odio que me profesaba. Yo siempre fui un cobarde, y lo fui incluso en aquel momento en el que no pude resistirme a sus labios, a esa necesidad de sentirla. La besé sin su permiso y así, me di cuenta de todo sin siquiera buscarlo. La quise desde entonces.

Canela ©Where stories live. Discover now