3

116 18 9
                                    

25 de enero, 2021

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

25 de enero, 2021


- ¡Maldición, loca! – exclamé agrandando mis ojos al ver la hora en mi celular.

- ¡Joder Brooke, me asustaste! – se exalta Cristy frunciendo el ceño confundida por mi repentina reacción – ¿Qué demonios te ocurre?

Ignorando su pregunta, cogí agitada mis cosas del desastroso mesón – Se supone que en veinte minutos debo ver a una persona – expliqué moviendo las manos con rapidez – ¡Y yo aquí comiendo hamburguesas contigo, maldición!

- No es mi culpa que disfrutes tanto pasar el rato conmigo que olvides tus responsabilidades laborales – responde la rubia con burla mirando mi ajetreo con diversión.

Volteé hacia ella fulminándola con la mirada – Por lo menos ayúdame a guardar mis cosas, ¿no? – agregué, sin embargo, Cristy en respuesta se limitó a negar con su cabeza.

- ¿Y perder tu acto de estrés? – dice con una sonrisa de satisfacción – Olvídalo.

- Vaya amiga que me he ganado en el juego de maquinitas – comenté con ironía colocándome los zapatos con rapidez – ¡Nos vemos luego, rubia falsa! – inquirí alejándome de su proximidad luego de tener todo en mano.

- ¡Te llamaré en un rato, pelo de caballo! – exclama desde lejos.

- ¡Y yo no te contestaré, oxigenada! – respondí divertida avanzando a paso apresurado hasta subir a mi auto y encenderlo con rapidez omitiendo calentar el motor para arrancar sin ver hacia atrás.

Aceleré sin prestar atención a los semáforos, señales de tránsitos o cuerpos policiales, de tal modo que logré llegar "a tiempo" al edificio arquitectónicamente moderno en dónde el señor Mitchel espera mi presencia "puntual" para charlar de Dios sabe qué.

Y debido a mi presurosa llegada y a mi problemilla de seguir con las normas, aparqué mi auto justo donde decía "no estacionar", después ingresé al lugar ocasionando la misma reacción de siempre, pero ignoré aquello subiendo por las escaleras – dejando medio pulmón en el tercer piso – para llegar al lugar donde mi humilde despacho se encuentra.

Ya sabes, la misma rutina de siempre.

Lamento decepcionarlos si creen que tengo una enorme oficina con vista panorámica de toda la ciudad, y más aún, si piensan que mantengo un cargo presidencial o algo por el estilo, porque la verdad es que todavía ni he terminado mi carrera, es decir ¿cómo pretenden que puedo hacerme cargo de una compañía tan grande como ésta cuando ni siquiera me sé lavar bien mi cabello?

La verdad, es que mi papel aquí es como si fuera una pasante o algo por el estilo. Solo obtengo proyectos pequeños que me ayudan a desarrollarme profesionalmente, además de enriquecer mi portafolio de trabajos. O al menos eso quiero pensar, porque si es por mi familia, ni las sobras de los perros me dan, pero de igual forma me conformo con lo que tengo.

Enigma ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora