Capítulo 16: Extra: JK#5

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Jungkook sentía cómo su sien palpitaba y un sudor frío lo recorría, haciendo que sus rodillas temblaran. Había varios sentimientos y emociones explotando en su pecho, colisionando entre sí y desordenando su interior hasta dejarlo añicos. Necesitaba llorar, rendirse a lo que lo estaba consumiéndole por dentro. Luego de una catarsis razonable sabía que podría sobreponerse, pero ese no era el momento.

Salió del edificio del departamento de Jimin tratando de fingir normalidad. Subió a su todoterreno y colocó música a todo volumen. Antes de avanzar mucho, se dio cuenta de que era una actitud irresponsable, y él no era ese tipo de persona. Disminuyó el sonido del sistema de sonido y se obligó a respirar profundo. Necesitaba llamar a alguien, quería hablar, y recordó que en un impulso primario había dejado su celular en la cocina de Jimin. Tal vez fuera para lo mejor. Cuando el tráfico lo envolvió, obligándolo a detener su vehículo, valoró el estar encerrado sin posibilidad de hablar con nadie.

Bajó su rostro por un instante y gruesas lágrimas corrieron por sus mejillas. Podía sentir que sus puños hormigueaban, quería golpear algo, o más bien a alguien. ¿A Jimin?, ¿a Taehyung? Negó. Sabía que nada borraría la sensación que tenía en su corazón. Otra historia dictaba su lógica, que le recordaba lo poco confiable que eran las personas y cómo habían lazos que, por fuertes que parecieran, eran solo una fachada.

Pisó el acelerador cuando el tránsito se lo permitió y tomó una salida de la avenida principal. Quería hablar con su hermano, necesitaba desfogar. El problema era que no encontraría un lugar abierto para comprar un nuevo teléfono y que no tenía grabado ningún número en su memoria.

—Mierda —masculló.

No quería ir a su departamento. Se conocía bien, y si se daba tiempo para deprimirse, caería en un abismo y al día siguiente debía ir a una sesión fotográfica para su portafolio.

—Taehyung, Taehyung —murmuró en tono bajo, y su mirada se volvió incluso más acuosa. Jimin dolía, pero sentir que la imagen de su amigo se despedazaba ante sus ojos también le carcomía las entrañas.

Desvió la dirección del auto y condujo hacia la agencia. Si tenía suerte, Aleku todavía estaría ahí; generalmente, él se quedaba mucho más tarde atendiendo los pendientes con la gente de Estados Unidos. No había pensado que esa diferencia horaria le jugaría a favor.

Cuando estacionó y apagó el motor, se quedó quieto, sin soltar el volante, apretando hasta tener los nudillos blancos. Unas cuantas lágrimas más humedecieron su cara antes de limpiárselas con el revés de la mano y salir del vehículo. Se sentía burlado, como la mofa del siglo, y el enfado iba poco a poco clamando lugar a la tristeza. Esto, sin embargo, se aplacó ligeramente al llegar a la oficina de Aleku tras pasar buen rato en un baño recobrando la compostura.

Por fortuna, Aleku estaba ahí; hablaba al teléfono y le dedicó un gesto veloz de saludo, sin prestarle atención. Jungkook se sentó en uno de los cómodos sofás y sin poderse quedar quieto, fue a la máquina expendedora del piso, donde se compró una Coca-Cola. Cuando regresó, Aleku se hallaba con su laptop abierta y tecleando con rapidez.

—Me sorprende tu visita —le dijo sin elevar la vista.

—¿Estás ocupado? No quiero interrumpir.

Supo que algo en su voz lo delató porque de inmediato los ojos mieles de Aleku se encontraron con los suyos.

—No hay problema, dame un minuto —indicó. Hizo un par de clics y cerró la computadora—. JK, no sé si me corresponda, ¿pero qué pasó, estás bien?

—No lo estoy. No estoy bien.

Se encontraba listo para arrojar el dolor que lo invadía, la traición profunda, pero entonces se percató el papel que cumplía Aleku. No podía saber con seguridad si Jimin y Taehyung tomaban a chiste a todos los novios que tenían, si su amistad con obvios tintes sexuales siempre traspasaba los límites de infidelidad. Aleku conservaba buenos recuerdos de su tiempo con Taehyung, ¿y él tenía derecho de mancharlos? Sin importar que fuera un daño colateral, tampoco era que quisiera mancillar lo que no le correspondía. Así que calló y el estómago se le encogió hasta hacerse un nudo.

Llamas gemelasWhere stories live. Discover now