Capítulo 26

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Como pude abrí los ojos, me sentía llena y apresada, estaba tan dentro mía que parecía que no quisiera que me escapase.

Volví a cerrar los ojos para caer en brazos de Morfeo.

— ¡Yui, Sebastian! — se escuchó un fuerte grito desde la habitación del joven amo 

Ambos nos pusimos nerviosos, alcanzamos nuestra ropa y nos la colocamos, yo me apoyé en la pared yendo hacia la puerta lo más rápido que podía.

Estaba empapado ahí abajo y mis piernas no dejaban de temblar, miré a Sebastian y su cabello se veía alborotado, su pecho subía y bajaba con furia, también estaba agitado después de lo que acabábamos de hacer.

— Yui — dijo acercándose a mí y arreglando mi cabello con sus dedos — apóyate en mí, tranquila me ocuparé de todo — su voz me tranquilizaba, pero no lo suficiente, Ciel iba a matarnos y usar nuestras cabezas como pisapapeles o por lo menos a mí

— Hai — me agarré a su pecho y él puso su mano en mi cintura 

Caminamos hasta la habitación del joven amor, o más bien el caminó y me cargó.

Llamó a la puerta mientras me dejaba en el suelo y yo trataba de parecer bien.

— Adelante — se escuchó su voz, tranquila e impetuosa

El mayordomo abrió la puerta y vimos al joven amo sentado en una silla con una taza de té en la mano.

— ¿Qué sucede joven amo? — preguntó él

— Veo que Yui pudo encontrarte — dijo sin más

— Ehm... Si, perdón si tardé un poco, nos encontramos a... — Ciel me interrumpió

— Eso no importa, he escuchado algo de jaleo ¿Qué ha pasado?

Ambos nos tensamos, ¡Nos había descubierto! ¡Mierda!

— Eso fue... — empecé a decir yo

— Grell entró en la habitación se la señorita mientras ella salía de la ducha, y lo tuve que echar por la fuerza — su voz estaba tan tranquila que de no haber estado con él haciendo "eso" en primera persona me lo creería

— ¿Y qué hacías tú en el cuerto de Yui? 

Mierda. Sebastian improvisa ¡Improvisa!

— La señorita gritó, entonces fui rápidamente a ver lo que pasaba, no quise incomodar al amo por una tontería así, por eso no le avisé, mis disculpas — se inclinó y le imité

Sebastian, eres fantástico paa inventar escusas, tienes todo mi respeto y más.

— Ah, con que era eso, pensé que... — antes de que pudiera seguir hablando Sebastian le interrumpió

— No rompió nada, no se preocupe amo, Yui y yo nos iremos ya que mañana empezaremos temprano el entrenamiento, si nos disculpa — volvió a inclinarse y salió del cuarto

— Buenas noches joven amo — me incliné y cerré la puerta, luego miré a Sebastian — gracias... — susurré

— No tienes que darlas — caminó hacia su habitación, ver su espalda alejándose de mí, esa sensación era horrible

— Sebastian — empecé a correr hacia él pero me detuve a la mitad, las fuerzas me fallaban — Sebastian espera...

— ¿Si? — odiaba cuando hacía eso, después de ver el joven amo siempre hacía como si nada hubiera pasado, lo odiaba ¿Acaso no tenía sentimientos? Ah espera, ya sé la respuesta, obvio no...

— Nada, que descanses — agaché la cabeza y apreté mis puños, no quería ver como se iba 

— Yui — se acercó a mí 

— No es nada en serio — dije sin mirarle

— Yui — volvió a decir

— No te preocupes por mí, de verdad estoy bien

— Yui, mírame

Alcé la mirada para mirarle y casi me derrito al verle tan cerca, al sentir su respiración y su calor.

— ¿Qué? — pregunté nerviosa y confusa

En ese momento me abrazó, apoyé mi cabeza en su hombro, era reconfortante. No hacían falta las palabras cuando las acciones lo decían todo.

Es cierto, no hacían falta las palabras, pero me gustaría escucharlo.

— Yui — susurró a mi oido

— Sebastian... No te vayas por favor — soy patética, ¿Por qué le suplico? No tiene sentido

— No me iré — esas palabras me sorprendieron — solo quiero decirte algo

— ¿El qué?

— Te quiero — esas dos simples palabras hicieron que no lo aguantara, comencé a llorar — te quiero muchísimo, muchísimo

Sentimientos prohibidos [Sebastian Michaelis]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora