Sentimientos prohibidos [Sebastian Michaelis]

Capítulo 1

Abro mis ojos léntamente, mi cuerpo se siente golpeado y dolido, siento que todo ejerce una terrible presión en mí.

— ¿Dónde?...

— Al fin despiertas, incluso pensé que ya te habrían matado — escucho una voz a mi lado

Lo primero que veo es una terrible oscuridad, cuando mis ojos se acostumbran puedo ver a un chico quizás un poco más bajo que yo de cabello azul, con ojos del mismo color o almenos eso supongo ya que tiene uno cubierto con un parche.

— ¿Matado? ¿Por qué deberían matarme? — miro al chico que me habla, tiene muchos rasguños y moratones

— ¿No recuerdas nada?

— Ah... No — intento mover mi cuerpo pero me doy cuenta de que estoy atada de manos y pies — ¿Qué mierda pasa aquí?... — intento sonar enojada pero mi fuerza no me lo permite

— No es para tanto, solo vamos a ser subastados — dice sereno

— Ah en ese cas... ¿¡Que vamos a ser qué?! — mi pulso se acelera

— Mi nombre es Ciel — responde de nuevo con ese tono de "esto es algo normal"

— No quiero saber tu nombre, quiero saber como he llegado aquí — mis ojos se llenan de lágrimas

— No llores boba, te lo contaré todo

— Hai... — intento tranquilizarme

Flashback

Estoy en una de las mejores fiestas, todos están vestidos de etiqueta, pero no es tiempo de mirar los trajes, debo encontrar al cobarde que me robó mi llave y se escondió aquí, entre toda aquella gente un hombre realmente extraño se acerca a mí.

— ¿Está disfrutando de la fiesta ojô-sama? — un hombre se acerca a mí y frunzo el ceño esperando a que se vaya

— ¿Quién eres? — le pregunto sin interés de entablar conversación

— Jaja, disculpe mis modales — besa mi mano — mi nombre es Joseph

— ¿Jo... Seph?

— ¿Le gustaría charlar? — pone su mano en mi cintura

— Cuidado con esa mano — me aparto de ese pervertido y me dispongo a irme

— Señorita, déjeme acompañarle en esta hermosa noche — agarra mi antebrazo

— No, gracias, estoy bien sola

— Oh, no lo creo — me toma de la muñeca y me lleva a la fuerza a una habitación, allí comienzo a verlo todo oscuro y el sueño se apodera de mí