Capítulo 24 - Final

Start from the beginning
                                    

Yo lo había intentado una vez, pero Ellie me había lanzado el peine a la frente, había gritado algo y se había ido huyendo despavorida.

Sí, Jen se las arreglaba mejor con ella que yo, la verdad.

Eso sí, lo que teníamos en común era que le gustaba el baloncesto.

O, al menos, en el concepto que tenía ella de baloncesto, que era intentar levantar la pelota por encima de su cabeza sin caerse al suelo.

Al menos, se lo pasaba bien viéndome jugar con Will cuando venía.

Por otra parte, Jane, la hija de Will y Naya, y Jay Jay se llevaban de maravilla. Supongo que porque tenían la misma edad y prácticamente se habían criado juntos. Eran prácticamente inseparables.

Ellie era distinta. No se le daban tan bien los otros niños. Prefería jugar sola a despeluchar pobres muñecas inocentes que ponerse a chapotear en el agua del lago con Jay y Jane.

Will y Naya seguían viviendo en el piso que les había dejado y, por lo que había visto, Jane ahora ocupaba la habitación que había usado yo en mi tiempo ahí. Cuando la vi con la decoración infantil, fue un momento muy extraño. Yo que estaba acostumbrado a los pósters sangrientos de Tarantino... y ahora esas paredes tenían estrellitas y lunitas.

Mike, por otro lado, venía a casa de vez en cuando. Especialmente si olía que cocináramos algo suculento. Se pasaba el día con la banda, y si no estaba con la banda estaba durmiendo o jugando a videojuegos. Y la verdad es que vivía bien. No podía quejarse. Y los niños adoraban que viniera por casa.

A quien también adoraban que viniera era Sue, ahora más conocida como tía Sue, porque básicamente siempre les traía regalitos de todos los viajes que iba haciendo, aunque últimamente no la habíamos visto mucho.

Volví a la realidad en la que mis dos hijos me miraban con cierta desconfianza, como si no supieran qué esperar de mí.

—Bueno —me puse de pie y señalé a Jay—. Tú, a la bañera. Y tú... no incordies.

—Yo no inco-dio —protestó Ellie de mala gana.

Sí, tenía problemas pronunciando ciertas palabras.

—No quiero bañarme —protestó Jay, a su vez—. ¡Estoy limpio!

—Te has pasado el día correteando de un lado a otro, no te...

—¿Dónde tá ma-á? —protestó Ellie, enfurruñada.

—Vuelve mañana —me crucé de brazos—. Y espero que no tenga que quejarse de que no os he cuidado bien yo solo, porque eso significaría que os quedaríais sin noches de películas y pizza. Y eso no os gustaría, ¿verdad?

Ellos dos intercambiaron una mirada, como si estuvieran pensando en la negociación.

—Va-e —Ellie asintió, decidida—. Yo me po-to bien, peo tienes que copanos choco-ate.

—¿Copanos?

—Comprarnos —tradujo Jay.

—Oye, enana, aquí soy yo quien da las órdenes.

Al final, tras una ardua negociación de dos minutos, todo el mundo quedó satisfecho.

La verdad es que notaba mucho la ausencia de Jen cuando tenía que hacer algún viaje, por corto que fuera, por algo relacionado con la pintura. Durante estos últimos años había vendido cada vez más, cosa que equivalía a que cada vez ocupaba más de su tiempo. Y la verdad es que me gustaba verla feliz, pero me desesperaba un poco tener que cuidar de los críos yo solo cuando se iba. Es como si ella tuviera un don natural para esto y yo fuera un verdadero desastre.

Tres mesesWhere stories live. Discover now