Lo que hacemos en las sombras.

Explorando.

Después de la batalla del anillo la paz había llegado con rapidez, las ciudades se reconstruyeron, los pueblos se volvieron a levantar, los bosques se reforestaron y las personas se sentían seguras nuevamente. A pesar de esto es bien sabido que el humano no conoce poder suficiente, la batalla ocasionada por un simple anillo era la mejor prueba de ello; por lo mismo, Aragorn nunca bajó la guardia, tampoco se apartó mucho de sus aliados que sabía responderían a su llamado en cuanto les fuera entregado.

En un gran apuro, por una batalla que siendo completamente sincero y decir que lo avergonzaba era poco, pudo luchar al lado de Faramir, Boromir y por la urgencia de la misma, incluso Eowyn había tomado su espada nuevamente.

No fue larga, nada comparada sin duda a muchas otras, aún así, Aragorn había salido con algún rasguño, Faramir tenía la mano derecha lastimada y Eowyn una mejilla cortada, como siempre, la suerte no estuvo acompañando a Boromir. Faramir terminó por arrastrarlo (junto con Aragorn) de regreso al castillo en una nueva división exigida por Legolas ahora ausente donde se atendía medicamente a los heridos de Gondor.

Legolas los trataba con medicina élfica siempre que tenía tiempo de hacerlo, aunque ahora estaba de visita con su padre Thranduil había dejado un montón de tratamientos preparados y con un buen cuidado constante, quizá Boromir sanaría antes de que el elfo llegara.

— Vaya. Nunca te vi tan mal.— Susurró Eowyn cuando Boromir estuvo recostado en cama. Aragorn había retirado las tres flechas de sus piernas y Faramir detuvo el sangrado.

Después de ver llegar al rey arrastrando a uno de sus amigos el centro de atención entero se movilizó para dar seguimiento al hombre aunque este insistió en que estaba bien.

Pasaron los días, por las mañanas alguna chica le llevaba un buen desayuno, después limpiaban sus heridas y cambiaban los vendajes después de frotar algún ungüento que ardía y dolía demasiado en un principio para después dar paso a una sensación de paz; para este punto específico siempre pedían la presencia de Faramir, porque aunque Boromir era mayor, siempre supo que el menor lo protegería, cuidaría y ayudaría, es por esto que él lo toma de la mano con fuerza mientras Boromir grita y se aferra a cualquier cosa. En una ocasión Far lo había cuidado hasta casi el amanecer y Eowyn le había pedido que fuera a dormir un poco con la promesa por parte de Aragorn de estar presente cuando los vendajes se cambiaran.
Esto resultó con una fractura de muñeca en la mano del rey. Boromir era un hombre brusco, pero jamás lastimaría a su hermano.

Unos cuantos días después de aquel incidente descubrieron una pequeña herida en el abdomen del hombre. "Paso completamente desapercibida, pero tiene un veneno que es difícil de tratar y ha avanzado poco a poco" habían dicho. Entonces se pidió que lo tuvieran en observación.

La luna brillaba alta en el cielo, una que otra nube se paseaba alrededor y las estrellas ya se habían alzado hermosas e imponentes, el centro de atención era apenas vigilado por algunos hombres y las muchachas corrían hacia las habitaciones solo cuando se requería su presencia. Faramir se encontraba sentado al lado de su hermano, Boromir había tenido una fiebre terrible durante el día que al fin había pasado.

— Oh querido hermano... — Susurró mirando como su cabello brillaba por la luz de la luna. — En verdad eres descuidado.

Boromir gruñó entre sueños.

Entonces Faramir lo vio relajarse cuando escuchó su voz cerca de él y pensó en que nunca había visto realmente el centro de atención. Simplemente caminaba por el camino que ya conocía. Acarició la frente de su hermano suspirando tranquilo cuando supo que la fiebre había pasaron por completo. Faltaban al menos cinco horas más para el amanecer que era cuando cambiaban vendajes y después el se retiraba a dormir un poco mientras Eowyn lo cubría.

Tomó una cobija extra que Aragorn había dejado en caso de que la noche fuera demasiado fría y salió en silencio, dando pasos calmados y tan delicados que si alguien lo hubiese visto caminar no creería que fuese él. Al salir de la habitación giro a la izquierda en lugar de la derecha, había un pasillo que daba a otras siete; enseguida una enorme puerta de madera. Un rechinido se hizo presente al abrirla, venían dos pasillos más. En la oscuridad apenas se veía por dónde caminaba, si bien los pasillos estaban iluminados una vela con llama temblorosa no podía avisarte si había algo en el suelo con que tropezar.

Se envolvió en la cobija y decidió girar a la izquierda y subir por las escaleras, las ventanas se abrían paso por arriba simulando un montón de arcos, entró por una habitación que dentro contenía dos puertas más, una con una habitación llena de remedios, vendas, trapos y demás y otra por la que se extendía un pasillo con una rampa al final no sabía exactamente para qué, pero le pareció divertido e imaginó inevitablemente a Pippin rodando por esta para ser detenido por Merry abajo. Una vez abajo logró ver la estructura de un cuadro y en medio un pequeño jardín con un enorme árbol alzándose imponente.

Salió mirando al cielo, si bien el aire no era precisamente cálido dentro del centro de atención el viento que azotó en su cuerpo al salir hacia que el interior fuese acogedor. Se envolvió en la cobija y después de unos minutos entró nuevamente. Quizá estaba demasiado perdido en sus pensamientos porque no notó que Aragorn había entrado sosteniendo una lámpara y envuelto en una capa.

— ¿Faramir?

El mencionado soltó un grito ahogado y giró hacia el rey.

— ¡Cielos Aragorn! ¡Tienes que hacer ruido!

— ¿Qué demonios haces aquí? Deberías estar con Boromir.

— Estaba explorando un poco. Tranquilo, él está cuidado.

— ¡Tú deberías estarlo cuidando!

— ... Maldita sea.— Murmuró antes de salir corriendo seguido por Aragorn. 

Afortunadamente cuando llegaron, encontraron a Legolas guardando un montón de frascos y a Boromir mucho mejor. Claro que ambos recibieron una llamada de atención bajo la mirada de un divertido Boromir.