Mascotas.

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Un niño siempre que sale a jugar fuera de casa, vuelve con alguna mascota de su gusto por lo menos una vez. Elrond recordaba la vez en que Estel había salido a "entrenar" y había regresado con una cabra. Juraba que él la entrenaría para que no brincara por todas partes y dejara de morder su túnica, en aquel momento, Estel habría tenido solo nueve años de edad y su mirada era tan brillante como su falso nombre, así que Elrond había accedido. Claro que esto no cambió el hecho de que la cabra salió corriendo a la menor oportunidad.

En algún momento de su vida, Boromir había conseguido capturar un caballo salvaje con ayuda de Faramir. Ambos lo habían llevado al establo con mucho esfuerzo y juraron no decir nada a Denethor porque probablemente no los dejaría conservarlo. La razón por la que no los dejaría, era fácil y sencilla; un caballo salvaje no se quedará quieto, eso quedó muy claro a los hermanos cuando logró romper las tablas del establo y además de escapar, también dejó libres a todos los demás.

Una vez, Frodo y Sam trajeron a la casa de Bilbo un conejo con la pata herida; después de cuidarlo, alimentarlo y prácticamente amarlo, Bilbo les dijo que sería mejor dejarlo libre para que pudiese correr por el campo y ellos accedieron con una triste mirada que casi le partió el corazón a Bilbo. Esta misma mirada no tuvo efecto alguno en Thranduil, por muy triste que pareciera Legolas, el rey simplemente no podía permitir que su hijo metiera una araña gigante en su habitación. Después de liberarla, Legolas entró al castillo con la mirada baja y por suerte no vio la seña que hizo su padre para que mataran a la criatura.

Lo que hacemos en las sombras.Where stories live. Discover now