Medios para dormir.

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Es bien sabido que medios para lograr que una persona concilie el sueño, hay por millones, sin embargo, dependende mucho de la persona que guíe tal medio y hacia quién. Hablando en una forma general, el descubrir qué medio funciona en cada persona, casi siempre recae en la figura paternal.

Elrond.

Cuando Elrond quería hacer que Aragorn descansara, solía arroparlo en su cama, extendía mantas hasta su pecho y se sentaba a su lado.

– Pero no tengo sueño aún. – Decía, siempre obstinado. Aún cuando sus ojos se cerraban a ratos insistía en que estaba bien.

– Los grandes guerreros saben descansar.

Dicho esto, comenzaba a narrar cuentos, viejas leyendas cercanas o aventuras que fuesen entretenidas, se quedaba unos minutos más hablando aún cuando Aragorn ya se había dormido, solo en caso, de que despertara.

Thranduil.

Legolas era un pequeño bastante inquieto para gusto del rey elfo. Solía correr de aquí para allá hasta agotar su energía y aún después de hacerlo, se esforzaba siempre por aguantar "un minuto más". Thranduil estaba hasta cierto punto orgulloso de aquello, sin embargo, cuando su pequeño hijo no lograba dormir, lo tomaba de la mano.

Caminaban juntos a la luz de la luna hasta el bosque, Thranduil se sentaba en el césped junto a un lago, Legolas se recostaba en las piernas de su padre escuchado los sonidos del agua, el viento murmurado cantos que sólo ellos dos podían entender, Thranduil siempre dijo que ese canto era de su madre, que ella lo acunaría siempre.

Ellos no hablaban, Legolas se dejaba relajar por el sonido de la tranquilidad mientras su padre le acariciaba el cabello, cuando al fin se quedaba dormido, Thranduil lo cargaba con cuidado y regresaba a casa.

Théoden.

El rey tomaba la misma rutina por las noches, revisaba antes de volver a su alcoba que su hijo y sus sobrinos estuviesen dormidos. Los niños nunca fueron un problema, ellos pasaban todo el día jugando, pero Eowyn era un caso distinto.

Pese a ser una niña valiente que podía cuidarse por si sola, siempre le tuvo miedo a la oscuridad, lo cual representaba un problema para dormir, cuando ella no estaba tan agotada como para caer rendida en su cama, se quedaba sentada junto a la ventana esperando mientras movía sus piernas en el aire a que su padre llegara.

Él la abrazaba con fuerza, jurando que nada ni nadie podría evitar que él la protegiera siempre, ella siempre se acurrucaba en el pecho de su padre y lograba soñar cuando escuchaba los latidos de su corazón por un largo rato.

Denethor.

No era que no quisiera a sus hijos, claro que los quería, pero no era una persona con tanto tiempo como para cantar dulces melodías o quedarse en la puerta hasta que los escuchara roncar.

Denethor se asomaba a la habitación que Faramir y Boromir compartían para decir fácil y sencillamente "duermanse o los castigaré", ellos asentían y él apagaba la luz para irse. Daba su trabajo por hecho y se retiraba a descansar.

Boromir esperaba unos minutos después de que la puerta se cerrara para contar a Faramir las grandes hazañas que lograrían juntos cuando fueran grandes guerreros, de esta forma ellos caían dormidos con una sonrisa, soñando con cómo pelearían hombro con hombro, como un equipo.

Gandalf.

No era su padre, él no habría educado a personas tan imprudentes, pero a menudo se encontraba con los cuatro pequeños hobbits que le alegraban el día con sus ocurrencias y travesuras. Aún así, llegada la noche les quedaba energía de sobra, pero no al hechicero como para cuidar que no les ocurriera nada; es por esto que los recostaba y arropaba, después, en la oscuridad, golpeaba su báculo con el suelo haciendo dibujar estrellas brillantes en el techo. Trazaba las constelaciones y las movía a voluntad contando las respectivas historias.

Los hobbits nunca tardaron más de media hora en dormir.

Lo que hacemos en las sombras.Where stories live. Discover now