31. Protocolo ADPA

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El fuerte sonido dejó de escucharse llenando de paz los oídos de todos los presentes que sin lugar a dudar no soportaban el dolor que dicho sonido les generaba

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El fuerte sonido dejó de escucharse llenando de paz los oídos de todos los presentes que sin lugar a dudar no soportaban el dolor que dicho sonido les generaba.

El capitán Lang reía sin parar al ver como la sangre brotaba del abdomen de su rival, disfrutaba ver a sus rivales sufrir.

—Definitivamente no esperaba que esto sucediera —comentó Lang mirando fijamente el cuerpo de Maia—. Pero aun así me gusta lo que veo.

La mujer bi elemental empezó a toser un poco de sangre, el líquido rojo nuevamente cayó sobre el rostro de su rival, el poderoso Lang.

—¡Eso es asqueroso! —exclamó antes de lanzar a Maia a unos escombros que estaban a tres metros de ellos.

Kenneth estaba pasmado, no podía creer que Maia se haya sacrificado por él, sabia a la perfección que no merecía tal cosa y menos de Maia, una chica que recién empezaba a conocer.

El capitán Lang limpiaba sus mejillas llenas de sangre, escupió y luego realizó una mueca expresando el asco que había sentido.

—¿Sabes? —preguntó Lang mirando esta vez a Kenneth—. Que la sangre de mis enemigos caía en mi cuerpo en especial en mi cara me produce asco, es tan detestable para mí.

Kenneth no emitía ninguna palabra, solamente estaba sentado en el suelo, pasaron pocos segundos hasta que decidió colocarse de pie e ir rápidamente hacia el lugar en donde se encontraba Maia para asistirla ignorando por completo las palabras de su rival, claramente eso solo logró enojar al capitán Lang mucho más.

—¡Maia! ¡Maia! ¡Maia! —repetía una y otra vez Kenneth esperando que realmente ella no estuviera muerta.

El sentimiento de alivio invadió el cuerpo de Kenneth cuando al acercarse observó como Maia se encontraba viva, ella aun respiraba pero se encontraba muy mal herida, estaba desangrándose.

Rápido Kenneth supo que hacer, utilizando su elemento hielo congeló la herida profunda de Maia para evitar que se siga desangrando.

—Espero que mejores —comentó Kenneth al terminar de congelar toda la herida—. Gracias por haberme salvado...descansa yo me encargaré de Lang.

—¡Maldito! —exclamó el capitán Lang corriendo a donde Kenneth y Maia se encontraban—. ¡También detesto que me ignoren!

Actuando de manera rápida Kenneth creó un muro de hielo a sus espaldas para protegerse, en menos de dos segundos el muro se desmoronó en muchos pedazos pequeños de hielo con tan solo entrar en contacto con las dos espadas de Lang.

A pesar de que el muro de hielo no fue de mucha ayuda, a Kenneth le bastó y así aprovechó para llevarse a Maia entre sus brazos hasta dejarla en un lugar alejado y seguro para que no resulte más herida de lo que ya estaba ella.

El capitán Lang se detuvo al no ver rastro alguno de sus dos objetivos, movió su cabeza para todas direcciones para encontrarlos mas no lo logró.

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